JUAN CAMILO QUINTERO *
Hablar de minería en Colombia se volvió un problema, más que por el sector por la inmensa desinformación y manipulación de la información que se maneja en torno a ésta. Todos opinan y todos dicen saber, lo hacen sin conocer el sector o haber tan siquiera visitado alguna vez una mina formal.
El resultado de tan nefasto ejercicio no podía ser otro que la demonización de una industria que de cara al futuro puede ser el gran salvador de la economía colombiana y del medio ambiente global.
Veamos cifras. En menos de una década el sector ha entregado al país más de $48 billones de algo más de 18.000 proyectos alrededor de Colombia. Esto se traduce en que la gran mayoría de los municipios colombianos han recibido proyectos y obras de las regalías.
Solo las comunidades étnicas en 2021 recibieron $358.000 millones, el sistema de ciencia, tecnología e innovación $1,5 billones. Tal vez sin estos recursos, el sistema científico - tecnológico hoy no sobreviviría en nuestro país.
Con semejantes cifras no deja de ser irónico que el gran reto que hoy tiene la industria sea convencer al gobierno nacional de las bondades de explotar el subsuelo, o que parar las explotaciones se traduciría en resultados completamente críticos para las finanzas colombianas y sus programas sociales.
Si se decide avanzar por el primer camino y apoyar, no solo al pequeño minero sino también al mediano y al grande que sin lugar a dudas son quienes pueden jalonar y apadrinar pequeñas operaciones para formalizarlas y transferirle tecnologías y estándares de punta, sin duda lograríamos una minería de clase mundial. Si la decisión es optar por la segunda vía, creo que el futuro nos cobrará tan craso error.
Colombia tiene un enorme potencial para ser productor de minerales para la necesaria transición energética al punto que, según el estudio de Climate Smart Mining de 2019, estamos referenciados como uno de los seis países de mayor potencial de cobre en el mundo.
En los próximos 25 años se consumirá más cobre que en toda la historia de la humanidad gracias a la demanda de energías renovables y otras aplicaciones. Tener cobre y extraerlo es una gran oportunidad, pero también una enorme responsabilidad con el planeta para poder cumplir la meta de Carbono neutralidad al 2050.
Si Colombia ha decidido hacer la transición con petróleo y carbón en 12 años, claramente el cobre se convierte en el mineral de transición de los fósiles gracias a que es un mineral para la vida.
Según cálculos de Ecsim, explotar 1 millón de toneladas / año generarían $8.000 millones de dólares de divisas / año y 160.000 empleos directos, indirectos e inducidos.
Tenemos una enorme oportunidad que si se canaliza correctamente puede convertirse en un vector de desarrollo sostenible. Latinoamérica puede aportar más de la mitad del cobre que demanda el mundo que es, no el nuevo petróleo del planeta, sino su nuevo motor.
* Director de Asuntos Corporativos e Innovación para Anglogold Ashanti Colombia
