JUAN CARLOS DONCEL JONES *
Decía el economista John Maynard Keynes que "en los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento". Argentina se encuentra transitando una grave depresión y el mundo entero enfrenta una creciente inestabilidad política, con consecuencias económicas inmediatas a nivel global y cuyo final es aún incierto en el tiempo.
Esa combinación nos desafía a pensar soluciones imaginativas sin caer en la tentación -citando a Albert Einstein- de hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.
Lo cierto es que las crisis presentan oportunidades, y debiéramos estar atentos y dispuestos a aprovechar las ventajas comparativas que tenemos como país, para transformar las mismas en crecimiento y salir del estancamiento en que nos encontramos; caso contrario continuaremos siendo dependientes del sector externo y sujetos a los vaivenes del concierto que, con una partitura diferente, se interpreta en otras latitudes.
El sector energético es clave y puede ser el motor de esa transformación, el cual paulatinamente se irá proyectando a otros factores claves de la economía.
El crecimiento y la sustentabilidad del sector energético, con reglas claras y permanentes en el tiempo, debiera ser el objetivo primordial del Gobierno. En la coyuntura que atravesamos, la única salida es hacerlo en conjunto con el sector privado.
Porque es éste el único en condiciones de invertir y obtener financiamiento, dada la falta de recursos y la necesidad que tiene el Estado en concentrarse en aspectos que requieren mayor atención, permitiendo que el privado desarrolle un mercado en donde la Administración cumpla el rol de regulador y controlador.
El Estado debiera brindar las herramientas, condiciones e incentivos que no sólo atraigan y seduzcan al inversor, sino que le permitan arriesgar su capital, procurando un equilibrio razonable entre el riesgo empresario y los beneficios que obtendrá si trabaja dentro de un marco legal claro, estable y permanente en el tiempo, tal como se hizo con la transformación que se dio en el sector energético en la década de los ´90.
La regulación tipo "parche", que se viene implementando de manera ininterrumpida y sistemática desde hace casi 20 años, no es la solución, muchos menos el camino.
El sector energético argentino, considerado en forma conjunta a los hidrocarburos -petróleo y gas- y a la energía eléctrica, enfrenta un nuevo desafío fruto, no solo de una coyuntura externa sino, de un dilema interno del que no sabe cómo salir. Argentina cuenta no solo con las condiciones, sino con las capacidades necesarias para poder sacar provecho de esa situación.
Ello, sumado a las importantes reservas de litio, en un planeta que avanza hacia la electromovilidad, conforman un universo en donde el país podría erigirse como la llama o el faro que ilumine el futuro. No dejemos pasar esa oportunidad.
* Abogado, Magister en Derecho Administrativo de la Universidad Austral y consultor especializado en temas energéticos. Socio de Conte-Grand, Doncel Jones & Aicega. Fue Director de Asuntos Legales de IEASA y Presidente de EBISA