EDDY LAVANDAIO *
A lo largo de muchos años de ejercicio profesional, en varias oportunidades nos tocó asesorar o tener que informar acerca de la compra y venta de minas de oro o de acciones y bonos de ciertas empresas que afirmaban emitirlos respaldadas por la posesión de minas auríferas.
Como ya se sabe, la sola mención de la palabra oro despierta en muchas personas una particular curiosidad asociada a un concepto de riqueza.
Un gran número de economistas considera al oro como el activo financiero más confiable y hay países que prefieren tener oro en lugar de dólares como reservas en sus bancos centrales. Además, gran parte del oro transformado en joyas es actualmente atesorado como forma de ahorro familiar.
Pero si se habla de una mina de oro, esa citada curiosidad se torna mucho más atractiva por la posibilidad de poseer o encontrar un lugar, perdido en medio de las montañas, donde se pueda ir y encontrar oro a la vista, para extraerlo con facilidad, guardarlo en la mochila y llevarlo a la casa.
Se trata de un concepto totalmente erróneo originado por el desconocimiento sobre la actividad minera en general y sobre la minería del oro en particular, circunstancia que en la Argentina se agrava debido a que los programas educativos de las escuelas primarias y secundarias no incluyen ninguna información sobre este tipo de temas .
En todos los casos mencionados al principio, luego de reunir la información necesaria para ello, aconsejamos no llevar a cabo las operaciones de compra o suscripciones ofrecidas. Las ofertas siempre estaban acompañadas de alguna documentación que supuestamente acreditaba la posesión de un activo minero. Por ejemplo:
+ Adquisición de “Manifestación de descubrimiento”.
+ Adquisición de “Mina abandonada”.
+ Adquisición de derechos sobre “desmontes y relaves” de antiguas explotaciones.
Sin embargo, en todos ellos la documentación (que podía estar vigente o vencida) solo acreditaba la realización de un trámite, una gestión ante la Autoridad Minera pero de ninguna manera certificaba la posesión de un recurso minero y menos aún de su posible valor económico.
En otras palabras, esos papeles eran reales y habían sido emitidos por la Autoridad Minera respectiva pero no tenían ningún valor para justificar una compra o para respaldar la suscripción de acciones o de cuotas parte de fondos de inversión.
Se trataba de engaños basados en ese enorme atractivo que tiene la palabra oro pero el recurso, el yacimiento de oro, en realidad era inexistente.
Últimamente, como hecho novedoso, consecuencia de los extraordinarios adelantos informáticos, hemos visto ofrecer alguna criptomoneda con el respaldo de una mina de oro.
Es importante y oportuno advertir que, ante cualquier oferta que se encuadre dentro de los ejemplos citados, aconsejamos a los eventuales interesados consultar a la Autoridad Minera de la provincia involucrada o recurrir a un profesional idóneo para constatar los datos de la propiedad minera y conseguir el informe geológico económico que certifique la existencia de reservas de oro económicamente explotables mediante el pertinente estudio de factibilidad.
Si no se dispone de esos informes y estudios, significa que el oro ofrecido no existe.
* Geólogo. Miembro de la Asociación Geológica de Mendoza