MARCELO BONELLI
Roberto Feletti no sabe cómo parar la inflación. Esta última semana hubo febriles intercambios con las empresas formadoras de precios. Pero poco acuerdo. Comercio responde siempre lo mismo: silencio a cada propuesta de las multis y tira la pelota a la tribuna.
El índice sigue al rojo. Diciembre vuelve a pegar un salto. Feletti se reunió –hace una semana- con los funcionarios de las alimenticias: “Tengo un pedido del ministro Guzmán”. Después cometió un sincericidio: “Me dijo Martín que por pedido del FMI tenemos que eliminar el congelamiento de precios”.
El secretario obvió otros comentarios. Evitó decir que Guzmán –por indicación del FMI– considera que el congelamiento fracasó. Matías Kulfas lo considera inservible.
Feletti propuso a las multis armar un acuerdo, pero desde ese momento las conversaciones se frenaron: las propuestas de nuevos precios van de un lugar a otro, pero sin diálogo.
Los jefes de Copal temen que Feletti quiere llegar al 7 de enero sin acuerdo, para obligar a prorrogar el cepo a los precios.
Feletti exigió una regla de oro: “La tabla del 6”. Los hombres de negocios liderados por Daniel Funes de Rioja –jefe en la UIA y Copal- la llaman de otra manera: “La tablita de Feletti”. Así la vinculan a otras tablitas famosas en Argentina. La nefasta –destruyó a la industria– “tablita de Martínez de Hoz” y la polémica “tablita de Machinea”.
El Gobierno admite puertas adentro que el congelamiento de precios impulsado por Roberto Feletti fracasó como medida contra la inflación.
La “tablita de Feletti” establece que ningún precio debe aumentar por encima del 2% mensual o en el trimestre del 6%.
La medida quiere ponerle una barrera a la inflación inercial. Una estrategia pobre: se enfrenta al monstruo de la inflación con balas de cebita. Feletti no tiene toda la culpa. Sucede que en septiembre asumió con ínfulas de ministro y mandamás y ahora recibe órdenes de Guzmán y el FMI.
Guzmán no lo ayuda: en diciembre ya se emitieron arriba de $ 400.000 millones. Miguel Pesce convocó para este viernes a la última reunión de directorio. El jueves se discutía incluir en el temario otro shock: se podría autorizar una última emisión extra.
Se trata de una bomba monetaria: repercutirá fuerte en el mercado cambiario, para fines de enero. Por eso el dólar tuvo valor récord.
Guzmán apura un ajuste para complacer a Washington: ya subió las tasas de interés en sus licitaciones, anunció un tarifazo, dispuso un polémico aumento de impuestos y quiere devaluar –via miniajustes- el peso argentino.
Se trata de la típica receta del FMI: medidas que no puede ocultar el relato cristinista. Las decisiones fueron pactadas en las negociaciones de diciembre. Serían una señal –una suerte de prueba- para Washington, que descree de la Casa Rosada y en especial de las perimidas ideas de Cristina. Para Washington, Guzmán sigue siendo el ministro más racional y el que está comprometido con el FMI.
Aun así, Guzmán no logra la confianza del Tesoro. El ministro lo reconoció: “Aún falta la comprensión de los accionistas para cerrar el acuerdo con el FMI”.
La traducción de este jeroglífico –Guzmán tiene problemas serios de comunicación– es fácil para Wall Street: el ministro carece aún del aval de Janet Yellen, la mandamás en el Tesoro de los EE.UU. y la que define en el board del Fondo.
Guzmán confiaba en que su relación con Joseph Stiglitz le abriría las puertas de Yellen. Stiglitz conoce al marido de Yellen: George Akerlof. En conjunto con Michael Spence ganaron el Nobel.
Joseph Stiglitz, mentor de Martín Guzmán. El ministro esperaba que los contactos del Premio Nobel de Economía le abrieran más puertas en la negociación con el FMI. Foto AP
Stiglitz y Guzmán vendieron esa novela rosa a Cristina y Alberto. Ambos se tragaron el sapo: el mundo se mueve por intereses y no por “amiguismos”.
A la vice le caen bien las teorías del Premio Nobel: intenta justificar sus delirantes confabulaciones de que los empresarios hacen complot contra ella.
Alberto es más realista: solo está ansioso por un vínculo con Washington. Clarín confirmó que el Presidente habría tomado una decisión secreta: hace unas semanas comunicó a la Casa Blanca que decidió rechazar en forma definitiva un pedido de China para instalar otra base militar en Tierra del Fuego. Ya tiene una en Neuquén.
La decisión se notificó al Departamento de Estado. Se trata de una medida que se adoptó para que la diplomacia aceite el acuerdo con el FMI. El Departamento de Estado puede ayudar. Pero el Tesoro no avanzará: quiere primero conocer un plan económico. También la Inteligencia de Washington busca precisiones sobre otra cosa: qué negociará Alberto en su misión a China.
El viaje será el 4 de febrero. Cristina sueña con ayudas financieras alternativas porque desconoce una cuestión: Beijing pide como garantía un acuerdo previo con el FMI.
Hasta ahora se desconoce qué rol juega Stiglitz en la Casa Rosada. Algunos creen que es un consultor gratuito. Pero hasta ahora nadie aclaró si cobra honorarios y tampoco por qué fue insistente en sugerir contratar al banco Lazard Freres para asesorar a Guzmán.
El ministro tiene que lidiar con un golpe en la credibilidad de los números fiscales: la incapacidad oficial de aprobar el Presupuesto. La inoperancia y calentura de Máximo le generó un daño enorme a Alberto.
La caída del Presupuesto afecta los recursos coparticipables que la Casa Rosada les gira a las provincias. El último acuerdo con los gobernadores es otro parche: más presión para contribuyentes y aumento de costos e inflación.
También existe un fuerte revuelo en la UIA, los banqueros y la Cámara de Comercio. Las estratégicas firmas energéticas acusaron el golpe: tendrán mayor costo fiscal y bajarán la inversión. El sistema troncal de gasoductos está colapsado y la falta de presupuesto traba el uso del impuesto a las grandes fortunas para financiar parte de la solución: el gasoducto Néstor Kirchner –por ejemplo- se queda sin partida y así su licitación se frenará.
También -sin presupuesto- las compañías deberán aplicar en sus balances en forma plena el ajuste por inflación. Los hombres de negocios se quejan porque ese mecanismo era en cuotas para liberar fondos para destinar a la inversión productiva. Ahora no ocurrirá y afectará la generación de empleo.
YPF es una de las petroleras que presiona para aumentar los combustibles.
En el mercado existe una información inquietante: los influyentes jefes de las petroleras ya frenaron inversiones porque deberán usar ese dinero para cancelar Ganancias.
La propia YPF que controla Máximo –el responsable de que el Presupuesto no se apruebe– le envió una nota a Guzmán, reclamando por la aplicación del ajuste por inflación. YPF exigió el ajuste en cuotas a través de una nota oficial de una entidad que controla: la Cámara de Explotación y Producción de Hidrocarburos.
En la convulsionada YPF –además– hay otros problemas: sus "directivos" de La Cámpora quieren acoplarse a las exigencias del FMI y piden aumentar los combustibles.
El atraso es del 25 %. Guzmán tendrá que lidiar con todo. El informe del FMI contra Mauricio Macri fue festejado por Alberto. Pero su texto va a complicar la actual negociación.
Así lo dice un influyente paper que circula en la City. Dice que Argentina no podrá hacer proyecciones “optimistas” y tampoco apelar a que no tiene condiciones políticas para un ajuste. Pero existe un tema central con el FMI: la pelea por una eventual devaluación.
Julie Kozak dice que antes de marzo Argentina debe devaluar un 20%. Guzmán contragolpea: lo rechaza a rajatabla y propone un “crawling peg”. Se viene un verano caliente. Y no solo de temperatura.