RICARDO N. ALONSO *
Un paisaje geológico singular en el departamento de Cerrillos en Salta pasó a tener nombre propio: La Salamanca. Así lo indica un lindo cartel de madera que ahora lo identifica. Durante años, para los pescadores que iban a Las Tienditas, ese lugar solo era señalado y conocido informalmente como la cueva o la caverna.
Algunos lo usaron como refugio momentáneo cuando los rayos del sol arreciaban, o los sorprendía una lluvia, o bien buscaban refugio de noche. También para hacer un asado en su entrada y no faltaron quienes lo utilizaron con fines románticos. Otros la esquivaron santiguándose a raíz de la mística que rodea al tema de las salamancas en la cosmovisión regional. La cueva se encuentra ubicada sobre la ruta provincial 39, que sale de Villa Mitre por el viejo basural y al llegar a la cantera abandonada de La Pedrera sigue hacia el sur al pie de la sierra de Mojotoro.
El camino corre paralelo al río Arenales que en esa zona divaga por su amplia llanura de inundación formando grandes y hermosos meandros. Muchas veces entre el camino y el río se forman profundos huaycos en terrenos limo arenosos pardo claros. Lamentablemente algunos desaprensivos han utilizado esos huaycos como botaderos de basura o muladares. El paraje de la cueva se conoce como Rumical y dista unos 30 km desde la ciudad de Salta. Su altura es de 1.137 m sobre el nivel del mar. Al llegar al lugar se observan unos barrancos de arcillas blancas muy diferentes de otras arcillas de la región.
Se trata de unas arcillas de gran pureza que relumbran al sol y son elegidas por los artesanos para la fabricación de alfarería. De allí que se observe en el sitio, a la orilla del camino, una cantera informal para la extracción de dichas arcillas blancas con un frente de unos 5 m de alto. Ahora bien ¿De dónde surgieron esas arcillas blancas? Para ello hay que remontarse a un gran lago que ocupó una parte importante del actual Valle de Lerma.
Ese lago alcanzó un tamaño de 110 km de largo por 20 km de ancho máximo y se vació por el cañón del Juramento algunas decenas de miles de años atrás. En realidad el actual embalse de Cabra Corral es la resurrección mínima de aquel lago luego de que se hizo la obra de presa de ingeniería que frenó y reguló la salida de los ríos que drenaban el sur del Valle de Lerma, entre ellos el Arenales y el Guachipas. En aquel viejo lago de Lerma, o paleo-lago de Lerma o paleo-Cabra Corral, se depositaron en su fondo arcillas que alcanzan entre 20 y 40 metros de espesor.
Si bien fueron mencionadas desde la década de 1960 por Apolo Ortiz, primer geólogo y primer doctor en geología de la vieja Facultad de Ciencias Naturales de Salta cuando dependía de Tucumán, recién recibieron un nombre estratigráfico formal con los estudios de Eduardo Gallardo quien las designó como Formación Tajamar. Determinó que esas capas lacustres se superponían a gravas gruesas (Formación Calvimonte) y estaban cubiertas por arenas, limos y otros materiales fluviales y eólicos (Formación La Viña). Todas ellas se depositaron en el Periodo Cuaternario, siendo las capas lacustres de Tajamar de edad Pleistoceno.
El norteamericano Bruce Malamud hizo en esas capas geológicas sus estudios de tesis doctoral de la Universidad de Cornell, en Nueva York. Digámoslo de nuevo, esas capas de arcillas blancas, finamente laminadas, muy bien representadas en Rumical y en Guachipas, así como otros puntos del Valle de Lerma (Tajamar, San Vicente, Talapampa, etcétera), son el resultado de la sedimentación tranquila en un lago prehistórico de la época de los grandes mamíferos pleistocenos.
Precisamente, restos de megaterios, gliptodontes y mastodontes se han encontrado en los alrededores del Valle de Lerma y de aquel viejo lago que lo cubrió. María A. Irurzun, Claudia S. G. Gogorza y Nicolás Larcher de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires determinaron en base al magnetismo fósil de minerales de hierro que estás tenían una antigüedad de al menos 200 mil años. Para ello estudiaron especialmente magnetita y hematita. Por su parte, la Dra. Dora Davies, bióloga de la UNSa, recolectó fósiles y encontró que las arcillas contenían bivalvos, gasterópodos, cangrejos, marcas de gusanos y restos de plantas acuáticas indeterminadas.
En base a la comparación de los bivalvos y gasterópodos con otros organismos vivientes en la actualidad determinó que aquel lago prehistórico fue de aguas dulces y limpias, neutras a alcalinas y bien oxigenadas. El lago debió alcanzar una buena profundidad en algunos puntos como lo refleja la sedimentación tranquila, arcillosa, finamente laminada y con alternancias rítmicas. Entre ellas finas capitas de ocres del tipo hierro pantano. Sabemos entonces el origen y edad de esos depósitos de arcillas. Nos resta conocer ahora cómo se produjo dicha forma de erosión con aspecto de caverna.
Precisamente la “Cueva de Rumical”, o “La Salamanca” como se la conoce ahora oficialmente, es un rasgo de erosión en esos terrenos arcillosos blandos y blanquecinos, formado por el agua a lo largo de siglos o milenios. Generalmente en ambientes de rocas calcáreas pueden originarse muchos rasgos conocidos como kársticos. Se producen por la disolución de las calizas a través de la meteorización química. El carbonato se disuelve lentamente y es evacuado en forma subterránea por corrientes de agua.
El resto precipita en las oquedades dando distintas formas cavernarias. Son famosas en Europa y a la vuelta del Mediterráneo toda clase de cuevas y cavernas, con estalactitas y estalagmitas, y restos de habitáculos del hombre primitivo. Huesos, herramientas y pinturas se encontraron en sus interiores. La cueva de Rumical, como dijimos, está erosionada en arcilla y no en una caliza.
Por lo tanto sus formas de erosión no son kársticas sino pseudo-kársticas. No se forman allí ni estalactitas ni estalagmitas. La eliminación del material sería por un fenómeno de levigación. Y estaría relacionado con climas más antiguos y niveles de erosión diferentes al actual.
La cueva atrapa especialmente la atención por su tamaño ya que alcanza una altura de unos 3 m por otros 3 m de ancho y un largo de unos 20 metros. Con esas dimensiones un hombre a caballo puede entrar allí con cierta comodidad. Muestra un interior zigzagueante formado por tres curvas de tipo meandros.
La caverna está abierta en ambos extremos, bien ventilada y su interior es muy acogedor ya que tiene una temperatura que se diferencia de la externa. No se sabe cuál es su antigüedad y si fue habitada por los indígenas de la región.
Toda esa zona del río Arenales y costa de la sierra de Mojotoro conserva restos aislados de vasijas funerarias y cementerios indígenas. En proximidades de la cueva se encontró un núcleo de lascas del tipo de las trabajadas por cazadores paleolíticos. Un volumen importante de material arcilloso fue removido del lugar. El techo muestra planos de estratificación de las arcillas y puede llegar a desprenderse con lo cual podría representar un peligro para visitantes desprevenidos o desaprensivos.
Lo que para unos representa una atracción turística para otros despierta un temor reverencial. No debe olvidarse el mito que rodea a las cuevas y más especialmente aquellas que son consideradas “Salamancas”. Muchos autores se han referido a la cuestión del mito asociado a la Salamanca. La definen como la universidad del diablo, en donde este enseña sus malas artes a los que traspasan la entrada y venden su alma eterna a cambio de riqueza, suerte en el juego y placeres terrenales.
Poetas y escritores regionales han mencionado la cuestión en textos, poesías y diccionarios folclóricos, entre ellos Juan B. Ambrosetti, Pablo Fortuny, Juan Carlos Dávalos, Carlos Barbarán Alvarado, José V. Solá, Antonio Paleari, Luis Borelli, Cleto del Rey y muchos más. Desde el punto de vista geomorfológico la cueva de Rumical corresponde a una geoforma de erosión pseudo kárstica.
Por su singularidad puede definirse como un geositio, esto es un sitio de interés geológico y también turístico que forma parte del patrimonio natural. Como todo sitio turístico hay que propender a su conservación, cuidado y respeto por el medio ambiente.
* Doctor en Ciencias Geológicas