ÁLVARO RÍOS ROCA *
Si a usted, querido lector, le dan a elegir entre el modelo económico/energético adoptado en Venezuela o el adoptado en Perú ¿con cuál se quedaría?
La producción de petróleo en Venezuela cayó de 2,8 millones de barriles día (MMBLD) en 2003 a 0,5 MMBD este año, 2021, como fruto de nacionalizaciones, expropiaciones y manejo errático estatal. Ni qué decir de los severos desabastecimientos de electricidad y de combustibles que se reportan día a día para penuria de sus ciudadanos y, por supuesto, de los que menos tienen.
los que sufren más son los casi 4,5 millones de exiliados venezolanos de los cuales se estima que 1,2 millones están en Perú. Tenemos claro, la solución no va por expropiar, ni nacionalizar ni poner todo en manos del Estado definitivamente. Hay otros caminos a explorar, donde ya se ha tenido éxito, y que veremos a continuación.
El modelo peruano no hace huir a sus ciudadanos, ni tampoco genera desabastecimientos y cortes de energías anotados en Venezuela. La oferta y demanda de gas natural, electricidad y de otros combustibles ha crecido notablemente con el dinamismo del sector privado y acompañado de su empresa competitiva: Petroperú. Esta empresa ahora debe entrar al upstream y acompañar la masificación del gas natural, situación que han descuidado notablemente anteriores gobiernos.
Entrando en tema, el “premier” (presidente del Consejo de Ministros) peruano ha desatado un profundo desconcierto y debate al declarar públicamente que nacionalizará Camisea sino acceden a sus peticiones. Desde nuestro punto de vista resolver o cambiar las condiciones de un contrato mediante amenaza pública y unilateralmente no funciona en ninguna parte del mundo.
Los contratos no están escritos en piedra y todos pueden renegociarse, que es el camino adecuado. También creemos que declaraciones anticipadas e innecesarias le hacen mucho daño al Perú, ahuyentando nuevas y billonarias inversiones requeridas, principalmente en el sector minero para producir minerales que el planeta y la transición energética requieren. Y también para construir infraestructura que permita llevar a cabo una verdadera masificación del consumo de gas en las regiones al interior de Perú.
En adelante, consideraremos únicamente el upstream en el Consorcio Camisea, y no las inversiones realizadas en ductos, distribución de gas y otros del downstream que suman 15.000 millones de dólares (MMUSD). El consorcio ha invertido cerca de 3.250 MMUSD en desarrollar pozos y plantas para entregar gas y líquidos en los 17 años que tiene el proyecto. Se reporta que, de acuerdo con los precios establecidos, el consorcio ha facturado cerca de 29.500 MMUSD en gas y líquidos, de los cuales ha pagado 11.000 MMUSD en regalías (38%), 4.000 MMUSD en otros impuestos y 7.000 MMUSD en costos operativos (OPEX), con una utilidad líquida aproximada de 7.500 MMUSD.
¿Es una utilidad baja, elevada, razonable? No somos quiénes para decirlo, pero ponga usted 3.250 MMUSD al 10% de retorno y tendrá la respuesta. Lo cierto es que el consorcio ha ganado plata y para ello apostó capital en el desarrollo del proyecto bajo reglas establecidas. Si cualquier gobierno desea obtener mayores beneficios o renta de éste u otro proyecto solo debe tratar de negociar sobre estos números y las proyecciones que se tienen y luego comunicar los resultados.
Desde nuestro punto de vista se podría, creo, fácilmente llegar a acuerdos con el consorcio sin necesidad de nacionalizar y expropiar. Por ejemplo, bajar el precio en boca de pozo para el gas futuro necesario, de manera de lograr la añorada masificación del gas natural en todo el Perú y en el sur, en particular. Recibir aportes de una empresa que tiene 23 años adicionales de concesión no creo que sea difícil lograr. Creemos que éste es el derrotero a seguir.
Existen ya dos instancias donde el Estado ha negociado con el consorcio y ha obtenido beneficios. Una en 2006, cuando en el contrato original se establecían vinculación de los precios de gas al precio del petróleo internacional y éstos comenzaban a subir como espuma. Entonces se pactó indexarlos a otros índices mucho menos volátiles con lo cual los precios dejaron la volatilidad anterior y desde esa fecha han tenido ajustes anuales muy pequeños.
En esa oportunidad también se consiguió que los precios para el gas natural vehicular se reduzcan de manera que pueda existir ahorro importante para los usuarios finales. Esto impulsó el crecimiento del parque automotor a gas que dejó así de usar combustibles importados.
Los gobernantes peruanos y sus ciudadanos, sin embargo, tienen la última palabra. Solo hemos analizado algunas ideas y cifras.
* Exministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual socio director de Gas Energy Latin America