ALEJANDRA WOOD *
“En las venas y arterias de la economía verde corre cobre”. Con esta reveladora frase el medio inglés The Economist evidenció el rol estratégico que ocupa este mineral en la transición energética global, donde Chile cuenta con una posición privilegiada para hacer frente a la lucha global en contra del cambio climático.
Para poder hacerlo, debe convertirse, además, en un ejemplo de minería sostenible: aquella cuidadosa de su huella ambiental, activa impulsora de la creación de capacidades locales y formas de relacionamiento necesarios para un desarrollo y crecimiento sostenibles. Estos son los atributos que definen la aspiración de la minería verde.
Junto con esto, las economías mineras que sean capaces de impulsar y liderar esta tendencia sustentable no tan solo incrementarían su producción de minerales, sino que también abrirían nuevos escenarios de recuperación económica, tan necesarias hoy tras la irrupción de la crisis sanitaria. Proceso que implicará una transformación de su cadena productiva, lo cual impulsará la formación de nuevos empleos, mayores espacios de adaptación y desarrollo tecnológico, diversificación y sofisticación productiva, que vayan de la mano con el desarrollo sostenible de las comunidades, ecosistemas y medioambiente donde se desenvuelve el quehacer minero.
Además, una de las principales limitantes de la economía verde ya no son las tecnologías de producción de energía limpia, sino que su escala. Los materiales que ésta requiere y el acceso a territorios donde el viento y la radiación solar puedan transformarse en electrones. Chile es rico en estos atributos, tal vez como ningún otro país en el mundo, lo que es otra gran ventaja competitiva de nuestro país.
¿Qué requerimos para tomar esta tremenda oportunidad y dar un salto en nuestro desarrollo?
El gran sueño que debiera ser transformar a Chile en líder global de la minería verde requiere, como todo gran proyecto, de un sentido colectivo, de asociatividad, de transparencia y respeto entre los actores, y de un liderazgo que pareciera escaso por estos tiempos, no solo para hacer realidad esta visión, sino que para proyectarla en un horizonte de fortaleza institucional y estabilidad regulatoria, de un cierto pacto social, especialmente con las regiones mineras, que encienda el entusiasmo y cimente la confianza entre el país y su principal industria.
* Directora ejecutiva de CESCO