(Interesante artículo publicado en diciembre de 2020)
CARLOS ARÁOZ *
Hace ya varios años que se negocia con la República Popular China la compra de una cuarta central nuclear, tipo Hualong -1, llave en mano, a un costo aproximado de U$ 8.000 millones… pero sin licitación internacional. Eso nos está causando problemas. Sin licitación no hubo pliegos que establecieran los requerimientos del comprador. Los pliegos tienen un peso enorme sobre los oferentes, y por ende sobre la adjudicación.
En su inicio las negociaciones estuvieron a cargo de las máximas autoridades de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y de Nucleoeléctrica Argentina SA (NA-SA). Como consecuencia no planificada de la falta de licitación, con el pasar de los años fueron cambiando las circunstancias y en la actualidad se negocia sobre un modelo de contrato preparado por la empresa China Nuclear National Corporation (CNNC).
Inevitablemente, está redactado a total conveniencia del oferente, especialmente en lo que se refiere al combustible. En tenis, es como darle el saque todo el partido.
Y contradice toda nuestra historia nuclear.
Desde su inicio y durante décadas, la CNEA dependió directamente de Presidencia de la Nación, debido a la importancia estratégica de la capacidad nuclear en el posicionamiento internacional del país.
Eso cambió durante la presidencia de Carlos Menem, que puso a la CNEA a rodar por diversos ministerios, pero nunca descendió tanto, en rango y presupuesto, como en la reciente administración del presidente Mauricio Macri: pasó a depender de una Subsecretaría del entonces Ministerio de Energía. Esperamos que con el actual gobierno eso cambie radicalmente.
Para entender el rol del combustible en el ciclo de vida de una central moderna (60 años), al momento de salida de servicio duplica el costo al que se compró la planta. Para entender el rol del combustible en nuestra historia nuclear, hay que repasarla: fui partícipe de la misma desde sus principios.
En nuestro primer reactor de investigación, el RA-1, la construcción de la planta y la fabricación de su combustible estuvieron a cargo de CNEA. Ese reactor sigue operando desde 1958 hasta hoy. Actualmente está en construcción el RA-10 en Ezeiza, un gigante en comparación. En éste, como también para todos los reactores de investigación exportados por la CNEA y luego por INVAP, el combustible es nacional. Nunca tuvimos que pagar una licencia, y estamos preparados para competir ya en el mercado internacional con muy buenas chances.
En generación nucleoeléctrica, un campo muy diferente, también se estableció una política nacional de independencia en tecnología y en suministro de combustible. Por ello en 1967 se optó por el uranio natural: el país no había desarrollado una planta industrial de enriquecimiento (y sigue sin tenerla).
Fue una elección inteligente. En 1981, en forma simultánea con nuestra primera exportación de un reactor a Perú, Argentina sufrió un embargo en uranio enriquecido por parte de EEUU. Éste afectó a nuestros reactores, incluido el RA-3, dedicado a fabricación de radiofármacos para medicina nuclear. Pero la central de potencia Atucha I, en aquel momento la mayor fuente individual de suministro de la red eléctrica nacional, no entró en apagón porque funciona con uranio natural.
Para tener el país a resguardo de tales aprietes, las centrales de Embalse y Atucha II son también de uranio natural, y se hizo una fuerte inversión en la planta para agua pesada: sin ella el uranio natural no puede mantener la reacción en cadena.
Para cada una de estas centrales preparamos los pliegos de licitación internacional. Estuve a cargo de los referentes al combustible en todos los casos. Y en los pliegos quedaba claro que la colaboración para el suministro nacional del combustible sería importante en la evaluación de las ofertas.
Así, con Siemens y antes de la construcción de la primera Atucha, pudimos mandar ingenieros a la oficina de diseño en Erlangen, “inspectores” a la fábrica de combustibles en Hanau, y un tercer equipo de profesionales a los laboratorios nucleares del KFK (Ministerio de Tecnología) en Karlsruhe; todo sin otro costo que los salarios de nuestro personal.
En el caso de la segunda central, Embalse, en la que resultó adjudicataria la Atomic Energy of Canada Ltd (AECL), en materia de combustible teníamos derecho en recibir sin costo lo que era propiedad intelectual de AECL y de fabricar el diseño transferido sin pago de derechos y con libertad de comercialización. También, como antes con Siemens, AECL le dio a la CNEA acceso a los laboratorios de Chalk River y envío de expertos, sin costo.
Pero la tecnología de fabricación de los haces estaba en manos de las empresas fabricantes Canadian General Electric y Canadian Westinghouse, proveedoras de las centrales canadienses. Aquí el negocio cambió de cariz: estas firmas ofrecieron acuerdos típicamente comerciales, como el actual chino en discusión. No fueron aceptados.
CNEA, por lo tanto, se encargó de desarrollar por su cuenta la ingeniería, los procesos de fabricación, el equipamiento especial y además las maquinarias de la línea de producción de la actual fábrica de CONUAR. Esa capacidad demostrada para el desarrollo integral e independiente de un combustible (completamente diferente al de Atucha I, que ya estábamos fabricando), también hoy puede aplicarse al caso de la central china: no hay por qué pagar por lo mismo dos veces.
Cuando nos referimos al combustible con el que se alimenta una central nuclear, no estamos hablando de una “bulk commodity” sino de un artículo de muy alto valor agregado. Se los llama genéricamente “elementos combustibles de central de potencia”, y son haces de tubos de aleación de circonio (zircaloy) que contienen “pellets” o “pastillas” de cerámica de dióxido de uranio sinterizado.
Los haces son productos de la industria mecánico-metalúrgica de alta presión, y aquí los fabrica en el Centro Atómico Ezeiza una empresa mixta de la CNEA con Pérez Companc: Combustibles Nucleares Argentinos (CONUAR).
Para el suministro de ambas Atuchas y de Embalse, además de los aspectos científicos y tecnológicos y del equipamiento de CONUAR, CNEA llevó a cabo el diseño, construcción y planta de las fábricas FAE y DIOXITEK. Como consecuencia, abastecemos nuestras tres centrales con total independencia, sin tener que pagar licencias y sin restricciones comerciales. En el caso de las centrales CANDU, vendidas en 7 países, técnica y legalmente podemos ser proveedores de todos con igual calidad que AECL.
De hecho, el dominio adquirido por CONUAR en aleaciones especiales la hizo proveedora de componentes críticos del submarino nuclear brasileño SNB Alte. Alberto, de la central nuclear RAPP-8 en la India, de otras 2 centrales de Gorakhpur Haryana Anu en ese mismo país, y de las de Point Lepreau y Bruce Power en Canadá.
Los contratos con Siemens y AECL, resultantes de dos licitaciones internacionales, nos dieron el acceso al conocimiento en aleaciones nucleares de alto desempeño y facilitaron nuestro inicio como fabricantes, y luego como exportadores. Era lo que fijaban los pliegos.
En función de esta experiencia, no quiero pensar que alemanes y canadienses fueros los buenos y que ahora nos tocan los malos… Las cosas no son así. Además, esto no se correspondería con la posición de Argentina, que en un acto de confianza sobre la capacidad y buena fe chinas, estamos comprando una central tipo Hualong -1 que nunca estuvo conectada a la red un período suficiente como para demostrar que es una máquina confiable. La primera Hualong-1 en entrar “en línea” lo hará a fines de este año. Para el caso, estamos aceptando también de buena fe que el combustible propuesto brindará las condiciones de performance requeridas, asunto tampoco demostrado.
Por ello, el borrador para acuerdo de combustibles preparado por China, sobre el que actualmente se lleva la negociación, debe quedar fuera de consideración. CNEA deba preparar una versión propia, como en una licitación.
Durante la anterior administración nacional, NA-SA desplazó a CNEA de la conducción de la negociación con CNNC. NA-SA tomó el borrador preparado por CNNC como base para la negociación. Fue una decisión típica de país subdesarrollado, o de quien trata temas en los que no tiene experiencia. Se frustra así el deseo de los sectores técnicos de CNEA de llevar a cabo el 100% del proyecto en materia de combustibles.
Ante nuestra sorpresa, con el actual gobierno CNEA continúa desplazada por NA-SA: las negociaciones son reservadas y siguen marchando sobre los rieles del borrador propuesto por China. Las consecuencias serán un acuerdo de compra de tecnología innecesario, con un altísimo precio difícil de justificar, amén de limitaciones para la comercialización. Todo eso contradice nuestra propia historia nuclear así como el interés nacional.
Sugerimos lo siguiente, buscando establecer con China para el largo plazo una relación fructífera y conveniente para ambas partes:
+ Como ya fue acordado, el primer núcleo y la primera recarga serán de fabricación china por entendibles razones de garantías. Pero los combustibles restantes, y así hasta el término de la vida útil de la central (son 60 años) serán argentinos.
+ El acuerdo no será un típico contrato comercial de patentes y transferencia de tecnología sino un “joint venture agreement” basado en objetivos comunes de largo plazo, que trata de establecer una “amicable relationship” entre las partes. Esto incluye, entre otros, intercambio de información de performance entre los combustibles Hualong-1 chinos y los que fabriquemos nosotros, la discusión entre pares y la solución colaborativa ante casos de falla, provisión de partes y componentes de los elementos combustibles a pedido de CONUAR, y la presentación de CONUAR como proveedor alternativo calificado en ofertas chinas de su Hualong-1.
+ La fabricación argentina estará libre de patentes y restricciones de comercialización.
+ CNEA preparará un borrador para continuar las negociaciones y deberá ser utilizado como base ordenada para la discusión del acuerdo sobre tecnología y fabricación.
Supongo que como consecuencia de actuales urgencias de nuestro país, el gobierno ha demorado la revisión del área nuclear, sus políticas y designación de responsables para estas negociaciones. En la búsqueda del mejor resultado proponemos que con urgencia se disponga que cada parte negocie de lo que sabe: CNEA por el combustible y NA-SA por la central: luego se juntará todo en un contrato único.
Cuando NA-SA aún no existía, esta metodología la usamos con excelente resultado en las tres centrales anteriores. Mi experiencia (estuve a cargo de las negociaciones) me permite recomendar este camino como posible y conveniente.
* Ex director de Combustibles Nucleares CNEA, ex gerente de Tecnología y Proyectos Especiales CNEA