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ANÁLISIS
Escribe Ricardo Alonso: Los Doering y la Puna
MINING PRESS/ENERNEWS
15/06/2020

RICARDO ALONSO*

Ricardo Alonso

 

El territorio que hoy conocemos como Puna Argentina tiene una larga historia geopolítica y perteneció en su devenir a España, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, todo ello en el lapso de una centuria, entre comienzos y fines del siglo XIX. Al independizarse las naciones de España, y crearse Bolivia, la Puna fue territorio boliviano. En 1879 estalló la Guerra del Pacífico por el control de las guaneras y el salitre. Chile ocupó el espacio hasta el laudo arbitral de 1899 en que se le cedió a la República Argentina.

Entre los actores técnicos y políticos que resolvieron favorablemente la cuestión en beneficio de nuestro país, jugó un rol clave y preponderante el salteño José Evaristo Uriburu que había ocupado la presidencia de la nación. El presidente Julio Argentino Roca impulsó la creación de la Gobernación de los Andes con capital en San Antonio de los Cobres y nombró como primer gobernador al general Daniel Cerri. El territorio quedó dividido, de norte a sur, en los departamentos de Susques, Los Andes y Antofagasta de la Sierra, pero incluyó erróneamente territorio salteño preexistente que levantó la queja del gobernador Pío Uriburu.

El primer informe descriptivo del nuevo territorio incorporado a la geografía nacional fue el redactado por el general Cerri quien avanzó un compendio de sus observaciones sobre la topografía, el clima, los habitantes, la flora, la fauna, las riquezas minerales, entre otros aspectos. Había que romper con la concepción unitaria del puerto sobre el valor del territorio ya que en las esferas políticas del gobierno central se sostenía que el nuevo espacio incorporado a la soberanía nacional eran tierras incultas, pobres, desérticas, inhóspitas e inservibles.

Con buen criterio el presidente Roca designó una comisión científica que tenía como objetivo observar in situ las condiciones geográficas y su riqueza potencial. Para ello nombró a dos sabios alemanes de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, los hermanos Oscar Doering (1844-1917) y Adolfo Doering (1848-1925). Estos científicos llegaron contratados al país por gestiones de Sarmiento, Avellaneda y Burmeister. Ellos, junto a otros académicos centroeuropeos, fueron los pilares fundadores de muchas ramas de las ciencias fisicoquímicas y naturales. Prestaron un gran servicio al país pero sus nombres han quedado restringidos a los estudiosos de la historia de la ciencia.

Los hermanos Doering eran originarios del pueblo de Neu-Waake cerca de Hannover. Estudiaron ciencias naturales y físicas en la prestigiosa Universidad de Goettingen. Adolfo era naturalista y geólogo mientras que su hermano Oscar apuntó a las matemáticas y a la meteorología. Ambos llegaron al país en 1874 y se dirigieron a Córdoba para iniciar sus tareas de enseñanza e investigación científica. Adolfo ocupó las cátedras de química orgánica y de zoología. Fue designado secretario de la Academia y junto a Burmeister fundaron el famoso boletín de esa institución que siguió publicándose desde entonces.

En 1879 partió a la Patagonia en la comisión científica agregada al estado mayor del general Julio A. Roca. En dicha comisión iban otros importantes científicos de la época como el barón Eduardo L. Holmberg, Pablo G. Lorentz, Gustavo Niederlein, Carlos Berg y el alemán radicado en Salta, Ing. Francisco Host. En 1881 se publicó el informe oficial de ese viaje que abarcó 530 páginas y fue editado por la Imprenta de Ostwald y Martínez en Buenos Aires. Adolfo Doering describió cuestiones geológicas, zoológicas y botánicas de la travesía patagónica hasta Río Negro que se sumaron a las eruditas anotaciones de sus colegas de la comisión.

Juan Manuel Blanes pintó un cuadro donde se ven los militares a caballo y, parados a la derecha, los científicos que los acompañaron. Ese cuadro fue reproducido en el billete de cien pesos que está en circulación, pero sólo el ala de los militares. ¡Los científicos se quedaron fuera de la foto! Adolfo llegó a ser decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Córdoba. Entre sus trabajos se destacan estudios sobre la composición de las cenizas de árboles argentinos (1876), el aire (1876), la química orgánica en la industria (1877), la sierra de Choyque Mahuida (1882), zoología (1882), estudios hidrográficos y perforaciones artesianas (1884), el subsuelo de Córdoba (1918) y los iberos y vascos en la prehistoria de España (1921). Falleció en Córdoba a los 77 años.

Oscar Doering, hermano mayor de Adolfo, era un matemático y naturalista talentoso. Llegó a Córdoba para hacerse cargo de las cátedras de matemáticas y física. Era además muy preparado en lenguas y música. Enseñó griego y latín y tocó por muchos años el órgano de la iglesia de los jesuitas. Fue nombrado doctor Honoris Causa y asumió la presidencia de la Academia Nacional de Ciencias. Ocupó también la dirección de la Oficina Meteorológica de Córdoba entre 1888 y 1906.

Fruto de ello son la mayoría de sus publicaciones científicas que versan sobre mediciones barométricas de alturas (1881, 1882), el clima de Córdoba (1882), estudios sobre variaciones de la temperatura en Buenos Aires, Bahía Blanca, Ushuaia, Concordia, San Juan (1883 a 1890), estudios sobre la presión atmosférica de Córdoba (1886), magnetismo terrestre, entre muchas otras. El gobierno nacional lo nombró en la comisión demarcadora para fijar el límite entre Córdoba y La Rioja. Por sus méritos científicos fue nombrado miembro de numerosas academias europeas (Halle, Viena, Berlín, Budapest, Cherburgo, etcétera). Falleció en Córdoba a los 73 años.

Esta síntesis biográfica de los hermanos Doering es para introducir el calibre de los sabios que designó Julio A. Roca, en su segunda presidencia, para que vinieran a estudiar el nuevo Territorio Nacional de Los Andes, creado por Ley 3906 del Congreso Nacional el 9 de enero de 1900. Al parecer solo Oscar Doering acompañó esa primera expedición científica oficial a los Andes. Ello surge del valioso trabajo publicado por el “Naturalista Viajero de la Dirección de Agricultura y Ganadería” del Ministerio de Agricultura, don Eduardo A.

Holmberg (h), hijo del famoso naturalista y uno de los fundadores de las ciencias naturales en el país: barón Eduardo Ladislao Holmberg. Oscar Doering se limitó a publicar una breve reseña de ese viaje titulada "Informe sobre el Territorio de Los Andes" en la  Memoria del Ministerio del Interior correspondiente al año 1900, Imprenta de "Tribuna", página 463, Buenos Aires. Allí apunta en la necesidad de: “Es indispensable disminuir el aislamiento del mundo civilizado en que se encuentra el nuevo Territorio"; para lo cual propone, como otros antes y después, la conexión ferroviaria como vía de comunicación entre distintos espacios geográficos y económicos.

Había que romper con el influyente pensamiento de algunos hombres del puerto que, en su centralismo, aseveraban que los nuevos territorios incorporados a la Nación eran: “Un conjunto de tierras pobres, inhóspitas e improductivas, llenas de indios y sin futuro”. El hallazgo de enormes riquezas minerales, especialmente boratos, cobre y oro (hoy el litio), darían por tierra con esas ideas reduccionistas. La misión Doering-Holmberg comenzaría a mostrar el potencial del territorio puneño en un viaje entre febrero y abril de 1900. Doering, Holmberg y los demás viajeros llegaron por tren hasta la estación Ruiz de los Llanos del Ferrocarril Central Norte y desde allí con animales por El Brete y Pampa Grande arribaron a Molinos, donde comienza la narración. La descripción, un folleto de 77 páginas, es muy amena y abarca gran parte de la actual Puna salteña entre los salares de Pastos Grandes y Hombre Muerto.

Un mapa muy pobre muestra los recorridos realizados en condiciones difíciles, a lomo de mula, y que cubren cientos de kilómetros cuadrados. Se refieren ampliamente a la flora, la fauna, las riquezas minerales, el modus vivendi, el paisaje árido, la fisiografía, las aguas, la vida pastoril, los ganados, los camélidos, los tejidos, las tejedoras, las sustancias colorantes, las vestimentas, los cerros y sus alturas, la caza de las chinchillas y otras decenas de temas. Estas tempranas proezas puneñas quedaron olvidadas. Los argentinos lamentablemente somos lentos para el reconocimiento y rápidos para el olvido. La vida de estos hombres (los Holmberg’s, los Doering’s, etcétera), así lo demuestran.

* Doctor en Ciencias Geológicas

 

 


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