RICARDO SARMIENTO*

El periodismo pudo empezar con las tablas de Moisés o con los milenarios dibujos en las rocas de Petra o en las cuevas que fueron habitadas por nuestros primitivos ancestros.

Los jeroglíficos egipcios son también crónicas de evolución de la humanidad.

Pasó el tiempo desde el papiro y los rollos sagrados hasta la imprenta de Gutemberg.

La imprenta convivió varios siglos con la pluma que usaron Manuel Belgrano y Mariano Moreno.

El periodismo en Argentina fue y es una herramienta difusora de ideas modernistas y también un arma de luchas políticas internas.

He visto todos los cambios. Desde el Morse, la teletipo, la linotipo, la impresión en plomo, la impresión en frío, la Olivetti, la Remington, la IBM, el DOS, la fotocomposición en frío, la desaparición del oficio de corrector con la evolución de Windows y el Word, veo la caída constante del diario y la revista en papel. He visto periodistas muy cultos, grandes melómanos, lectores incansables, poetas y músicos que veían en el periodismo un medio de vida, a pesar de ser este oficio menor: "ese arte que dura menos de 24 horas" al decir de Borges. Pero también he visto cómo esos periodistas fueron reemplazados generacionalmente por modelos de pasarela, algunas inteligentes, y también por abogados, economistas, médicos, arquitectos, sociólogos, psicólogos, politólogos...

He visto desde el cafetero, cadete, que se convertía en periodista brillante. También he visto intelectuales altaneros con más ideología que sabiduría. He visto periodistas golpistas y grandes demócratas. Y veo militantes políticos para los que cuenta más el gobierno de turno que la verdad. He  debido pelear con trogloditas que por supersticiones impedían el trabajo de la mujer en los antiguos talleres de impresión en plomo y en los más modernos de fotocomposición en frío. He conocido y conozco a hombres y mujeres íntegros que aman la verdad y el oficio. He conocido grandes corresponsales de guerra y cobardes pusilánimes y mediocres competitivos y envidiosos. He visto periodistas honestos y otros enriquecidos por la corrupción y las malas artes. He visto desde los teléfonos a manivela, pasando por los primeros portátiles hasta llegar al Android y al IPhone. He visto grandes redactores con un dominio magistral del lenguaje y jóvenes, e incluso veteranos oportunistas, desleales y analfabetos funcionales que no diferencian "hay" de "ay" o que confunden oferta con demanda.

He recorrido el espinel, pasillos, despachos y gastado suelas para asegurar la veracidad de las fuentes y veo millenials que no se levantan de una silla porque creen que no necesitan chequear ni la hora en que viven. He visto un periodismo altivo, fogoso, valiente y arriesgado, comprometido con la verdad, y un periodismo virtual sin más pasión que por la cuenta bancaria, las vacaciones y la ventaja de trabajar sin esfuerzos físicos. He vivido en este oficio desde los 9 años y lo sigo eligiendo. El periodismo es una novia ingrata o la forma más divertida de ser pobre. También es una forma de buscar Justicia o consolidar la democracia. Pero para eso es necesario que los veteranos formemos buenos periodistas. Y para ser buen periodista es imprescindible ser buena persona.

*Periodista argentino. Consultor de inversiones, negocios e imagen pública