ÁLVARO RÍOS ROCA*
Ningún Gobierno en la vida republicana de Bolivia ha tenido la suerte de generar los dantescos ingresos rentistas por exportaciones de materias primas, en este caso gas natural, como los de Evo Morales. El año 2006, cuando entró al poder, recibió reservas probadas (con mercado) de 16 trillones de pies cúbicos de gas natural (TPC) y nos ha dejado con 6.00 TPC de reservas. Recibió mercados con infraestructura desarrollada, contrato de gas firmado a Brasil por 20 años y un deficitario mercado en Argentina.
La gestión de Evo Morales se dedicó a gastar y despilfarrar a mano llena la bonanza. Esto a vista y complacencia de todos los bolivianos, y nos dejó un sector en estado comatoso, lo quiera o no lo quiera reconocer el Gobierno actual, que por ir a la campaña electoral no ha desnudado al hueso lo acontecido.
En su periodo de mandato (2006 a 2019), Evo Morales ha recibido ha recibido 47.400 millones de dólares (MMUSD) de exportaciones, con un promedio anual de 3.163 MMUSD. Hagamos un repaso histórico.
Si nos remontamos a 2003, entonces exportábamos 15,18 millones de metros cúbicos diarios de gas (MMMCD) a un precio promedio de 1,9 USD/MMBTU generando exportaciones de 400 MMUSD. Si nos remontamos a 2005, año que Evo Morales gana sus primeras elecciones, los volúmenes de exportación trepan a 23,36 MMMCD, con precio promedio de 2,59 USD/MMBTU y generando exportaciones de 838 MMMUS. Recordemos que, en 2004, antes de la toma de mando de Morales, se aprobó una nueva Ley de Hidrocarburos subiendo los tributos de 18% a 50% como mínimo.
Si vamos al año 2008, los volúmenes de exportaciones se incrementan a 33,54 MMMCD con un precio promedio de 7,53 USD/MMBTU y generando exportaciones de 3.099 MMUS. Si nos remontamos a 2014, las exportaciones en volumen son de 48,83 MMMCD con precio promedio de 9,38 USD/MMBTU y reportando ingresos de 6.176 MMUSD.
Remontándonos ya a 2018, cuando se monetizaron las reservas y la capacidad de producción había disminuido y los mercados se tornaron más complejos y menos demandantes, se exportaron 37,95 MMMCD, con precio promedio 5,70 USDMMBTU e ingresos de 2.957 MMUSD. Proyectando con optimismo, este 2020, llegaremos a volúmenes de 23 a 25 MMMCD a un precio promedio máximo de 4 a 4,5 USD/MMMBTU e ingresos de 1.400 a 1.500 MMUSD.
Es decir, los ingresos del 2020 son muy parecidos a los recibidos el año 2006, cuando comenzaban a subir los precios y volúmenes de exportación y ya con elevados impuestos en boca de pozo. Las proyecciones para los años que vienen son aún más lapidarias y con mucha incertidumbre, por los mercados en competencia, la declinación de campos y la delicada salud de YPFB.
Bueno todo esto ya fue y quedara para la historia y los historiadores. Empero ya es hora de que, y muy en serio, comencemos a debatir que vamos a hacer con este sector tan importante que está llegando a tocar fondo y ha sido caja para muchas instituciones, para bonos y, sobre todo, para proyectos fracasados como la planta de urea y, por qué no decirlo, para la flagrante corrupción.
Nunca estuvimos de acuerdo con la Ley de Hidrocarburos de mayo de 2005 –que dispone que “el Estado retendrá el 50% del valor de la producción de gas y del petróleo”– porque mataría la exploración y significaba riqueza para ese momento y pobreza para mañana. Nunca estuvimos de acuerdo de hacer de YPFB el monstro que es hoy en día, nunca con la planta de urea y muchas cosas más.
Les guste o no les guste a muchos, vía pragmatismo, el próximo 2021 cuando se haya tocado fondo, habrá que reinventar el sector y trabajar en estructurales modificaciones a la CPE en materia de hidrocarburos (garantías a las inversiones, por ejemplo, y regalías e IDH) y un viraje completo de la Ley de Hidrocarburos incluyendo lo que vaya a ocurrir con YPFB, algo que ya debíamos estar haciendo. Mejor antes que después.
* Exministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual socio director de Gas Energy Latin America