HUGO DEL GRANADO COSIO*
La aparición del coronavirus a nivel mundial ha sorprendido a todos.
Las medidas que se pueden tomar son solo preventivas y de acondicionamiento del sistema de salud para responder a la posibilidad cierta de su colapso. La desastrosa gestión del MAS dejó a Bolivia como el país menos preparado de Sudamérica para enfrentar la pandemia.
Las secuelas económicas serán duras. En Latino América, según Alicia Barsena, Secretaria Ejecutiva de la Cepal, “estamos ante el principio de una profunda recesión. Estamos ante la caída del crecimiento más fuerte que ha tenido la región”. Si a la caída de precios de las materias primas se le suma la disminución de la actividad económica de los países de la región y la contracción de la economía de China y de Europa, la reducción del PIB regional podría llegar al 3% y al 4%.
Entre los sectores más golpeados de la economía mundial está el del petróleo, no solo por la pandemia; al desbalance que ya afectaba el mercado, se ha sumado la del coronavirus haciendo que esta crisis sea una sin precedentes en su historia. El precio del petróleo WTI cayó en más del 70% desde su pico reciente, el 6 de enero, de 70,87 $us/Bl, hasta 20 $us/Bl, en marzo. A la fecha hay una leve recuperación por encima de los 20 $us/Bl, ocasionada por las medidas económicas de emergencia ante la crisis sanitaria adoptadas por Estados Unidos y la posibilidad de que la OPEP y sus aliados (OPEP+) cesen la guerra de precios.
La presión combinada vino de varios frentes, la caída de la demanda por la desaceleración de la economía china se precipitó a niveles inesperados, por la pandemia, especialmente en el sector transporte, la preexistente sobreoferta en el mercado se convirtió en shock porque coincidió con la conclusión del acuerdo de la OPEP+ de recortar la producción.
El grado de colapso de la demanda, en particular, superó la capacidad de ajuste de la industria petrolera, la eliminación de más de tres mil millones de consumidores del mercado, debido a las cuarentenas, la ha privado de uno de sus factores de estabilización más importantes.
Un tercer factor que agravó la situación fue la decisión de Arabia Saudí de inundar el mercado de petróleo con mayor producción, para hacer sentir a rusos y americanos su peso en el mercado mundial. Arabia demostró que le interesa más recuperar sus cuotas de mercado que incrementar sus ingresos. La economía rusa no podría resistir un período prolongado de precios bajos y Estados Unidos tendría que acudir al rescate de cientos de empresas productoras de hidrocarburos no convencionales (shale).
Las consecuencias de la crisis se manifestaron inmediatamente en la saturación del almacenaje en todo el mundo por la acumulación de stocks, situación que nuevamente presiona los precios a la baja.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) sostiene que los países en desarrollo exportadores de petróleo podrían perder hasta el 85 % de sus ingresos en este año, y que las empresas productoras de shale quebrarían masivamente con precios por debajo de 30 $us/Bl. Por esta razón las inversiones en el upstream, especialmente en exploración, se han reducido drásticamente.
Se estima que la sobreproducción está en 10 millones de barriles por día (MMBl/D) y que los recortes a introducir, para estabilizar el mercado, deberían ser mayores a los 15 MMBl/D, meta muy difícil de ser alcanzada.
Uno de los efectos colaterales de la crisis afectó al gas natural por la conexión de precios que existe con los del petróleo, sobre todo en contratos de largo plazo. Si bien existen períodos de amortiguación de precios, estos pueden ser neutralizados si la crisis sanitaria se prolonga, en tal caso los productores tendrán que batallar para cubrir sus costos de producción, sin embargo, su exposición a la crisis es menor por el bajo consumo del gas en el sector transporte.
En Bolivia, la exportación de gas es una fuente vital de ingresos, el año 2013 llegó al 50% de las exportaciones, se calcula que éstas podrían caer en un 35% durante la gestión 2020, a pesar de la fórmula de amortiguamiento que se tiene. Este factor, más la volatilidad de precios se convertirán rápidamente en presión macroeconómica sobre las finanzas nacionales.
El problema logístico inmediato que está enfrentando YPFB, igual que en todo el mundo, es la saturación de la capacidad de almacenaje, tanto de producción como de productos refinados debido a la falta de consumo por la cuarentena. Es recomendable aprovechar el momento para renegociar los acuerdos con Argentina, por la cercanía del invierno y por los problemas que enfrenta en Vaca Muerta, y también abrir nuevos mercados en Brasil con clientes, aparte de Petrobras, para vender el saldo de la producción. En términos exploratorios, hay que acelerar la conclusión de las perforaciones en marcha y ser cautelosos con nuevos proyectos. Un descubrimiento en Huacareta o en Azero, donde se está perforando, levantaría los ánimos en el sector.
El Gobierno de transición –que recibió una economía maltrecha, con producción declinante y mercados oscilantes– tendrá que hacer frente al desafío de auxiliar a los sectores más vulnerables, financiar la recuperación del aparato productivo y al mismo tiempo combatir la pandemia. Es un enorme desafío.
*Ingeniero químico y petroquímico