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ANÁLISIS
Escribe Ricardo Alonso: La restitución de Plutón
MINING PESS/ENERNEWS
25/11/2019

Ricardo Alonso*

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Uno de los casos más apasionantes de la historia de la ciencia fue protagonizado por una mujer en la Francia de la primera mitad del siglo XVII. Su vida, su obra, sus descubrimientos y su injusta muerte son motivo de análisis luego de varios siglos en que los hechos tuvieron lugar. Estamos hablando de la baronesa Martine de Bertereau (aprox. 1590-1642), dama proveniente de una familia noble de Turena.

Por tradición recibió una educación exquisita en arte, música, letras, filosofía y cuestiones religiosas. Además de su lengua materna aprendió el griego, el latín y el hebreo a los que agregaría otros muchos idiomas producto de largos viajes. Entre ellos el italiano, español y alemán. Esta extraordinaria mujer no estaba interesada en la vida complaciente de una joven desposada dedicada a los quehaceres mundanos.

Su cerebro bullía con el fuego de un intelecto superior y se sentía preparada para grandes aventuras. Su pasión eran los minerales, las rocas y las vetas del mundo subterráneo: el reino de Plutón. Quería descubrir los tesoros de la tierra, estudiar cuales habían sido los mecanismos de formación de las venas metalíferas, buscar analogías y tratar de descubrir sustancias idénticas en otras regiones donde existieran condiciones similares. Y lo hizo. Tuvo la suerte de encontrar el amor de su vida en un hombre que compartía las mismas inquietudes.

Casó hacia 1610 con Jean du Chatelet, barón de Beausoleil y de Auffembach, quien se dedicaba a la minería gracias a su puesto de comisario general de minas en Hungría. Renunció a dicho cargo  y junto a su mujer comenzaron una exploración inédita que los llevó a visitar y estudiar minas en Alemania, Hungría, Polonia, Italia, Francia, los Estados pontificios, Escocia, Suecia y otros países de centro Europa.

Pasaron treinta años investigando y explorando sea para los gobiernos o con fondos propios. Para ello desarrollaron una gran cantidad de instrumentos desde las famosas varas adivinatorias de madera, de metal, o mixtas, pasando por astrolabios, “hidroiques”, brújulas, cuadrantes, sextantes, péndulos y toda una parafernalia de herramientas geométricas, astronómicas y radiestésicas. Además utilizaban los viejos principios de la química, más concretamente la alquimia, en busca de identificar los minerales o elementos allí presentes.

Martine y Jean hacían la pareja perfecta de buscadores de minas. En el ínterin nacieron sus hijos que en parte compartieron las aventuras de sus padres. Martine tenía la habilidad de escribir y ello la llevaba a tomar largas notas de las observaciones en los distritos minerales que visitaban. Especialmente los clásicos centros mineros de Freiberg, Sajonia, Harz, Chemnitz, Joachimsthal, los Erzgebirge o montes Metálicos, entre otros. Lo curioso es que Martine, en sus escritos hace referencia a que estuvo en Potoszi, esto es el cerro Rico de Potosí. Incluso comenta que bajó a las profundidades de la montaña de plata en el Reino del Perú a través de los “pozos y las cuevas de las minas”, a las que describe como “terribles en profundidad” y a la que los españoles llamaban “Esperanza de la Muerte”.

Esto genera incertidumbre ya que la descripción parece haber sido realizada por alguien que estuvo allí. Sin embargo los registros de pasajeros a las Indias embarcados en Sevilla entre 1600 y 1640 no muestran su nombre.

En caso de haber viajado pudo hacerlo desde otro puerto. Más complicado por la época era contar con el permiso real. La presencia de una mujer (y de los curas) en una mina andina era muy mal  visto en aquellos siglos ya que se relacionaba con tragedias, accidentes y desgracias varias. Martine estaba convencida de la relación existente entre los minerales y los planetas.

De acuerdo con la astrología el hierro estaba relacionado con Marte, el hidrargirio o azogue con Mercurio, el plomo y antimonio con Saturno, las esmeraldas con Venus y así sucesivamente. Con sus instrumentos, entre ellos las varas adivinatorias cargadas en una de sus ramas del metal que se buscaba y bajo la coincidencia astronómica del planeta influyente, se podía dar con el yacimiento de la sustancia mineral oculta.

Aún con la variedad y mixtura de instrumental alquímico, astrológico y astronómico, ello la convierte en una pionera en la geofísica de exploración de los yacimientos minerales. Fue también la primera mujer que tomó conciencia del valor de algunas plantas en su relación con las vetas. Observó que ciertos arbustos crecían asociados a determinadas vetas de metales. Desarrolló parte de la búsqueda metalífera utilizando a los vegetales como guías de prospección. En la geoquímica moderna esto forma parte de una disciplina llamada geobotánica. También se ocupó de las aguas, tanto las que salían de zonas de vetas y eran sulfurosas o ferruginosas, como así también de las que tenían valor de bebida o medicinal.

Con el cúmulo de conocimientos adquiridos solicitó al rey de Francia explorar su reino en busca de minerales. Sostenía que era posible generar riqueza como lo hacían los españoles de las Indias. Ella y el esposo comenzaron un intenso trabajo para descubrir y describir las minas y depósitos minerales de Francia. Esperaba ser recompensada con la autorización real para explotar por sí misma esas riquezas descubiertas. Presentó al rey un trabajo con unos 200 yacimientos descubiertos, censados o estudiados por ella y su esposo en base a sus propios recursos y peculio. En el ínterin su casa fue registrada por un preboste de la inquisición que secuestró instrumental, oro, monedas, libros y papeles. La acusación de brujería podía llevarla a la hoguera.

Nada de eso se comprobó pero sus pertenencias nunca le fueron devueltas por la iglesia. El matrimonio estaba empobrecido ya que ni eran recompensados ni sus grandes gastos les eran devueltos. Martine decidió escribir un libro, hoy una rara joya bibliográfica, al que tituló “La restitución de Plutón”, dirigido al controvertido cardenal Richelieu. El propio título hace alusión al dios mitológico griego de las profundidades. Allí escribe como prefacio un poema en forma de súplica, rogando interceda ante el rey para que alivie la situación económica delicada en que se encontraban. No solamente no los recompensaron, sino que el libro fue considerado una obra de superchería demoníaca, y los esposos y sus hijos fueron a parar a la cárcel.

Él a la Bastilla donde falleció en 1645 y ella al Castillo de Vinccenes donde murió en 1642. La relectura actual del libro permite descubrir una rica información del estado del conocimiento sobre yacimientos minerales en la primera mitad del siglo XVII. Ante la preocupación de algunos terratenientes sobre sus tierras en oposición a los minerales que contenían, ella les dice que el suelo y los minerales no se llevan bien ya que donde sobran los unos faltan los otros. Esta idea ha pasado siglos después a sintetizarse en “suelo rico igual subsuelo pobre y viceversa”. También apunta en favor de la minería señalando que mientras las cosechas y la vendimia ocurren una sola vez al año, los minerales pueden explotarse el año redondo.

El sacerdote español fray Benito Jerónimo Feijoo, sostiene con ironía en sus “Cartas Eruditas y Curiosas” que los primeros en usar las varas adivinatorias en la búsqueda de yacimientos minerales fueron “madama de Berteró”, a quien acusa de haber sido “una gran enredadora”; y su esposo, el “barón de Bello Sol”. En realidad el uso de las varas aparece graficado mucho antes en “De Re Metallica” de Agrícola (1556).

Feijoo es un crítico racional opuesto a cualquier cuestión adivinatoria y tiene una opinión negativa sobre los esposos franceses. Lo cierto es que más allá de los métodos y la calidad de sus resultados, Martine se convierte con sus libros e investigaciones en una pionera de la ciencia de la búsqueda de yacimientos minerales y se la puede considerar como la primer geóloga, ingeniera de minas, metalogenetista, geofísica y geoquímica de Francia y, en algunas disciplinas, a escala mundial. Su muerte en prisión, y la de su esposo, la convierten en una de las mártires de la ciencia.

*Doctor en Ciencias Geológicas


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