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ANÁLISIS
Scibona: Todas las miradas en la brecha cambiaria
30/10/2019

NESTOR SCIBONA

Néstor O. Scibona

Es una ley no escrita que a mayor endurecimiento de los controles cambiarios, más se ensancha la brecha entre el dólar oficial y sus cotizaciones alternativas, que pasan a ser el verdadero termómetro del mercado.

Esta regla, tantas veces experimentada en la Argentina a lo largo de décadas, se cumplió ayer al pie de la letra en el debut del cepo aplicado por el Banco Central a la compra de dólares por parte de particulares.

Como era previsible, hubo un leve retroceso del tipo de cambio oficial (minorista y mayorista) con respecto a la rueda del viernes y un avance más pronunciado de las cotizaciones alternativas (blue, MEP y contado con liqui), que se ubicaron entre 16 y 36% por encima, con un repunte de seis a nueve puntos porcentuales en una sola jornada. De ahora en más, toda la atención de ahorristas, operadores y analistas está centrada en la brecha cambiaria, porque cada cotización marca el precio al que efectivamente se pueden conseguir dólares, a diferencia del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), que desde el 1° de septiembre había perdido buena parte de esos atributos.

 

También era previsible que el control light aplicado entonces (con un tope de US$10.000 mensuales por persona, al igual que para realizar transferencias al exterior) no iba a poder sostenerse más allá de las elecciones del domingo, cualquiera fuera el resultado. Era un agujero demasiado grande por el cual se escurrían aceleradamente parte de las reservas del BCRA y que ponía en riesgo el stock que la institución dejará al próximo gobierno.

Solo en septiembre, nada menos que 1,69 millones de individuos efectuaron compras netas por casi US$2900 millones a precio oficial (de los cuales 70% fue por montos de hasta US$1000), frente a ventas brutas equivalentes a menos de una cuarta parte de aquel monto. Este drenaje hizo que el BCRA pesificara además cobros en moneda extranjera (de trabajos facturados por profesionales independientes y de jubilados y pensionados en el exterior) e impusiera restricciones de plazos a operaciones de arbitraje con dólar MEP y CCL.

Para más datos, la caída de reservas desde las PASO superó por todo concepto los US$23.000 millones, mientras que el stock de libre disponibilidad se estima en algo menos de la mitad de esa cifra 

El reducido límite de compras que rige desde ayer (US$200 mensuales con débito en cuenta en pesos y US$100 en efectivo, en ambos casos no acumulables) es apenas simbólico, ya que el nuevo cepo tiene el declarado propósito de preservar el alicaído nivel de reservas hasta el 10 de diciembre. De ahí que sea imposible no asociarlo con el que aplicó Cristina Kirchner en octubre de 2011, una semana después de haber logrado su reelección con el 54% de los votos. La diferencia es que aquel se extendió durante más de cuatro años (y fue sumando trabas a importaciones, cupos a exportaciones y recargos impositivos a cuenta para viajes al exterior) hasta diciembre de 2015, cuando fue levantado por Mauricio Macri. Entonces, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo había trepado al 58%.

Conformidad de Fernández

Según lo que trascendió tras la reunión que mantuvieron ayer Macri y su sucesor, Alberto Fernández, en la Casa Rosada para iniciar una transición política civilizada, el presidente electo no cuestionó el endurecimiento del control de cambios.

En realidad, lo venía reclamando desde su triunfo en las PASO, aunque con una salvedad: también pedía que el dólar no subiera demasiado, para lo cual el BCRA debía intervenir en el mercado con montos que se tornaron insostenibles en las últimas semanas.

Para Alberto Fernández el nivel de reservas con que habrá de asumir se transformó en un punto crítico, ya que de ello dependerá su margen de maniobra para refinanciar los vencimientos de deuda -con o sin quita-, que fueron postergados para los primeros meses de su gestión.

No solo eso. En diciembre, el BCRA deberá emitir más pesos para atender parte de esos pagos, más sueldos y jubilaciones, que podrían equivaler a un tercio de la base monetaria. Si esos excedentes no fueran absorbidos por una mayor demanda (hoy prácticamente nula), la combinación de más pesos y menos dólares crearía una fuerte presión inflacionaria, que buscará contener transitoriamente con un acuerdo de precios y salarios.

Pero también deberá diseñar un programa económico integral y articulado para restablecer la confianza. De esto dependerá el progresivo retorno de parte de los US$20.000 millones de dólares que en lo que va de este año salieron del circuito económico y agudizaron la recesión.

Por ahora, la única incógnita que despejó el BCRA fue haber descartado el desdoblamiento del mercado cambiario, mediante un dólar comercial regulado (para importaciones y exportaciones) y otro financiero libre (para pagos de deudas privadas, turismo al exterior y atesoramiento), como especulaban hasta hace pocos días no pocos analistas financieros.

Sin un plan económico consistente, que genere mayor oferta, este esquema tampoco resuelve el problema de la brecha, ni las expectativas de devaluación, ni las presiones sectoriales por un mix entre ambas cotizaciones, como ocurrió muchas veces en el pasado.


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