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ANÁLISIS
Guadagni: Cómo superar el retroceso energético
12/02/2019
ENERNEWS/ Clarín

ALIETO ALDO GUADAGNI

La matriz energética argentina se caracteriza por su gran dependencia del gas y del petróleo que llega a un 85 por ciento del consumo total, mientras que en el mundo esta importancia no supera el 60 por ciento. La mitad de nuestro consumo total energético corresponde al gas. Son pocos los países con mayor incidencia del consumo de gas que nosotros (Trinidad y Tobago, Qatar, Irán y EAU).

Argentina descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia en 1907, en 1922 se crea YPF y comienza el desarrollo de los hidrocarburos. A lo largo del siglo XX la política petrolera registro cambios y hubo años de estancamiento productivo, pero la constante era que nunca caía sistemáticamente ni la producción de petróleo ni la de gas. A principios de este siglo ya éramos exportadores de hidrocarburos, que llegaron a aportar nada menos que la mitad del superávit comercial de la balanza de pagos.

Pero en el siglo XXI se registra un gran retroceso productivo, un hecho totalmente nuevo. Así pasamos de una etapa de energía barata, exportada y abundante, a la actual caracterizada por energía cara, importada y escasa.

Este proceso de cambio drástico en el escenario energético ha ocurrido a lo largo de este siglo: cuando Duhalde entrega la banda presidencial a Kirchner en el año 2003, producíamos 51 por ciento más de petróleo y el doble de gas que cuando había asumido la presidencia Alfonsín en 1983.

Pero cuando Cristina Kirchner es reemplazada por Macri en 2015, Argentina ya producía 26 por ciento menos de petróleo y 16 por ciento menos de gas que cuando Néstor Kirchner había asumido en el 2003. En la actualidad estamos produciendo 7 por ciento menos de petróleo, pero 9 por ciento más de gas que cuando asumió Macri.

Hasta mediados de la década pasada el sector energético aportaba alrededor de la mitad del superávit comercial externo, pero el aumento en el consumo y la sostenida caída en la producción nacional cambió la balanza comercial energética de una situación de superávit a otra con alto déficit, Grandes irregularidades regulatorias y el ingreso de un accionista australiano en Repsol-YPF causaron una caída en las inversiones exploratorias. Así perdimos el autoabastecimiento, a pesar de los altos precios internacionales del petróleo que llegaron a superar los 120 dólares por barril, cuando en la década del 90 apenas oscilaban alrededor de 20 dólares. Hoy el precio del petróleo está por arriba de 50 dólares.

Que seamos grandes importadores de gas como de derivados de petróleo es un hecho nuevo y negativo, que se explica por la caída en las inversiones exploratorias y en la producción en la última década, La gran dependencia de importaciones en los últimos años, principalmente en gas, GNL, gasoil y fueloil, significa que las alzas de los precios en los mercados internacionales tienen una influencia inmediata en los precios, complicando así el escenario inflacionario.

Esta es una de las razones por las cuales será necesario superar en los próximos años esta debilidad, y lograr que antes de una década los hidrocarburos dejen de ser una carga para nuestra balanza de pagos.

Nuestro avance económico es uno de los más bajos registrados en la última década en América Latina. No podremos mejorar sin aumentar las inversiones productivas, pero más inversiones no aseguran automáticamente un mayor crecimiento. Además es necesario que los costos de las inversiones no sean excesivos, anormalidad que no ha sido infrecuente en nuestro sector energético.

Un Banco de Datos de Hidrocarburos puede ser una pieza para lograr el óptimo aprovechamiento de nuestras reservas, concesionadas por las provincias a empresas privadas, ya que puede aportar datos para verificar el cumplimiento de los compromisos de inversión asumidos por los concesionarios ante los gobiernos provinciales.

Seremos un país abundante en gas: ya comenzó en los últimos tres años el aumento en la producción de no-convencionales, principalmente shale gas en Vaca Muerta.

Las estimaciones apuntan al aumento de la producción de gas en la próxima década. Podremos exportar gas a nuestros países vecinos, pero no será tan rentable para nuestro gas el acceso a los grandes mercados mundiales por vía marítima, por su lejanía geográfica a la cual hay que añadir los costos de licuefacción y posteriormente los de gasificación.

Esto nos indica que una buena decisión es expandir el mercado interno, lo cual exigirá transformaciones tecnológicas que incrementen la demanda interna de gas, particularmente en el sector automotriz, en el transporte y en muchas actividades productivas, especialmente en la industria.

La dependencia de importaciones energéticas nos hace ahora vulnerables a eventuales alzas de los precios en los mercados internacionales.

Por esta razón será necesario superar en los próximos años esta gran debilidad, y lograr que antes de una década los hidrocarburos dejen de afectar negativamente nuestra balanza de pagos, dejando así de utilizar las escasas divisas que tenemos que deberíamos aplicar al fortalecimiento productivo.

La buena noticia es que tenemos recursos naturales abundantes, particularmente recursos gasíferos en Neuquén. Si somos capaces de movilizar las grandes inversiones requeridas para explotar estos recursos, podremos dejar atrás este escenario de retroceso productivo que caracterizó la última década. La meta del autoabastecimiento energético es alcanzable.

(*) Ex secretario de Energía. Academia Argentina de Ciencias del Ambiente.


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