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ANÁLISIS
Zuleta: Cuidame el 2017. Morales Solá: Equilibrios en distritos inviables
02/11/2016

Cuidáme el 2017, que el 2019 se cuida solo

DIARIO DE MADRYN

Ignacio Zuleta*

La Argentina no está gobernada por Cambiemos; la gobierna el Partido del Ballotage, ese pergeño estratégico que formó el arco del voto no-peronista que cerró en 2015 el ciclo del duhaldo-kirchnerismo. La alianza que encabeza Mauricio Macri tiene asegurada la continuidad en el poder mientras pueda mantener la integridad de esa alianza, amenazada —como todo empeño colectivo— por los jinetes del fracaso. Si no sobrevienen tumultos de gestión –que no apareen en el horizonte–, y Macri logra saciar las aspiraciones de sus socios, tiene asegurada por de pronto la reelección en 2019. En los tres años que restan, el peronismo no parece en condiciones de rearmarse y sindicarse detrás de un liderazgo único. Aunque lo hiciera, tampoco presenta las condiciones como para sumar a otras formaciones que le permitan ganar en primera vuelta. Mientras se mantengan las condiciones políticas e institucionales de hoy, el ballotage será el único dador de poder en la Argentina. Eso dicta el lema que guía la estrategia del oficialismo: cuidemos el 2017, porque el 2019 se cuida solo.

El peaje Pichetto

Eso explica la pasión con la cual la corporación política se entregó a una de las sesiones de Diputados más ardidas y polémicas. Los diputados sesionaron durante casi 20 horas, con enfrentamientos de superficie y negociaciones profundas. El oficialismo logró la aprobación del proyecto que impone la boleta única electrónica (no el voto electrónico, como dicen los legos) con tal grado de acuerdismo con el peronismo que permita una aprobación pacífica en el Senado. En política manda quien ofrece futuro. Ese producto lo acumula hoy Macri, y lo sabe Miguel Pichetto, que será otra vez el árbitro de un peronismo invertebrado que maneja el principal activo de la oposición: la mayoría calificada en el Senado que necesitan los proyectos electorales. El jueves a media tarde el jefe del bloque opositor de la Cámara Alta tenía sobre su despacho el remendado texto final del proyecto que votó Diputados a las seis de la madrugada de ese día. Tenía, además, la opinión de los principales consultores electorales que tiene el sistema, más allá de las diferencias partidarias, que son el apoderadísimo del PJ, Jorge Landau, y el radical y ex director electoral entre 1999 y 2015, el abogado Alejandro Tullio.

Todo termina en el juez

Igual, admiten los propios negociadores de esta reforma, el texto aprobado es tan resbaladizo que algunas cláusulas terminarán en la justicia electoral. Una es la posibilidad de que los partidos provinciales puedan llevar candidatos presidenciales prestados por otras fuerzas. Es algo que negoció en plena sesión el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, por teléfono con el ministro Rogelio Frigerio y Pablo Tonelli, responsable por el Pro del proyecto en diputados.

Salió lo que en MPN quería, pero para que se cumpla tendrán que pedirles a los jueces que sus candidatos locales aparezcan en las pantallas. Otro entuerto que enloquecerá a los apoderados es el cupo del 50 y 50 para hombres y mujeres. Había sido observado por diputados del PRO como el propio jefe del bloque Nicolás Massot. Cuando se aplique, pueden darse casos como éste: si en unas PASO se enfrentan dos listas encabezadas por mujeres, la que gane pondrá a todas las mujeres y la que pierda a todos los varones. Otro disparate para que resuelva la Justicia. Le queda a la Corte resolver otra impugnación con esta nueva ley: el artículo 38° de la Constitución dice que los partidos deben asegurar internamente “la representación de las minorías”.

No se trata de las minorías de sexo o étnicas, sino de las minorías que pierden una elección. Con esta ley, el sexo —o género como se le llama en un préstamo de la cultura anglosajona– se impone por sobre el mandato constitucional. Esto puede hacer caer la ingeniería de obra gruesa que montó en el Congreso; habrá que oír, cuando eso ocurra, a las damas. La última sesión de Diputados la van a estudiar los académicos como un laboratorio de conductas. “No es lo mismo una ley que afecta a los ciudadanos que una ley como ésta que afecta a los políticos”, me decía en la madrugada de la sesión Emilio Monzó, que desapareció el fin de semana para reponerse de la paliza legislativa en su quinta de las cercanías de Luján. Mientras se recuperaba del esfuerzo se lamentó: “No sabés lo caro que sale todo cuando tenés en medio la negociación del Presupuesto”.

Timberos vs. inversores

Como ocurre en los negocios, en la política hay también inversores y timberos. Los inversores diseñan estratégicas, vienen de quebrantos de antaño y tratan de blindarse ante los naufragios del futuro. Los timberos, en cambio, ven un tapete y ponen una ficha, por si sale, y siempre con plata prestada. A esta raza pertenecen quienes en la madrugada del jueves hicieron circular, por sorpresa, el proyecto de aumentar las bancas del Congreso para adecuar el número al último censo, según la manda constitucional. Se anotaron en ésa Margarita Stolbizer, Sergio Massa, Nicolás Massot, Monzó y otros.

El argumento era que no se iba a notar y que, entre la noticia de la boleta única y la manifestación de las mujeres, iba a pasar inadvertida. El radicalismo y el peronismo, entre quienes abundan los inversores, frenaron con violencia ese envión, “Te lo va a vetar Macri”, le dijo Negri a Massot y a Monzó.

Clavado en banca, se le acercó Massa al jefe de la bancada radical, le dijo que Margarita estaba de acuerdo y que alguien había hablado con Elisa Carrió, quien avalaba la movida. Negri, que mezcla el humor cordobés con el de su tierra natal, Entre Ríos, le respondió:“Está bien, ahora salgan vos, Margarita, Lilita y los demás preferidos del público, hagan una conferencia de prensa y anúncienlo. Yo, que no soy nadie, les sirvo café”. El jefe del bloque radical se fue a su oficina y desde allí encadenó a todo su bloque en la negativa: “Mi experiencia legislativa me dice que, si a las 11 de la noche aparecemos con algo así, es tapa de todos los diarios, por encima de las mujeres que protestan.

Y nos van a matar. ¿Que el proyecto dice que se va a pagar con la plata del presupuesto del Congreso? El segundo título de esas tapas va a ser que al Congreso le sobra la plata”. Ganaron los inversores sobre los timberos porque esa cláusula también se cayó. Con humor Negri decía: “Estuve una hora hablando con los periodistas en Pasos Perdidos sobre la marcha del debate. ¿Cómo iba a volver a las 11 de la noche para decirles: Ah, muchachos, me había olvidado: además vamos a votar la creación de 70 bancas más”?

Jueces: los estamos vigilando

Macri recapituló en varios frentes después del retorno del Vaticano. Juntó a la mesa de coordinación del Gabinete que estaba desmadejada en el último mes por las rispideces Lousteau con los radicales. Esa mesa sesionó con pocos antes de la ida de Macri al Cicyp y discutió algunos temas que van a dar que hablar en las próximas horas. Uno, la campaña del Gobierno para presionar a la Justicia. En esa mesa del jueves, Macri le preguntó a Sanz qué había que hacer con las denuncias de Stolbizer sobre que el Gobierno alienta la impunidad k a cambio de ventajas electorales.

El ex senador dijo que la diputada tenía razón, y eso movió a varios en sus sillas. No es que el Gobierno deba hacer algo –discurrió el ex senador–, pero es cierto que los jueces pasaron de la hiperactividad con los ex funcionarios a una pausa que despierta suspicacias. “Nosotros no presionamos a los jueces”, dijo Macri. No, –respondió Sanz–, pero los jueces deben saber que los miramos.
También se devanaron otras tramas más delicadas en mesas más chicas, como la que acompañó en la noche del jueves a Macri en la cena del colegio Newman, su alma mater, que lo tiene como estrella entre sus egresados. (…) El relanzamiento de Cambiemos, todo u tema aparte. Un cierre de semana para comenzar a pensar en un cierre de año.

*Periodista y consultor político. Editor responsable de www.zuletasintecho.com

Equilibrios en un distrito inviable

LA NACIÓN

JOAQUÍN MORALES SOLÁ

Sergio Massa es un interlocutor incómodo para el macrismo. Nadie sabe nunca cuál es su última palabra. Sin embargo, la relación con el líder del Frente Renovador no es la misma para Mauricio Macri que para María Eugenia Vidal. La gobernadora lo frecuenta (la última reunión entre ellos fue en la tarde del jueves último), mientras que el Presidente prefiere que la relación con Massa se formalice a través de terceros. Macri entrevé la especulación electoral del ex alcalde de Tigre y no soporta los zigzagueos que eso provoca en las decisiones de Massa. En cambio, Vidal estima, más que nada, el aporte del massismo a la gobernabilidad de la provincia.

Vale la pena poner el haz de luz en esa provincia, que es el principal problema político del país y el océano electoral que puede hundir o ungir a los principales dirigentes políticos. En el conurbano bonaerense, donde vive el 25 por ciento de la población nacional, arrasa el criminal apogeo de la inseguridad, habitan los más grandes núcleos de pobreza y los problemas tienen siempre un tamaño homérico comparados con los del resto del país. Los presagios sobre sublevaciones sociales, sobre todo en diciembre, siempre tienen como epicentro el conurbano.

¿Será así este diciembre, cuando después de 15 años gobierna un presidente no peronista? "No creo, responde Vidal. La gente está mejor ahora que en junio, que es cuando se empezó a hablar de levantamientos sociales", agrega. Los intendentes peronistas le juraron que ellos no quieren verse consumidos por el fuego de eventuales sublevaciones. Hay excepciones: el de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y el de Moreno, Walter Festa, dos kirchneristas acérrimos que podrían alentar los reclamos sociales. También se detectaron embrionarias gestiones en el mismo sentido de minúsculos movimientos sociales que igualmente responden al kirchnerismo. Vidal parece tranquila, pero la calma es relativa. "Aquí nunca se sabe. Hay sorpresas todos los días", explica.

¿Es inviable la provincia de Buenos Aires? La gobernadora demora la respuesta. Dice finalmente: "Sí, en las actuales condiciones". Lo mismo, exactamente, habían dicho dos dirigentes peronistas por esos días en conversaciones reservadas. Usaron la misma palabra: inviable. Las actuales condiciones que menciona Vidal son el reparto de los fondos federales, que los gobiernos nacionales fueron sacando a la provincia más grande del país.

Veamos un ejemplo, aunque no es el único. El Fondo del Conurbano se creó porque a Buenos Aires migró gran parte del interior del país y recibió también mucha inmigración de países limítrofes. Una ley de 1992 dispuso que se alimentaría con el 10% de la recaudación del impuesto a las ganancias. Cuatro años después, el gobierno de Menem lo limitó: le puso un tope de 650 millones de pesos/dólares de aquel momento. El excedente de recursos sobre ese tope debía ser repartido entre las otras provincias.

El proceso inflacionario que se inició en 2003 licuó el límite máximo de 650 millones de pesos. En 2015, en lugar del 10% de Ganancias sólo recibió el 0,2%, que representó el 1,3% del monto total del Fondo del Conurbano. Según un ensayo de Orlando Ferreres, si se respetara en 2016 el 10% de ese impuesto que se le otorgó inicialmente, los recursos que podría recibir la provincia de Buenos Aires por el Fondo del Conurbano serían de 51 mil millones de pesos, 78 veces más que lo que le dio el gobierno anterior.

Sin embargo, Vidal es sincera cuando anticipa que no podrá pagar el bono de fin de año acordado por el gobierno nacional con empresarios y sindicatos. "Necesitaríamos unos 10 mil millones de pesos que no están en el presupuesto y que no los tenemos", explica. "Los gremios no lo han pedido", añade con un gesto de duda. No lo han pedido hasta ahora. Pero ¿es posible imaginar que esa actitud pasiva continuará si el bono se extendiera por todo el sector público y también por el privado? Nadie puede imaginar eso.

Los delincuentes matan a inocentes en el conurbano como quien tira al blanco. La gobernadora sabe que la gran asignatura pendiente de la política bonaerense es, precisamente, el satelital aumento de la inseguridad. La oposición (y algunos aliados también) la acusa de haber consentido una continuidad de la policía bonaerense de Daniel Scioli. "Sigue mandando Granados", dice un peronista que no lo quiere a Scioli. Granados, caudillo peronista de Ezeiza, fue el último ministro de Seguridad de Scioli. Vidal responde que se equivocan, que ella sólo ha comenzado la revisión de las fuerzas de seguridad cuando relevó a la cúpula del Servicio Penitenciario. Aunque no lo dice, parece deslizar que lo mismo podría suceder con la conducción de la policía, en manos del comisario Pablo Bressi, antiguo jefe de la división de la lucha contra el narcotráfico en tiempos de Granados y Scioli. Bressi le valió el único enfrentamiento que tuvo con Elisa Carrió, que impugnó frontalmente al jefe policial.

"Me pondré la campaña al hombro", asegura con la vista puesta en las elecciones del próximo año. El oficialismo no tiene candidatos aún. ¿Y Margarita Stolbizer? "Primero tiene que estar adentro y no lo está. Sería una falta de respeto hablar de la candidatura de una persona que no está en la coalición". Pero Vidal conversa asiduamente con Stolbizer. Margarita también está cerca de Massa. Ya anticipó que lo único que sabe es que no irá sola a las elecciones del próximo año. Massa ya le ofreció un lugar en su boleta. El Gobierno, todavía no.

Vidal es la persona pública más popular del país, pero ella no puede ser candidata en su propio distrito. Su mandato de gobernadora concluirá sólo en 2019. Carrió dice que no tiene ganas de hacer campaña en la infinita geografía bonaerense, sobre todo después de su último problema de salud. Sospecha también que el Gobierno no la quiere como candidata bonaerense. Le teme a su derrota y le teme a su victoria.

El Gobierno no necesitaría mucho si, como indican fuentes seguras, Cristina Kirchner fuera candidata a diputada nacional por la provincia, siempre, claro está, que un juez no decida antes ponerla entre rejas. La candidatura de la ex presidenta fragmentaría aún más al peronismo. El ex ministro del Interior Florencio Randazzo, que es el candidato preferido por los intendentes peronistas, puso algunas condiciones. Debería realizarse un congreso del Partido Justicialista bonaerense para abrirles las puertas de las elecciones primarias a todos los candidatos, incluidos Massa y Cristina. Podrían participar el propio Randazzo y Scioli. Es probable que ni Massa ni Cristina quieran competir en esas elecciones. En tal caso, no podrán decir luego que representan al peronismo. Randazzo está más cerca de ser candidato que de no serlo.

Entretanto, el problema de Vidal es la gobernabilidad. Hasta ahora logró garantizarla con el apoyo del massista Jorge Sarghini, presidente de la Cámara de Diputados bonaerense. Vidal valora a Sarghini, pero éste cree que a veces el macrismo se deja llevar por lo que le conviene electoralmente, que es el kirchnerismo, y desprecia la gobernabilidad, que se la asegura el massismo. Sarghini podría irse del cargo a fin de año, cuando todavía tiene mandato para un año más. Está cansado de que el gobierno de Vidal, que es la que mejor se lleva con el massismo, lo subestime en favor del kirchnerismo. De esas cosas, precisamente, hablan Vidal y Massa. Nada es definitivo entre ellos. Las treguas y las peleas son siempre efímeras, frágiles, inestables.


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