(Por Martín W. Dedeu*, para Mining Press)
Como ya ha quedado explicitado de manera reiterada en estos últimos tiempos, la minería internacional se encuentra atravesando un momento muy complejo, como resultado de varios factores: una muy importante caída a nivel mundial en el precio de los principales metales (oro, plata y cobre), de gran potencial para la minería argentina; un incremento en los costos de producción, y, consecuentemente, la existencia de serias restricciones para el financiamiento de los proyectos.
Ello, como no podía ser de otra manera, ha repercutido en la actividad minera local. Sin embargo, se debe seguir insistiendo en su potencial. En primer lugar, desde el punto de vista de su geología, el país tiene numerosas áreas por explorar en provincias que ya han demostrado potencial con proyectos existentes. Desde este punto de vista puede decirse que la Argentina podría en el futuro ser mucho más atractiva que otros países con los que compite a la hora de atraer la inversión extranjera, tales los casos de Chile y Perú.
La Argentina tiene el potencial para convertirse en uno de los principales productores mundiales de Oro, Plata, Cobre, Potasio, Litio, Plomo, además de su tradicional fortaleza en lo que respecta a minerales asociados a la construcción (cales, piedras, rocas de aplicación) y minerales industriales.
Además, desde el punto ambiental, también puede decirse que tiene una clara ventaja competitiva, ya que sus principales operaciones nacieron con estrictos controles ambientales, lo que hace que los impactos estén bien limitados desde su inicio, situación que claramente debiera replicarse en los futuros proyectos.
Por otra parte, el sector minero local debe aprovechar que, tal vez por primera vez, los principales espacios políticos que el año próximo competirán en las elecciones nacionales por la Presidencia de la Nación, han asumido y manifestado públicamente su posición frente a la minería, situándola como uno de los sectores que motorizarán la economía nacional en los próximos años. Cabe acotar que la minería no solo tiene el potencial para motorizar la economía, sino que también debiera servir como eje de la transformación social.
A ello debe sumarse la situación que se está dando en provincias con un gran potencial, como lo son las de Chubut y Mendoza, en las cuales se ha abierto un espacio de diálogo y debate que, sin que aún pueda aventurarse en qué derivarán, muestran de por sí un avance muy importante frente a las actuales restricciones normativas que se dan en dichas provincias. Además, la Provincia de San Luis ha aprobado un Plan Maestro a mediano plazo, que pretende posicionar al sector como uno de los más relevantes de la economía provincial hacia el año 2020.
Pero no sólo el sector político ha mostrado un acercamiento al sector minero. Hoy es muy común escuchar una posición similar en otros sectores del empresariado nacional, y de la comunidad social en general. En diversos congresos y foros que se han realizado en los últimos meses, es muy común escuchar que la minería debe ser, junto con el agro y la energía, uno de los pilares del desarrollo al que se hizo referencia en el párrafo anterior. No es este un tema menor, y demuestra una vez más que no existe ni debe existir dicotomía alguna entre la minería y esos otros sectores, no solo desde lo declarativo, sino principalmente desde lo productivo.
Por último, debe destacarse la creación del denominado Foro Social de la Minería, surgido, en parte, a partir de la propuesta elaborada por CAEM de creación de un Observatorio Minero. Dicho espacio, en el cual además del sector empresario, participan representantes del ámbito eclesial, científico, académico, gremial, universitario, organizaciones no gubernamentales y asociaciones profesionales, pretende servir de lugar de encuentro, debate y diálogo, que contribuya a mitigar la innecesaria conflictividad que, ocasionalmente, ha debido atravesar el sector.
Todo ello ha quedado plasmado en una reciente encuesta de mercado elaborada para CAEM por Poliarquía Consultores, en la cual se muestra que, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, la imagen positiva del sector ha alcanzado un crecimiento de aproximadamente un 50% respecto de la medición anterior efectuada 2 años atrás. También, es de destacar que, con respecto a dicha última medición, esa imagen positiva en el ámbito del AMBA supera a la imagen negativa, siendo que esta última la superaba por casi 10 puntos hace tan sólo dos años.
Todo esto nos lleva a afirmar que la minería argentina se encuentra ante una oportunidad única para posicionarse y afirmarse como uno de los principales sectores de la actividad económica. Sin embargo, el gran potencial del sector al que se hizo referencia, más el mayor acercamiento y conocimiento de los demás sectores de la sociedad, no serán suficientes para que ese potencial se convierta en una realidad.
¿Qué se necesitará para ello? En primer lugar, lógicamente una recuperación de los precios a nivel mundial de aquellos metales en los cuales la minería argentina puede posicionarse como un jugador relevante. Pero además de ello, se deberá fortalecer el marco institucional, la previsibilidad, la seguridad jurídica, pero también pautas uniformes (nos referimos a la necesaria uniformidad que debe existir a nivel provincial para permitir el desarrollo del sector en todas ellas, más allá de los matices lógicos que puedan darse en cada una).
Además, se deberán articular políticas que favorezcan la competitividad del sector, en particular en lo que implique un marco tributario regresivo con alta presión fiscal. En definitiva, un conjunto de principios básicos que permitan un ambiente de negocios favorable al desarrollo del sector, lo que sin dudas beneficiará a la economía nacional, pero también, la de muchas provincias que no han logrado hasta ahora plasmar en la realidad el enorme potencial con el que cuentan.
*Presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros
