SE HA hecho evidente una drástica desaceleración de la economía, por caídas en la inversión y el consumo. Lo sorprendente para los analistas ha sido la aparente capacidad del mercado laboral para lidiar con esta desaceleración, dado que el empleo total en el país sigue mostrando crecimiento positivo respecto de doce meses atrás, y que la tasa de desocupación -si bien se ha incrementado en 0,6% en doce meses- se mantiene aún en 6,6% de la fuerza de trabajo, una cifra que dista de ser crítica.
El análisis más detallado de las cifras laborales, sin embargo, muestra un grave deterioro del empleo productivo predominantemente privado, mientras el empleo en áreas asociables a la acción del sector público -tales como administración pública y Defensa, otras actividades de servicios comunitarios, sociales y personales, o de salud, entre otros- crece aceleradamente. En efecto, el cambio en doce meses (INE, trimestre julio-septiembre 2014 respecto del mismo período en 2013) muestra un aumento total de la ocupación en el país de 91.890 empleos. Descomponiendo esa cifra encontramos que, en el mismo período, los empleos productivos caen en -31.787, mientras aquellos asociables al sector público se incrementan en 123.677. Así, el crecimiento del empleo total del país de 1,2% en doce meses, esconde una caída de -0,52% en el empleo productivo, mientras el empleo vinculado al sector público crece 7,6%.
Una situación similar se observó hacia mediados de 2012, cuando luego de la crisis externa y el terremoto de 2010, el empleo productivo llegó a mostrar una leve caída en doce meses en el trimestre mayo-julio de ese año, mientras los empleos influenciables por el Estado, al igual que ahora, crecían 7,8% en doce meses, lo que permitía lograr un crecimiento total en el empleo de 1,3% en doce meses, también similar al actual. La diferencia es que entonces no había lugar a equívocos en cuanto al rol que el empleo público estaba jugando. Cifras bien explicadas permitirían hoy entender mejor la relación entre el funcionamiento del mercado laboral y el desempeño general de la economía, lo que debería mejorar el diagnóstico sobre las necesarias correcciones de política para contener el serio deterioro laboral que se está gestando. Sólo seis meses atrás, el empleo productivo que hoy aparece cayendo al -0,52% en doce meses, estaba creciendo a más de 2% por año.
La falta de claridad en las cifras de empleo también distorsiona las mediciones acerca de la producción. Efectivamente, el gasto público, aun cuando sea para crear empleos en un ánimo puramente paliativo de dificultades, se considera como producción por un monto equivalente a lo desembolsado. Así, la contrapartida de un mayor empleo asociado a estímulo o acción estatal es una medición de producción sobreestimada, que también induce errores de apreciación.
Finalmente, tampoco debe ignorarse que la creación de empleos estatales es difícil de revertir, como muestra la experiencia de 2012, y que afecta el potencial de crecimiento por largos períodos. Esta es otra razón a favor de evitar recurrir a acciones puramente paliativas, mientras se postergan correcciones de fondo en el enfoque económico.