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DEBATE
Aerolíneas, Cristina y Buitres. Escriben Zlotogwiazda y Kohan
06/11/2014

¿Qué hacer con el déficit de Aerolíneas?

El Cronista

Por Marcelo Zlotogwiazda, Economista y periodista.

Según las proyecciones de la empresa, Aerolíneas Argentinas cerrará el año con un déficit de u$s 400 millones, un 69% más que el rojo que registró el año pasado. El resultado de 2014 quiebra una tendencia descendente que (a excepción del 2011 por el fuerte impacto en la cancelación de vuelos por la erupción del Puyehue) venían mostrando los balances desde la re-estatización a fines de 2008, cuando el déficit superó los u$s 850 millones. Medido en términos de la facturación, el déficit que se había reducido del 78 al 12% entre 2008 y 2013, este año representará un 22%.

La evaluación sobre la gestión de una empresa estatal no debe limitarse a su resultado económico-financiero. También hay que tener en cuenta que desde la expropiación la cantidad de frecuencias aumentó un 73%, los pasajeros transportados aumentaron un 50%, la flota de aviones se incrementó de 26 a 69, mejoraron mucho la puntualidad y la imagen de la compañía, entre otros logros. Además, subió la productividad por empleado, y el tiempo de vuelo diario por avión pasó de 5 a 9 horas y media.

Tampoco es correcto focalizar la valoración en comparaciones. Si bien es cierto que hay empresas regionales, entre ellas Latam (fusión de Lan y Tam) que ganan dinero, AA tiene, como línea de bandera, objetivos adicionales al lucro. Por ejemplo, mientras que en cabotaje Lan cubre en la Argentina 13 de los mejores destinos, AA llega a 36, y varios de ellos no son rentables.
De todas maneras, semejante déficit como el de AA obliga a indagar en causas y soluciones. Y aunque no siempre las comparaciones son válidas, hay veces que echan luz sobre el problema.

La conducción de AA explica que el salto en el déficit respecto a 2013 se debe fundamentalmente a la devaluación, que elevó mucho más los costos dolarizados que los ingresos en divisas, y que además provocó un fuerte descenso del 40% en la venta internacional con origen en la Argentina. Y agregan que, aún tras el salto del déficit, los aproximadamente $ 4.200 millones que recibirán del fisco para cubrirlo, representan apenas el 0,28% del gasto público.

Pero más allá de atenuantes, $ 4.200 millones de transferencia presupuestaria o u$s 400 millones de pérdida, es una montaña de dinero.

El equipo de Mariano Recalde sostiene que una de las causas centrales del desequilibrio es el excesivo costo laboral de la compañía, que representa el 33% de su facturación. Ese porcentaje duplica la incidencia promedio que los sueldos y salarios tienen en aerolíneas de la región: el gasto en personal de Copa equivale al 10% de sus ingresos; en Gol el 13%; en Avianca el 15%; el 20% en Latam; y el 21% en Aeroméxico. Un documento interno de la empresa señala que "equiparando el costo laboral con nuestros competidores Aerolíneas Argentinas estaría cerca de utilidad neta".

Ese mismo documento ilustra esa desventaja comparando la productividad de generación de ingresos por empleado. Mientras que en AA la facturación por persona es de u$s 150.000, en Aeroméxico, Gol, Latam y Avianca ronda en u$s 250.000, y en Copa se eleva a los u$s 320.000.

Señalan que "aún tras la devaluación, la carga salarial media de AA fue la mayor de la región": en junio de este año el costo salarial por empleado de AA era de u$s 49.500, por encima de los 48.000 de Aeroméxico, de los 45.700 de Latam, de los 36.000 de Avianca y Gol, y de los u$s 33.200 de Copa. No obstante, sostienen que "el principal problema es el número total de empleados". ¿Por qué, entonces, la dotación de personal creció un 15% hasta alcanzar los 11.500 trabajadores? Por la sencilla razón de que hay exceso en algunos sectores (pilotos y personal técnico) y escasez en otros, con lo cual la expansión del negocio y la inviabilidad de reasignar tareas (que un piloto atienda el mostrador o que un mecánico cargue valijas) obligó a contratar lo que faltaba.

Por decisión política la conducción de la compañía descartó ajustar por la vía de despidos o retiros voluntarios. ¿Cuál es el abordaje del problema que tienen los principales precandidatos? Sergio Massa ha dicho "que Aerolíneas Argentinas siga siendo del Estado, pero sin los mil ñoquis que denuncias los gremios". Mauricio Macri declaró en marzo pasado que "no podemos perder u$s 2 millones diarios, porque con ese déficit anual yo urbanizo todas las villas". En 2009 se había pronunciado a favor de una reprivatización.

El abultado costo laboral no es el único problema. AA está en clara desventaja frente a sus competidoras en la oferta de clase ejecutiva, que es parte de la crema del negocio. El confort de la mayoría de sus aviones no es de primer nivel, y la cantidad de asientos caros disponibles por avión es muy inferior al de otras compañías. Para peor, ocurre con frecuencia que parte de la clase ejecutiva es ocupada en forma gratuita por familiares de personal jerárquico que hacen valer derechos conquistados por convenio colectivo.

A Aerolíneas Argentinas también se le cuestiona que siga volando a algunos destinos internacionales que no son rentables y que tienen como clientela a personas de poder adquisitivo medio y alto. ¿Por qué no dejar que esas rutas sean cubiertas por compañias extrajeras?, argumentan los críticos. Pero, nuevamente, borrar el déficit que generan vuelos al exterior supone despedir al personal implicado. Lo que está fuera del menú político kirchnerista.

Faltan 57 días para saber si Cristina negocia o no negocia con los buitres

El Cronista

Por Guillermo Kohan.

Falta poco para saberlo, 57 días diría Sergio Masa. ¿Negocia o no negocia Cristina con los holdouts a partir de enero para salir del default y tratar de salvar la ropa de la economía en el año electoral?

El establishment político, empresario y financiero considera que lo único que puede fortalecer a la Presidenta mirando las Fiestas y el verano electoral es retomar la negociación con los acreedores, destrabar como sea los pagos de los cupones congelados por la Justicia de EE.UU., y reabrir el crédito externo para aliviar el cepo, la inflación, la recesión y el creciente malhumor social con el oficialismo.

No está tan claro que la Presidenta tenga ese diagnóstico. Mientras recupera su salud, posiblemente sus colaboradores le informen que van ganando en la batalla contra el dólar, que están dando resultado las políticas de persecución policial y legal contra empresarios, comerciantes y banqueros; en tanto que se negoció con cerealeras, petroleras y telefónicas para que ingresen un puente de dólares que permita pasar el verano hasta la próxima cosecha. Con préstamos del Banco de China, Francia y otros organismos, un colchón para no apurar la negociación de la deuda. O para no ir ‘de rodillas’ a negociar, como anticipó ayer Alejandro Vanoli, confirmando una vez más que se reabre la discusión. De ajustar el gasto ni hablar, más bien la posibilidad incluso de anotarse algunos puntos de imagen para fin de año, exceptuando el aguinaldo del impuesto a los sueldos.

Como quiera que sea, y aún en el marco de la actual tranquilidad transitoria del dólar merced a la represión al mercado y a la ilusión de enero con la deuda, parece claro que si la economía no recupera, o al menos da señales de parar de caer hacia fin del verano y en el año electoral, las chances para Cristina y para quienes corran con los colores del oficialismo claramente se tornan cuesta arriba.

Desde luego que el Gobierno carga con otras mochilas tan o más pesadas que la crisis económica de cara a las próximas elecciones. La inseguridad, los escándalos de corrupción, el estado más que penoso de la infraestructura en energía eléctrica, caminos, escuelas, hospitales, obras hidráulicas; o gestiones muy cuestionadas como la de Aerolíneas o el Pami. Y no está claro que aún retomando la negociación por la deuda, el trámite resulte tan express y exitoso como para garantizar un cambio tal de las expectativas económicas que realmente llegue a la calle a la hora de votar.

Pero definitivamente la situación económica, el bolsillo de la gente y las expectativas del dólar, han resultado cruciales en la Argentina cuando se cuentan los votos. En verdad, Néstor y Cristina sólo perdieron las elecciones en momentos de recesión y malas noticias económicas, como 2009 o 2013. Las presidenciales de 2003, 2007 y 2011 se dieron en momentos de fuerte recuperación. En 2003 y 2007 con dólar estable, y con dólar barato en 2011, fue cuando Cristina arrasó con 54%.

Para los líderes de la oposición y para los críticos del modelo pro Estado y anti mercado, la ilusión de reabrir la negociación de la deuda se torna una paradoja. Si Cristina negocia y paga a los holdouts, y mejoran las expectativas económicas, en verdad se puede fortalecer políticamente, llegar con mayor chance a las elecciones y hasta mantener parte del poder junto a Daniel Scioli y el PJ más unificado.

Para el Gobernador de Buenos Aires es de vida o muerte la ilusión de enero. Deberá rezar para que aparezcan dólares, se recupere algo la economía, y luego convencer a Cristina y a sus seguidores más radicalizados que será un fiel legatario del modelo. A la clase media y al mundo económico, Scioli deberá explicarles todo lo contrario, precisamente que no es Cristina.

Entre los hombres de negocios, el caso también es complejo de apreciar. Agobiados por los controles económicos y las presiones contra la libertad económica, muchos empresarios cuentan los días hasta que termine el mandato de Cristina. Una reapertura exitosa de la negociación externa les aumentaría el valor de sus activos y sus empresas. Pero puede significar también una Cristina, indirectamente eterna.

También los escándalos de corrupción que salpican al empresario Lázaro Báez en Estados Unidos deben incorporarse al intríngulis sobre la decisión oficial. Porque si la Presidenta se decide a reabrir la negociación (que es desde luego lo que sería deseable que haga por el bien de todos), recibirá durísimas críticas de quienes sospecharán que la jugada persigue el objetivo de tapar una investigación sobre los fondos de Lázaro Báez en EE.UU. Pesquisa que, según se sabe en medios de inteligencia, ya resulta imparable. Aún si Paul Singer recibiera todos los dólares necesarios para cancelar la causa discovery en Nevada, es muy probable que otros bufetes de abogados en Estados Unidos sean activados para continuar con las averiguaciones.

Al mercado, desde luego, poco le importa discutir las razones por las cuales Argentina normalizaría sus relaciones financieras internacionales. Aún si se retomara una negociación, sin que necesariamente se llegara rápido a un acuerdo, esa sola señal abriría un crédito que en verdad ya está jugando en menores expectativas de devaluación. Es una vez más la brecha cambiaria la variable a observar. Antes del mundial, cuando la mayoría suponía que se evitaría el default, la diferencia entre el oficial y el blue llegó al mínimo de 25/30%. Luego trepó casi a 90% y estos días descansa en 55/60%.

¿Qué pasa si Cristina no negocia y se sigue radicalizando? Muchos suponen que por ese camino los haría presidente más fácil a Mauricio Macri o a Sergio Massa, con el riesgo de que el peronismo la acompañe cada vez menos en esa aventura. El misterio termina pronto. Faltan 57 días para empezar a develarlo.


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