Por Néstor O. Scibona.
Cinco presidentes del Banco Central en 11 años indican que el problema no son los hombres sino las políticas. Tampoco este promedio de uno cada 2,2 años es excepcional en la Argentina: desde su creación, hace 79 años, el BCRA tuvo nada menos que 53 presidentes (con un promedio aún más bajo, de uno cada 1,4 años), cuando debió haber tenido sólo 13 si hubieran cumplido el mandato de seis años fijado en su Carta Orgánica. En ese extenso período histórico, con políticas económicas de distinto signo, la moneda argentina perdió 13 ceros a manos de la inflación. Si se considera que defender su valor es una función básica del Banco Central, el resultado final es desolador.
El reemplazo de Juan Carlos Fábrega por Alejandro Vanoli al frente del BCRA parece repetir el típico movimiento de péndulo entre presidentes más o menos restrictivos o expansivos en el manejo de la política monetaria y financiera. Sin embargo, esto es relativo desde la última reforma de la Carta Orgánica, que en 2012 convirtió al Banco Central en una virtual dependencia de la Casa Rosada.
Esa ley le permitió al gobierno de Cristina Kirchner desentenderse del desequilibrio fiscal, que no dejó de crecer por la aceleración del gasto público pese a una presión tributaria récord. El rojo fiscal pasó a ser financiado por la "maquinita" del BCRA. Y como, todo lo que suele hacer el kirchnerismo, en dosis descomunales: para 2014 se prevé una emisión récord de casi 190.000 millones de pesos, de los cuales unos 120.000 millones se concentran en los últimos tres meses del año. Una verdadera inundación de pesos en busca de destino. A falta de superávit fiscal, la otra pata de aquella reforma fue legalizar el uso de las reservas del BCRA para los pagos externos de la deuda pública, que en 2015 ascenderán a unos 12.000 millones de dólares (y a casi 20.000 millones si se incluye la deuda privada). Con la devaluación de enero ya licuada por la mayor inflación, se vienen reduciendo los ingresos por exportaciones mientras aumenta la demanda de dólares. De ahí que las reservas del BCRA se hayan reducido en 2700 millones de dólares en lo que va de 2014 y se ubiquen en 27.750 millones de dólares (de los cuales son netos 19.900 millones, según el Banco Ciudad).
Con esta abundancia de pesos y escasez de divisas se reducen los márgenes de maniobra del BCRA para frenar las presiones inflacionarias y cambiarias que produce esa combinación.
Aún así, los mercados descuentan que, por disciplina política, Vanoli no pondrá palos en la rueda a las exigencias de Axel Kicillof (que Fábrega retaceaba) para bajar las tasas de interés, empujar el crédito y la actividad económica. Hay consenso en que se viene una época de tasas de interés reales más negativas (o subsidiadas) frente a la inflación, tipo de cambio real rezagado, mucha emisión de pesos sin absorber y muchos controles sobre los mercados paralelos del dólar y sobre el sistema financiero. La primera medida adoptada por el flamante titular del BCRA ya apunta en esa dirección, al imponer un piso obligatorio de 23% en la tasa de interés para depósitos bancarios minoristas y anticipar una probable modificación de encajes.
El problema es que, con una inflación que ya apunta por encima de 40% anual, ese nivel más alto de tasa sigue sin ser atractivo para el ahorro en pesos. Sobre todo cuando el dólar paralelo acumula una suba de 60% en los últimos doce meses.
Otro problema, más de fondo, es que con una política como la actual, muchos argentinos -en especial los mayores de 40 años-toman como referencia el pasado para proyectar el futuro. Cada vez que hubo crisis económicas, los disparadores fueron crisis fiscales (déficits imposibles de financiar) o restricciones externas (escasez de divisas o de financiamiento), o ambas a la vez. El rumbo de la política económica es un camino de ida en ambas direcciones, con mayores inconsistencias y riesgos.
Por un lado, el gasto público sin financiamiento genuino no para de crecer, empujado en buena medida por los subsidios a la energía y el transporte y el déficit de las empresas públicas (Enarsa, Aerolíneas, Cammesa, etc.). Tampoco hay una mínima señal de austeridad, sino todo lo contrario: por decreto de necesidad y urgencia, en agosto se amplió el presupuesto en más de 150.000 millones de pesos; en la última paritaria de los estatales pasaron a planta permanente 7500 agentes contratados y en lo que va de 2014 se crearon un ministerio (Cultura) y dos secretarías (Pensamiento Estratégico y Acceso al Hábitat). Nadie cree que el Presupuesto 2015 cambie esta tendencia.
Por otro lado, si bien el gobierno de CFK pagó el costo político de normalizar deudas pendientes por 16.000 millones de dólares (con Repsol, el Club de París y el Ciadi), para tratar de conseguir financiamiento externo y evitar sobresaltos hasta fin de 2015, se atascó con el fallo del juez Griesa a favor de los holdouts (por el 10% de esa cifra) y, abrazado a la consigna "Patria o Buitres" precipitó el default parcial que tiende a complicarse con la ley de Pago Soberano. En otras palabras, reemplazó una sentencia de "cumplimiento imposible" por una ley de "aplicación imposible", ya que los pagos realizados por 800 millones de dólares (que siguen contabilizados en las reservas del BCRA) no pueden llegar a los bonistas que aceptaron los canjes bajo legislación neoyorquina. A menos que la necesidad lo obligue en 2015 a un incierto viraje.
Para colmo, el discurso de la Presidenta, que denunció un supuesto complot para "voltear al Gobierno con ayuda externa", se apoyó en la línea argumental de la última declaración de Carta Abierta, cuyo enfoque y dialéctica sobre la economía argentina y mundial atrasa por lo menos 40 años. Los intelectuales kirchneristas no sólo pronostican que antes de las elecciones de 2015 habrá "provocaciones, presiones devaluatorias e intentos de saquear el bolsillo popular con carestías y desabastecimientos". Para contrarrestarlos, proponen "afirmar y radicalizar formas de intervención pública para poner límite a los procesos de concentración económica" y "una más intensa y decisiva participación estatal en todas las esferas del comercio exterior, para defender (.) el dominio y defensa de las reservas en divisas".
En el camino de sostener los "cambios irreversibles" de la era K, sería útil que se plantearan cómo estimular la inversión privada, interna y externa, para retomar el crecimiento económico, que en ambos casos hoy está retraído por la desconfianza en la política económica. Hasta resulta contradictorio con el acuerdo entre la Casa Rosada y los gobernadores de las provincias petroleras para sancionar cuanto antes la ley de hidrocarburos, donde se expresa que "no existirá soberanía hidrocarburífera efectiva sin un fuerte incremento de las inversiones". Sería bueno que tuvieran en cuenta que la Argentina necesitará unos 20.000 millones de dólares anuales en la próxima década para desarrollar Vaca Muerta, que exceden las posibilidades del Estado y de YPF. Y aún cuando la ley es un anzuelo para actuales y futuros socios de YPF, con concesiones que podrían prorrogarse hasta 2060, no habrá un boom de inversiones inmediatas con una brecha cambiaria de 60% y cepo para utilidades.
Por ahora, al oficialismo le resulta más sencillo inventar complots incomprobables que resolver problemas comprobables..
Por Jorge Oviedo.
La presidenta Cristina Kirchner dice que el fallo del juez Thomas Griesa vulnera la soberanía. El mismo discurso del canciller Héctor Timerman en ese sentido. Lo que parece no tener en cuenta ninguno de los funcionarios es que, en materia de cuestiones ligadas a los títulos de deuda, cuando se concede una jurisdicción extranjera se renuncia a la oposición de inmunidades soberanas.
Lo hizo Néstor Kirchner cuando emitió bajo legislación extranjera parte de los bonos del canje en 2005, que tienen las mismas condiciones que los emitidos en la segunda ronda del canje, en 2010. Y en los que la Argentina renunció a la oposición de inmunidades soberanas al someterse a jurisdicciones extranjeras.
Es lo que acaba de volver a hacer el país cuando se firmaron, por ejemplo, los acuerdos con China para obtener financiación para construir las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. Se decidió que cualquier diferencia sería dirimida en arbitrajes, en inglés, ante la Cámara de Comercio Internacional, en París. Y el Gobierno se comprometió a que ningún área o ministerio de la administración opondrá inmunidades soberanas.
"De eso se trata, de que respeten al país, de que la soberanía del país es innegociable, no se negocia con la bandera, no se negocia con la soberanía, no se negocia? estamos dispuestos a debatir", dijo la Presidenta el pasado martes 30 de septiembre en uno de los saludos a sus adherentes en los patios de la Casa Rosada. Habló también allí de que "a lo que no se puede renunciar es a la dignidad y a la soberanía".
Para los especialistas en convenios y contratos con jurisdicción extranjera, precisamente firmar ese tipo de compromisos hace que se renuncie a la soberanía. "Si alguien quiere mantener plenamente su soberanía y la de sus tribunales y su legislación, simplemente no se somete a otros, que es lo que hace Estados Unidos", ejemplificó un abogado con amplia experiencia en los sistemas judiciales argentino y norteamericano.
En el caso de los bonos de la reestructuración de la deuda, la opción es clara. El prospecto o contrato que se ofreció está disponible en inglés en el sitio web de la Comisión de Valores y Acciones de los Estados Unidos (Securities and Exchange Comission, SEC son sus siglas en inglés), y dice en el parágrafo 17 que el país "está de acuerdo en que la sentencia final no apelable en cualquier procedimiento relacionado será concluyente y vinculante y podrá ser impuesta en cualquier tribunal especificado o en cualquier otro tribunal de la competencia de los que la República está o puede estar sujeta" (N de la R: la traducción no es oficial).
Las limitaciones son las de convenciones internacionales o, en el caso de los Estados Unidos, la propia ley de inmunidades soberanas que rige allí desde 1976. Se la reconoce a todo aquello perteneciente al sector público que tenga uso oficial, pero no comercial. No son embargables las sedes de las embajadas, por ejemplo, o la Fragata Libertad, entre otros bienes.
Tampoco, dicen los especialistas, se pueden oponer inmunidades soberanas superiores a las ya mencionadas cuando se firman tratados o convenciones. "El Estado se autolimita porque obtiene alguna ventaja a cambio; en el caso de la colocación de deuda, se obtiene una tasa de interés menor si se opta por la legislación de los Estados Unidos, del Reino Unido, de Japón, Francia o Alemania, que cuando se ofrecen, sobre todo a los extranjeros, contratos con leyes y jueces argentinos", explica un especialista.
"Lo que no se puede", dicen los especialistas, "es renunciar a la inmunidad soberana y luego reclamar que la devuelvan cuando el fallo de un juicio es adverso, incluso aunque, como el caso de Griesa, sea controvertido".
El kirchnerismo ha tenido desde el principio problemas para reconocer los fallos adversos, en propia jurisdicción o en una delegada. Son frecuentes las quejas por la demora en cumplir con las sentencias que favorecen a jubilados por actualización de haberes por parte de la Anses, por ejemplo.
Néstor Kirchner se fue de la presidencia sin haber encontrado una vía de arreglo para los arbitrajes desfavorables en el tribunal del Banco Mundial, que la Argentina también eligió voluntariamente y sólo fueron aceptados recientemente, tras numerosos reclamos, por ejemplo, del gobierno de Barack Obama.
Por Francisco Olivera.
En el mediodía del 13 de mayo de 2003, todavía con la expectativa de una segunda vuelta entre Carlos Menem y Néstor Kirchner, Julio De Vido, uno de los kirchneristas más poderosos de entonces, almorzaba en Buenos Aires con empresarios y fue interrumpido por uno de sus hijos. "Menem se bajó del ballottage", lo anotició. Además de hombres de negocios, acompañaban ese instante de euforia íntima del arquitecto dos comensales: José Estabillo, dirigente del Movimiento Popular Fueguino que gobernó Tierra del Fuego y preside ahora el Fondo Fiduciario Federal, y Juan Carlos Fábrega, todavía subgerente general de Negocios del Banco Nación.
Si hubo incondicionales de la primera hora al lado de Néstor Kirchner, no habría que excluir a este mendocino que acaba de abandonar la presidencia del Banco Central y que creció profesionalmente en Río Gallegos. Pero la Presidenta suele relacionarse con el entorno de su marido más como divorciada que como viuda. De Vido tuvo que asimilarlo a los golpes. "Tenemos un margen de tres metros cuadrados, pero resistimos", suele graficar José María Olazagasti, su secretario privado.
Fábrega no tuvo ni esa piel ni esa suerte. Si se las mira en perspectiva, sus penurias empezaron en realidad en enero, después del último salto devaluatorio, y fueron oportunamente adelantadas en público por Axel Kicillof: al día siguiente de la medida, el ministro atribuyó la devaluación a "maniobras especulativas" del banco HSBC y Shell.
Fue el comienzo. La resistencia del mendocino resultó desde entonces precaria: aunque acertó con medidas transitorias que reportaron una paz cambiaria de cinco meses, nunca logró la confianza del Palacio de Hacienda. Kicillof hace siempre kirchnerismo a cielo abierto: aquellas declaraciones en caliente explican hoy la renuncia que colmó de desazón al establishment.
Durante aquel fin de enero agitado, casi en simultáneo, Carlos Gonella, fiscal de la Procuraduría Adjunta de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), hombre vinculado con Carlos Zannini, recibía la instrucción de investigar a los bancos. La orden se extendió también a la Comisión Nacional de Valores, entonces a cargo de Alejandro Vanoli, hoy reemplazante de Fábrega; a la Unidad de Información Financiera; a la AFIP, y también a un organismo cuya respuesta la militancia juzgó lenta e insuficiente: el Banco Central.
Suspicacias que los detractores de Fábrega creyeron corroborar dos semanas después. Suponen que el 6 de febrero, mientras el organismo daba a conocer que obligaría a los bancos a bajar sus posiciones en dólares a no más del 30%, el Banco Macro se había desprendido horas antes de divisas a mejor precio. Una acusación difícil de probar, pero asentada en el trato fluido que, desde sus tiempos en el Banco Nación, el funcionario mantenía con Jorge Brito, dueño del Macro. Cristina Kirchner reflotó el tema esta semana: agregó que en septiembre, cuando se los instó a bajar esas tenencias del 30% al 20%, los bancos Patagonia, Supervielle, Macro, Mariva e Itaú se habían manejado con información privilegiada e hicieron lo mismo.
Fábrega pudo haberse enterado bastante antes de lo que pensaban de él. Pudo haber cursado, por ejemplo, la maestría en Desarrollo Económico que Germán Feldman, álter ego de Kicillof en el directorio del Banco Central, da en la Universidad de San Martín, clases en las que se lo llegó a definir como funcionario sin instrucción académica y formado en el sector financiero, algo que puede aportarle calle, pero también vicios propios del sistema. Lo que el manual del Kicillof ilustrado llama ortodoxia.
Que la Presidenta haya hecho propias estas nociones habla de los tiempos y del rumbo elegido. En 2012, ella misma había desoído un proyecto que Mercedes Marcó del Pont, entonces jefa del Central, le presentó para reformar la ley penal cambiaria e investigar a las cuevas. Aquel borrador, similar al que el Gobierno analiza ahora, consignaba ya los 80.000 expedientes de financieras en infracción que Cristina Kirchner le agradeció el martes a Gonella. El Banco Central no hizo nada, acusó la Presidenta. Fábrega escuchaba a pocos metros.
Al día siguiente, Gonella volvió en público sobre el asunto: detrás de las cuevas están los bancos. Contó entonces a Radio Nacional que la Procelac investigaba a siete entidades financieras. Esa tarde, apenas conocida la renuncia de Fábrega, un pequeño grupo de funcionarios celebraba el triunfo en el Palacio de Hacienda y recordó al HSBC como leading case: con allanamientos dictados por la AFIP y la Procelac, protestaron, el Banco Central no había sido capaz de hacer nada.
Es la justificación del relevo de Fábrega. Kicillof ha resultado, como en su momento Guillermo Moreno, un implacable detector de culpables. No parece casual que los dos se hayan ganado, cada uno a su turno, el oído de una Presidenta propensa a creer en conspiraciones, destreza que representa además el único éxito de gestión de ambos.
A diferencia de lo que lo enfrentaba con Moreno -sólo espacios de poder-, su desencuentro con Fábrega fue conceptual. En mayo, mientras el mendocino pedía internamente "no enamorarse del dólar a 8", y después de oír que Brito advertía que si el Gobierno no apuraba la quita de subsidios tendría que volver a devaluar, Kicillof volvió a ser explícito: "Cuando un banquero dice que se viene una enorme devaluación hay que ver si no está tratando de provocarla y generar esa psicosis. Siempre el sector financiero ha sido el que más gana".
Fue otro anticipo. Pero tuvo que renunciar Fábrega para que los banqueros entendieran que ha llegado su turno. Hace tiempo que en oficinas del Estado proliferan informes que consigan el rechazo que el sector financiero provoca en la sociedad. ¿Habría embestida más irresistible para un gobierno en problemas y obsesionado más por la agenda política que por las soluciones?
La lógica contra "las corporaciones" ya le sirvió para recabar adhesiones a la ley de abastecimiento. No hay nada que le salga mejor: Néstor Kirchner se recuperó de la derrota legislativa de 2009 a fuerza de triunfos en el Congreso. De ahí la inquietud que le genera ahora que el Grupo de los Seis quiera tumbar la ley en la Justicia. Se entienden, desde esa óptica, los esfuerzos de Augusto Costa, secretario de Comercio, por ofrecer a los empresarios negociar la reglamentación. O la solicitada con que Gerardo Ferreyra, compañero de militancia de Zannini en los 70 y dueño de Electroingeniería, recurrente ganadora de licitaciones para redes de alta tensión, planea dividir a la Cámara de la Construcción. Hay que admitir que su argumento es casi irresistible para el mundo de la obra pública: ¿qué gobierno pagaría certificados a una empresa que lo demandó?
No hay kirchneristas de la primera hora. Los verdaderos incondicionales aparecen siempre sobre la hora final..
Por Juan Carlos de Pablo.
Está desocupado quien busca trabajo y no encuentra, está subocupado quien trabaja menos horas de las que desearía. Consecuencia de la recesión, todo esto se volvió relevante en el sector privado de la economía. Junto a lo cual cabe preguntar: ¿cuántas horas desea cada uno trabajar a lo largo de su vida?; ¿cómo convendría distribuir las horas trabajadas a lo largo de una semana?; ¿tiene sentido reducir la jornada laboral, para que nadie esté desocupado por completo?; ¿qué tal cerrar los supermercados los domingos?
Al respecto conversé con el norteamericano Dale Thomas Mortensen (1939-2014), quien en 2010 compartió el premio Nobel en economía con Peter Arthur Diamond y Christopher Antoniou Pissarides. Según el Comité Nobel, lo merecieron "por sus análisis referidos a mercados donde existen fricciones en el proceso de búsqueda". El modelo DMP explica por qué en un mismo momento, en una misma localidad, hay taxis libres y pasajeros que buscan cómo movilizarse, así como simultáneamente hay vacantes y gente que busca trabajo y no encuentra. La fricción es un problema cuando la economía "funciona", la desocupación de la década de 1930 no fue friccional.
-La duración de la jornada laboral sufrió fuertes modificaciones a lo largo de la historia.
-Así es. Según Angus Maddison, en 1870 en los países más desarrollados se trabajaban 3000 horas por año, equivalentes a 12 horas diarias de lunes a viernes, o a 11 horas hasta el sábado al mediodía. Un siglo después se trabajaba la mitad, excepto en Japón. Debido a esta discrepancia, en las comparaciones internacionales algunos economistas sugieren no prestarle atención al PBI por habitante, sino al PBI por persona ocupada o, mejor aún, al PBI por hora trabajada.
-La reducción de la jornada laboral no ocurrió de manera continua ni pacífica.
-En Inglaterra, a comienzos del siglo XIX, William Nassau Senior estaba en contra de reducir la jornada laboral de 11 a 10 horas por día, porque como no se podía alquilar la fábrica durante una hora diaria, se elevarían los costos y la industria quebraría, por no poder competir con la oferta extranjera, que no estaría sujeta a esta restricción. Por otra parte, el Día del Trabajador se celebra cada 1° de Mayo en todo el mundo, menos en Estados Unidos, donde se conmemora cada primer lunes de septiembre, porque en ese país el 1° de mayo de 1886 perdieron la vida cinco personas, luchando para reducir la jornada laboral a 8 horas diarias.
-¿Cómo sigue la cuestión hoy?
-"El ideal del pleno empleo, entendido en su versión más ortodoxa y primaria de asegurar 100.000 horas de trabajo para cada individuo a lo largo de su vida laboral, parece una quimera hoy ya lejana", afirmó Luisa Montuschi en 1990. Sigue siendo cierto, aunque, por el otro lado, Francia tuvo que dar marcha atrás, cuando introdujo la jornada semanal de 35 horas.
-¿Qué le parece que todos trabajen un poco menos, para que desaparezca el desempleo?; ¿qué piensa de concentrar el trabajo semanal en una porción de la semana?
-Depende de la actividad, hay operatorias más flexibles que otras, pero, en general, por costos asociados con el entrenamiento del personal y la rigidez tecnológica, particularmente en la industria, no parece una buena idea. Ni que hablar de que en la Argentina, desde el punto de vista de la relación laboral, detrás de cada asalariado hay por lo menos un juicio laboral. ¿Concentrar el trabajo en algunos días de la semana? Otra vez, depende de la actividad.
-¿Qué piensa de que los supermercados y los shoppings no atiendan los domingos?
-¿Estamos hablando de asegurar el descanso dominical para todo el mundo o de que los perjudicados por la apertura de los supermercados los domingos consigan eliminar un factor de competencia? Para responder esta pregunta habría que preguntarles a quienes proponen la medida, si también la harían extensiva a quienes trabajan en cines, transporte público y restaurantes. Lo que sí me parece lógico es que quien trabaja los domingos gane más, además de gozar del correspondiente descanso durante el resto de la semana.
-Don Dale, muchas gracias..