Por César Mayoral. Ex embajador y ex representante argentino ante Naciones Unidas.

Después de su paso por Roma, donde almorzó con el Papa Francisco, acompañada de un nutrido grupo de dirigentes de La Cámpora y de funcionarios que pujaban por estar lo más cerca posible de su Santidad en la tradicional foto de familia que todo argentino que visita el Vaticano quiere sacarse, la Presidente, con esa misma delegación de 33 ‘occidentales’ se desplazó a Nueva York para participar en la 69 Asamblea General de Naciones Unidas y en la Sesión de Alto Nivel convocada por los estados Unidos en el marco del Consejo de Seguridad.

El almuerzo en Santa Marta, del cual solamente hubo información por parte de la Argentina, no por parte de la Santa Sede, le sirvió a la Jefa de Estado para vincular en su discurso en la ONU a un supuesto apoyo Papal a su crítica acérrima al accionar de los denominados Fondos Buitres.

Todo fue estudiado y puesto en escena prolijamente, la vestimenta, los miembros de la Delegación, el rostro crispado y adusto cuando habló en el recinto de la Asamblea y se refirió a los "terroristas económicos", las críticas públicas y las veladas a las autoridades de los Estados Unidos, al Secretario General Ban ki Moon y a la colectividad judía argentina, por haber criticado el Memorando firmado con Irán.

En su alocución ante la Asamblea General, que lamentablemente para la Presidenta, estaba prácticamente vacía, con la sola y abundante presencia de la delación argentina, prácticamente se dedicó a criticar al juez Griesa y a los holdouts, y de paso a los Estados Unidos por no enfrentar las causas del terrorismo islámico y por cambiar de bando de un año a otro. En el 2013 eran Siria e Irán y en el 2015 El Isis y el estado Islámico y Al Qaeda.

Asimismo dijo "desconfiar" (sic) cuando miraba por TV las ejecuciones de los dos periodistas norteamericanos, del inglés David Haines y ayer del montañista francés Hervé Goundel, de la veracidad de esas escenas, ya que se había convertido en una persona muy desconfiada. Una muy poco afortunada frase.

En su alocución en el Consejo de Seguridad la Presidente no acompañó la tendencia general de todos los Jefes de Estado y cancilleres que participaron en esa Reunión. Prefirió realizar una larga exposición, el Presidente Obama le llamó la atención por haberse excedido en su tiempo, donde mezcló preguntas con afirmaciones que parecieron una crítica a lo que proponía al resolución presentada por los Estados Unidos y aprobada por unanimidad por parte de los 15 Estados Miembros del Consejo de Seguridad.

La tendencia permanente de la Presidente por ser la persona más importante de toda reunión, esta vez no pudo lograrlo porque no era el lugar ni la oportunidad ser y ello se vio reflejado en su cara y en sus gestos, se la vio molesta, estaba en un lugar que no le era ameno, no tenía aplaudidores, ni admiradores, los Jefes de Estado presentes no la escuchaban a ella sino que escuchaban a su traductor (un hombre).

En síntesis la presencia en esta 69 Asamblea General no tuvo otro objetivo que presionar a la Justicia americana para que modifique su decisión sobre la deuda argentina. Lo triste es que la Presidente sabe perfectamente y con claridad que lo que ella hizo: visitar al Papa, utilizarlo como apoyatura después en la ONU para acompañar un discurso de barricada, destacando el éxito de una Resolución de la Asamblea para que en la próxima se discuta un texto de Convención que de concretarse tendrá legalidad dentro de cinco o seis años si logra las ratificaciones necesarias, cosa bastante dudosa de acuerdo a los antecedentes y a los apoyos recibidos, no le sirve a la Argentina para arreglar en forma diferente y ventajosa el tema de su deuda.

Entonces para que lo hizo. La respuesta debe leerse junto al acto de Argentino Juniors, a la mala administración que está realizando su gobierno en el área económica y a que lo que se pretende es llegar lo peor posible al 2015 para entregar el poder a otra persona que deberá pasarse un largo tiempo tratando de arreglar este desaguisado de la deuda en lugar de dedicarse a resolver los problemas más acuciantes , la inflación , el desempleo y la pobreza.

En síntesis la Presidente viajó, habló y no modificó un ápice el tema de la deuda, además no dejó a la Argentina bien parada ante sus colegas Jefes de Estado, en fin todo sigue igual: mal.