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ANÁLISIS
Tombolini: "Dolarización y malos pronósticos en el escenario futuro"; Fernández Canedo: "El riesgo de bajar la tasa mientras el dólar no está"
14/08/2014

Dolarización y malos pronósticos en el escenario futuro

El Cronista

Por Matías Tombolini .

Las consecuencias de la probable escasez de divisas en la volatilidad del precio del dólar (en todas casi todas sus versiones) se hace cada vez más evidente.

La situación irregular que se vive de la mano de la imposibilidad de cumplir con nuestros compromisos de deuda, producto del estrafalario modo de aplicar la sentencia que tiene el juez Griesa, en los hechos nos deja fuera de toda posibilidad de conseguir financiamiento internacional a tasas razonables, se suma a la consolidación de precios de la soja muy por de debajo de lo esperado, cuando aun restan 25 millones de toneladas para liquidar.

El dirigente agrario Eduardo Buzzi estimó en u$s 4 mil millones la merma en el ingreso de divisas producto de esta caída en el precio de la oleaginosa. Situación que no parece que se vaya a revertir en el corto plazo dada la muy buena cosecha en Estados Unidos.

En criollo, a estos precios nadie quiere vender y más aun si empiezan a pensar que el dólar puede subir.

Dicho esto solo es cuestión de esperar que las matemáticas hagan el resto, es decir, no parece razonable suponer que el tipo de cambio ilegal podría sostenerse en los precios previos al 30 de julio, si la expectativa es que haya más pesos y menos dólares de aquí a fin de año.

Un camino podría ser sostener la tasa de interés como refugio alternativo de los pesos, pero el gobierno decidió hacer lo contrario y bajó la tasa para impulsar el consumo así como la inversión.

A partir de aquí es cuestión de ver hasta dónde el poder ejecutivo intenta combatir la suba del paralelo para evitar un recalentamiento de la divisa en momentos en que las herramientas que tendría para actuar –si esto sucede con la vehemencia de comienzos de año– son sustancialmente menores que en otros momentos de la gestión kirchnerista.

Sin embargo la cuestión fundamental que resta por saberse no es el valor del dólar ilegal, ni el ritmo de aumento del precio del dólar oficial hasta fin de año, sino hasta dónde la idea de no cumplir con el fallo de Griesa responde al supuesto del riesgo derivado de la cláusula RUFO y hasta dónde es una decisión política de no pagar a los buitres un solo dólar mas allá de lo ofrecido en 2005 y 2010 al 92% de los que ingresaron en el canje, aún mas allá de diciembre.

Si este fuera el caso poco importará lo que pase con el dólar de aquí a fin de año, ya que las consecuencias de no pagar en 2015 serían mucho más parecidas a las de un default tradicional, que no es lo que se vive hoy en la Argentina.

Es la política la que está al mando de la economía (como debe ser) pero eso no tiene que implicar necesariamente que haya que sostener que la retórica es más relevante que la práctica en el campo de las finanzas internacionales. Allí mandan los hechos, nos guste o no.

Todas las palabras que se podían decir han sido dichas y aún así en los mercados subsiste la esperanza que no mucho mas allá de enero de 2015 la situación terminará por regularizarse, sino no tendría sentido el camino recorrido previamente en donde terminamos por recibir la cordial palmada en la espalda del FMI por la buena letra en materia de reformulación de estadísticas respecto de la inflación y los sendos acuerdos con Repsol y el Club de Paris.

Sucede que hasta 2015 aun restan más de cuatro meses donde seguiremos caminando por el desfiladero económico. Esto no significa una crisis ni una catástrofe, pero claramente deberíamos caer en la cuenta que es muy difícil que la situación económica vaya a estar mejor luego de una mala noticia, como es la de la falta solución con los fondos buitre.

El riesgo de bajar la tasa mientras el dólar no está

Clarín

Por DANIEL FERNÁNDEZ CANEDO.

La suba del dólar paralelo después de que el Banco Central hubiese dispuesto una baja de un punto en la tasa de las letras que le ofrece a los bancos para sacar pesos del mercado era considerada de manual.

En una economía con inflación anual de entre 35 y 40%, con mucha emisión de pesos y después de haber naufragado varios intentos de acuerdos con los fondos buitre para evitar caer en default, la fotografía de la Argentina de estos meses sale nítida: todo indica que habrá más pesos y menos dólares circulando.

Parte de ese diagnóstico lo expuso, aunque con palabras más técnicas, el presidente del Banco Central esta semana ante un reducido grupo de banqueros.

Juan Carlos Fábrega, para muchos ahora titular de una entidad intervenida en parte de la acción por el empoderado ministro Axel Kicillof (partidario de bajar las tasas en un marco de incertidumbre) acentuó ante los banqueros tras puntos clave sobre el accionar del Central.

–Dijo que en el Gobierno creen que no sería posible volver a devaluar (salto del dólar de 24%) como se hizo en enero.

Así los banqueros sacaron como conclusión que en los próximos días habría que esperar un dólar oficial con mayores aumentos para evitar algún salto de magnitud similar al de enero en algún momento del futuro cercano.

–Fábrega dijo además y de manera elíptica, que el plan de los banqueros nacionales de comprarle la deuda a los fondos buitre para restablecer el amparo de la Justicia, y así pagarle a los bonistas que entraron a los canjes de 2005 y 2010 y evitar el default, hubiese resultado poco viable.

En la opinión del titular del Central, poner de garantía de la operación a los fondos de Sedesa (sociedad que garantiza los depósitos bancarios) hubiese resultado demasiado riesgoso.

Por último, Fábrega se sinceró diciendo que el Central “intentará” en las próximas semanas activar el “swap” con el Banco Central de China que habría entrado en estado de vida latente aún antes de dar el primer paso.

Ese “swap” que firmó el presidente chino en su visita de fines de julio contemplaba la posibilidad de que el Banco Central argentino pudiese d isponer del equivalente a unos US$ 11.000 millones para compensar una caída de las reservas.

La duda de ese respaldo surgió a partir de las opiniones de técnicos que sostienen que ese “swap” caía automáticamente si la Argentina entraba en default.

Si bien el convenio nunca trascendió y está guardado bajo siete llaves, ese tipo de operaciones siempre destacan que si el país está con algún default, es imposible que se active.

Para la economía argentina de estos tiempos ese no es un dato menor.

Sin entrada de dólares financieros adicionales, las reservas del Banco Central podrían caer unos US$ 3.000 millones sólo para atender pagos de dos servicios de bonos (unos US$ 600 millones) e importaciones.

Tanto la Secretaría de Comercio como el Banco Central, empezaron a pisar los pagos de importaciones en las últimos días como una política deliberada de cuidar las reservas.

El problema se puede agudizar si, como dijo la Presidenta, la política económica de ahora en más estará destinada a incentivar el consumo en el mercado interno.

Una muestra de esa intención la dieron los anuncios para favorecer el recambio en las líneas de colectivos.

Como promedio, los vehículos que se fabrican en el país tienen la mitad de sus componentes importados. Hacer más colectivos implica importar más . ¿Y los dólares quién los pone? Una respuesta teórica podría ser que provengan de las exportaciones de soja. Pero también sobre ese tema la situación se complica.

La decisión de favorecer un descenso de las tasas de interés (los bancos están llenos de pesos con lo cual le bajarían aún más la tasa para los ahorristas) en un contexto de incertidumbre hizo subir casi todas las cotizaciones del dólar (contado con liquidación, dólar-Bolsa y paralelo) y amplió la brecha entre el oficial ($ 8,29) y el paralelo ($ 13,15) a 58,6%.

Frente a ese nivel de brecha cambiaria los productores y exportadores que aún tengan algo de soja lo pensarán dos y tres veces antes de liquidarla a la espera de posibles novedades cambiarias.

Mientras tanto, el resultado de los mercados de los últimos días reflejó el interés por la dolarización de parte de los activos.

Ayer, curiosamente, algún medio oficialista en su afán por mostrar que todo siempre está bien, destacaba que pese a la baja de la tasa de interés habían subido los títulos públicos. El dato fue real pero la conclusión sesgada.

La suba de los títulos públicos respondió, en gran medida, a que eran títulos dolarizados tomados como un camino para obtener divisas.

Pero la suba de esos títulos medidos en pesos no se corresponde con lo que está sucediendo con su cotización en dólares, que en la semana acumula una caída promedio de 4 por ciento.

La Argentina de los últimos años con el esquema de funcionamiento oficial “dólar-intensivo” acumuló bastante experiencia.

En los tiempos en que Mercedes Marcó del Pont comandaba el Banco Central, el Tesoro le pedía los pesos que necesitaba y el Central los imprimía sin poner barrera alguna.

La experiencia duró mientras los dólares de la soja alcanzaron, pero la fuga de divisas y el atraso cambiario desembocaron en la devaluación de enero pasado.

Después, Fábrega cumplió emitiendo lo que le pedían pero, con la otra mano, iba sacando el dinero excedente del mercado para no fogonear a la inflación y al dólar.

Ahora, en el reinado Kicillof, la incógnita será si, además de emitir muchos billetes para cubrir el rojo fiscal, la audacia será procurar bajar las tasas de interés en el intento de expandir el crédito y el consumo en el mercado doméstico.

Habrá que estar atento a los próximos pasos ministeriales dejando de lado las amenazas a los fondos buitre y al juez Thomas Griesa.

Los días posteriores al default transcurren entre dos aguas.

Una, basada en las expectativas de que habrá algún tipo de acuerdo en el corto plazo con los fondos buitre que demandan el pago de US$ 1.600 millones y que eso disparará una valorización de los activos argentinos a partir de un probable regreso a los mercados de la Nación, las provincias y las empresas.

Pero esa expectativa se vino desvaneciendo y cobra fuerza la idea de que habrá que esperar hasta enero para cualquier tipo de negociación con los buitres.

El problema de esta última corriente es el mientras tanto, que crece en incertidumbre y es una mala receta para las decisiones económicas de largo plazo. Y eso que nadie está evaluando a fondo la posibilidad de que los bonistas que entraron a los canjes de 2005 y 2010, y que no cobraron, reclamen la totalidad de la deuda. Esa aceleración aparece lejana pero nunca puede considerarse valor cero.


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