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ANÁLISIS
Montenegro: "Axel 2015: cómo recuperar la mística y también la economía"
05/08/2014

Axel 2015: cómo recuperar la mística y también la economía

El Cronista

Por Maximiliano Montenegro.

Pareciera un deja vu de los últimos años del kirchnerismo. Un gobierno que niega la realidad (inflación, pobreza, atraso cambiario, enfriamiento del PBI, ahora el ‘default’ forzado por Griesa) hasta que, arrinconado, termina por aceptarla a regañadientes.

Sin embargo, el esmero con que niega el default o el ‘Griefault’ (como lo llaman algunos funcionarios) apunta en otra dirección. Forma parte de una estrategia legal: denunciar la parcialidad de Daniel Pollak, al propio Griesa y a los Buitres por un supuesto fraude ante la SEC (la comisión de valores norteamericana), al Banco de Nueva York por no girar los fondos a los bonistas, y hasta llevar el caso a la Corte Internacional de la Haya. Todos fuegos de artificio que difícilmente prosperen, teniendo en cuenta que el juez Griesa logró jaquear todo el proceso de reestructuración de la deuda argentina porque Kirchner y Cristina emitieron nuevos bonos (Discount, Par y Global) en 2005 y 2010 bajo ley de Nueva York.

Según confiesan en Economía, la intención es ganar tiempo para tratar de eludir otros problemas legales en el corto plazo. El temor es que si se instala la palabra default la mayor amenaza no sean ya los Buitres, sino los bonistas que ingresaron a los canjes: al no haber cobrado el último vencimiento de intereses del bono Discount (congelados en el Banco de Nueva York), podrían solicitar la denominada ‘aceleración’. Es decir, exigir que bonos que vencen en 2033 y 2038 sean cancelados en su totalidad en el presente. Para que ello ocurra lo deben solicitar al Banco de Nueva York un 25% de los bonistas de cada serie de títulos y aún así Argentina tendría otros dos meses para regularizar el pago, suponiendo que lograra en ese plazo cerrar trato con los Buitres y/o convencer a Griesa que desbloquee los fondos. El riesgo de esta movida podría implicar pagos de entre u$s 6000 y u$s 29.000 millones para el Estado argentino, lo cual obligaría a la administración K a forzar un nuevo canje de deuda. Un escenario al que nadie quiere llegar.

Definir la estrategia económica de Kicillof es el enigma del momento, un factor más de incertidumbre que el ministro no se preocupa por despejar, en una economía donde ya reinaba la desconfianza –de los propios argentinos– mucho antes de que estallara la novela de los Buitres. Inflación arriba del 35% con recesión, tasas de interés del 27% y cepo al dólar para frenar la fuga de la moneda nacional no es algo que abunde en el mundo.

Quienes visitaron a Kicillof un mes atrás dicen que, efectivamente, estaba convencido de que la cláusula RUFO ataba de manos al Gobierno para negociar el cumplimiento de la sentencia de Griesa hasta enero de 2015, en línea con lo que sostiene el ex ministro Roberto Lavagna, padre de la criatura de los bonos del canje.

La confrontación con los Buitres entusiasmó a Cristina que, además de sonreír después de 2 años con una encuesta, encuentra en la confrontación un Norte a su política y tal vez hasta un candidato presidencial (Axel 2015) como el modelo se merece. La gesta anti-Buitre sirve para contener las demandas de los sindicatos, pasar a un segundo plano la interna por la sucesión con Scioli, acallar los pedidos de licencia de Boudou y discutir con la oposición sobre quién defiende mejor el interés nacional, entre otras cosas.

Es entendible que Cristina quiera exprimir un buen rato un limón con tanto jugo político y recuperar de paso la mística extraviada, que solo los panelistas de 678 podian hallar en el pago a Repsol, el Club de París y los juicios del CIADI. Todas esas medidas, aplaudidas por la ortodoxia, estaban destinadas a volver al mercado de capitales para conseguir los dólares que financien la recuperación económica.
La pregunta que todos se hacen ahora es si Cristina estará dispuesta a negociar en enero para cerrar el capítulo de los holdouts y retornar al ‘plan dólares para todos’. O si ya decidió pasar de largo y tratar de llegar a octubre de 2015 con las reservas que quedan en el Banco Central.

Seamos optimistas. Supongamos que ninguno de los riesgos legales que supone el Griefault se disparan, y que solo ocurre lo obvio: no ingresan los dólares financieros que los mismos funcionarios prometían. ¿Es posible reactivar la economía sin un ingreso adicional de dólares? Salvo un shock externo favorable, sería una misión imposible. Y dos factores preanuncian menos dólares comerciales a futuro: uno, el precio de la soja se desinfló por debajo de los u$s 400; y las proyecciones de crecimiento para el 2015 de Brasil –motor de un tercio de las exportaciones argentina– se siguen ajustando a la baja. El viento de cola empieza a soplar de costado.

Para expandir la producción, la economía argentina necesita aflojar la restricción de dólares e importar más. Sin una fuente de financiamiento externo, ese límite deberá reforzarse para evitar una pérdida mayor de reservas. Pese a la devaluación de enero, el superávit comercial en los primeros 7 meses de 2014 cayó 28% (-u$s 1.450 millones) respecto de igual período de 2013. Mientras que el déficit de la balanza energética apunta a un récord de más de u$s 7000 millones, una cifra insólita para una economía bajo cero.

A diferencia de 2009, cuando utilizó los fondos de la Anses para implementar políticas keynesianas, el Gobierno no cuenta hoy con instrumentos potentes para impulsar el consumo y la inversión.

Según datos de la consultora Abeceb, en el acumulado de los últimos 12 meses a mayo, el déficit primario neto de los aportes del BCRA y ANSES asciende a $101.000 millones, o 2,7% del PBI. Y el ritmo al cual crecen los subsidios económicos descartan un cambio de tendencia. El bache se cubre con la maquinita de imprimir pesos del Banco Central: en lo que va de 2014, se emitieron un promedio de $ 266 millones diarios para financiar al Tesoro, más del doble de los $ 116 millones promedio diarios de 2013. En una economía donde hace tiempo que sobran pesos y faltan dólares.

¿Con los salarios y las jubilaciones corriendo detrás la inflación, ¿qué podría inventar Kicillof para reactivar el consumo? ¿Con qué recursos podría reactivar la obra pública para estimular la construcción? ¿Cuánto podría bajar la tasa de interés para promover la inversión y el consumo de bienes durables sin alentar otra corrida?

Puesta a decidir en un callejón estrecho, hay quienes creen que, antes o después de enero, Cristina encontrará una salida decorosa al fallo de Griesa. Para apostar a recuperar no solo el relato con Kicillof sino también la actividad económica.


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