Las cuentas públicas mostraron superávit primario de $ 798,5 millones, ayudadas por aportes de la ANSeS. poco usuales en un primer mes. El gasto público creció 44%
Que significado tiene el discurso presidencial ante el Parlamento en una vida republicana y democrática? Es la palabra de la principal voz política, el más importante oído que escucha los reclamos de la sociedad, el único que puede atender y darle solución perentoria a las necesidades de la población. Engloba una rendición de cuentas sin ocultamientos. Es el que traza el encuadre de un escenario posible para el país. Por lo que tiene que hablar de pasado, de presente y de futuro. Y dar esperanzas, si es que se han perdido. Nuestros padres los escuchaban casi con religiosidad. El sábado el raiting televisivo en el momento de las alocución fue más que magro.
Cada discurso presidencial desde mediados del siglo XX ha venido mostrando la calidad institucional o su inexistencia , las pretensiones y los deseos de la Nación en la voz del más importante vocero. Por ello mismo las luces, el talento y las proyecciones fueron diferenciándose con el transcurso del tiempo. Cada uno tuvo su propia entonación.
El de Cristina Fernández de Kirchner del sábado pasado fue pobre en materia de expectativas. La Presidenta habló del pasado, sólo habló del ayer y lo hizo con entusiasmo. Insistió en ello como si se tratara de una herencia sagrada. Pero las trabas del presente no tuvieron lugar en el texto. No hizo mención a las problemáticas más complejas y cotidianas de la gente: la inflación, la inseguridad, el ajuste, la devaluación, las tarifas, las que ya están vigentes y las que se vienen, inexorablemente.
Parecería que la jefa del Ejecutivo intentó ocultar la evidencia que el kirchnerismo como el cristinismo no pueden mostrar las banderas o los íconos que los enfervorizaban hasta hace poco tiempo. No pudo tapar la ausencia total de imprescindibles políticas públicas. Las exigencias de la realidad han arrinconado a los habitantes de la Casa Rosada. Toda la euforia festiva que los rodeaba ha sido llamada a silencio. Ahora han querido imponer el clima de conciliación, regaron de pétalos de rosa los sitios de los parlamentarios, pero nada ha cambiado. El autoritarismo y los caprichos siguen mandando. Se verá si la oposición terminará obligando al gobierno a explicar lo que hizo y lo que hará o bien resenciaremos nuevas pugnas narcisistas entre los líderes.
En la Argentina de los últimos 56 años dos fueron los grandes discursos que hicieron historia. El primero fue el de Arturo Frondizi, cuando inauguró la Asamblea Legislativa reunida el 1 de mayo de 1958. El segundo el del formidable titular de la apertura democrática Raúl Ricardo Alfonsín Frondizi llegó habiendo pasado tres años de la caída de Perón tras un golpe de Estado. Todos odiaban a todos. El diálogo era imprescindible como la vida misma.
El del presidente fue un texto brillante, que no evitó ningún tema. Estos fueron los grandes ítems que abordó:
l) El reencuentro de los argentinos, las bases políticas y económicas del desarrollo nacional (los gastos públicos, la balanza de pagos, el proceso inflacionario, los males de la burocracia); 2) Las condiciones básicas del desarrollo económico ( el comercio exterior, la política financiera, las inversiones extranjeras, la política energética, la siderurgia nacional, la integración del agro, la función económica del Estado, la integración latinoamericana) 3) Las bases sociales y culturales del desarrollo; 4) Las Fuerzas Armadas y el desarrollo; 5) La Argentina en el mundo 6) Y la última consigna : En marcha hacia el futuro.
La Argentina comenzóseñalando Frondizi enfrenta hoy una encrucijada de su destino. Los problemas económicos que tradicionalmente han demorado el progreso nacional, suman ahora dimensiones que parecen superar la energía y los recursos disponibles para su solución. Frente a nosotros, a partir de este momento, dos perspectivas se abren para nuestra patria. O seguimos paralizados en nuestro desarrollo empobreciéndonos paulatinamente, estancados en nuestras pasiones y descreídos de nuestra propia capacidad y nos despeñamos en el atraso y la desintegración nacional. O, en cambio, cobramos conciencia de la realidad, imprimimos un enérgico impulso y nos lanzamos, con decisión y coraje, a la conquista del futuro.
Y advirtió: Para que se pueda llevar a cabo esta empresa de realización nacional, es condición previa e indispensable sellar definitivamente el reencuentro de los argentinos y alcanzar una plena y efectiva paz nacional. Debemos eliminar los motivos de encono, los pretextos de revancha.
Todo aquello fue un mensaje de esperanza. Después no pudo ser. Frondizi soportó 32 planteos militares. Hubo idas y vueltas. Avances y retrocesos. El gobierno democrático de Arturo H. Illia fue otra vez frustrado por las fuerzas armadas, volvió Perón y se dividieron mucho más las aguas, regresaron los uniformados a sangre y fuego y le dejaron al gobierno de la democracia una herencia económica sofocante: un año, en 1983, donde la inflación del período fue del 400% y la deuda externa de u$s 33.000 millones.
El 10 de diciembre de 1983, Alfonsín precisó lo siguiente: Hay muchos problemas que no podrán solucionarse de inmediato, pero ha terminado la inmoralidad pública. Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los argentinos no solamente en nombre de la legitimidad de origen del gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene a esa legitimidad.
Para agregar: Nosotros vamos a trabajar por el futuro . La democracia trabaja para el futuro. Pero no se puede gobernar sin memoria.