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"Si Argentina hubiera tenido otra política energética en un plan a largo plazo podría haber tomado el control de la empresa sin pagar, en acuerdo con los españoles", aseguró el ex secretario de Energía y ex presidente de YPF, Daniel Montamat.
En diálogo con radio Mitre, habló del acuerdo con Repsol por el que la petrolera aceptó que se le pague u$s5.000 millones en bonos por la expropiación argentina del 51% de las acciones de YPF.
"Esto nos salió expropiar sin indemnización. Incluso habíamos dicho que los españoles nos tenían que pagar", señaló.
A su vez, subrayó el costo de tener una "YPF floja de papeles": "Dejamos de hacer inversión que podría haber adelantado el tema del desarrollo de los recursos no convencionales, como el caso de Vaca Muerta".
"Podríamos haber empezado a capitalizar el sector. Hay muchas obras energéticas pendientes", agregó.
Por último, indicó que los "títulos empiezan a vencer a partir de fines del año próximo, con lo cual lo va a pagar el próximo gobierno".
Quienes ahora se entusiasman por el giro ortodoxo que ha tomado el gobierno en materia económica, no sólo se equivocan, también ignoran el carácter táctico de los instrumentos económicos en la estrategia de poder de la ideología populista.
De las minidevaluaciones de diciembre que buscaban recomponer el precio del dólar oficial se pasó al salto devaluatorio de enero y a la necesidad de volver a usar el dólar de 8 pesos como ancla para evitar el descontrol del resto de los precios por el impacto devaluatorio. Todavía no se han ajustado los salarios, pero la idea es que resignen poder de compra respecto a la inflación. El objetivo implícito es volver a hacer pie en el tipo de cambio para que el rodrigazo en cámara lenta que empezó a insinuarse en diciembre pasado no le explote a este Gobierno. Todo lo demás es accesorio, aunque las inconsistencias sean evidentes. No cierra el dólar de 8 pesos (al que la inflación ya ha abaratado) para devolver competitividad; y no cierra el paquete de medidas supletorias para sostenerlo. Que el Banco Central haya subido la tasa de interés al 28% para retener depósitos y esté tratando de esterilizar pesos que sobran para que no alimenten la demanda de dólares, ayuda a anclar el tipo de cambio temporalmente a un costo recesivo y fiscal (o cuasifiscal) que irá in crescendo con el paso de las semanas. Que el Banco Central se haya hecho de dólares adicionales liquidados por los bancos y adelantados por los comercializadores de granos ayudó a disimular la hemorragia de reservas y a calmar la tensión compradora en febrero, pero se trata de recursos no renovables, que se agotan en bajar la fiebre, mientras la enfermedad sigue su curso. ¿Medidas monetarias sin la contracara de decisiones fiscales que permitan vislumbrar los lineamientos fundamentales de un plan de estabilización?
Era necesario levantar el aplazo a YPF. La expropiación sin precio y sin indemnización previa no tiene media biblioteca a favor; tiene el 100% de la biblioteca en contra. Aún así, pasar sin solución de continuidad de considerar a Repsol como deudor y depredador de nuestra geología, a acreedor de 5.000 millones de dólares valor presente que deberá pagar el que viene con más los intereses de los títulos respectivos, tampoco cierra y menos sin un cambio copernicano de política energética. Si asumimos, en cambio, el conjunto de decisiones como tácticas y añadimos la negociación con el Club de París, el pago de sentencias adversas en el CIADI (también con títulos que pagará el que viene), la aproximación a los holdouts (tenedores de títulos en default), y el posible arreglo con el FMI, nuevo índice de inflación mediante; no cabe dudas de que la intención del gobierno no es alterar la esencia populista del modelo, sino conseguir acceso al financiamiento internacional para evitar su colapso antes de finalizar el mandato. El modelo tocó los límites del financiamiento inflacionario y ahora va en busca de financiamiento externo sustituto, pero para seguir haciendo más de lo mismo: consumismo cortoplacista y gasto público prebendario. Quienes creen que el gobierno resignó el modelo explican el plan de precios cuidados y los escraches a los empresarios especuladores como excepciones a la regla para disimular la retirada. Olvidan que el repertorio populista recurre a instrumentos ortodoxos y heterodoxos según lo aconseje el principio de intervención discrecional y las prioridades de la estrategia política. Como en la fábula de Esopo, el murciélago para salvar su vida, a veces pasaba como ave y otras veces como ratón. Confundía a la comadreja, pero seguía siendo murciélago.
La estrategia política del populismo gobernante ahora es llegar al fin del mandato para transferir las distorsiones acumuladas en todos estos años al sucesor, sea quien fuere. Si hay financiamiento externo disponible, interviniendo como elector en la sucesión de un poder condicionado; si el deterioro económico se profundiza, evitando que la bomba explote en esta gestión a la espera que la añoranza popular por la fiesta impaga reivindique con el tiempo la década ganada. El final de esta película sigue abierto, pero, a no confundir, la película alternativa se titula República y Desarrollo.