Si hay una muestra de latinoamericanización y pauperización es el crecimiento fenomenal de la ferias informales, al estilo de La Salada, en Lomas de Zamora. Según un relevamiento de CAME, que representa a la pequeña y mediana empresa ya tienen vida propia y son activas 522 nuevas Saladas, en todo el país. Hay 29 en Jujuy, 31 en Salta, 22 en Tucumán, 33 en Córdoba, 48 en toda la provincia de Buenos Aires, 38 en Mendoza. Es un enorme conglomerado hasta ahora bien protegido (custodiado) donde se suma la presencia de la mano de obra esclava en la elaboración de las prendas o en la mercadería ilegal, la evasión impositiva, la comercialización de locales (algunos a precios siderales) y una masa de dinero que impresiona.
Están abiertas las 24 horas del día. Los puestos instalados llegan a más de 36.000. Si a estos se suman los 15.000 manteros que inundan los puntos geográficos de alta concentración y movimiento de público se puede llegar sin dificultad a contabilizar 53.000 vendedores ilegales, ante la vista de todos. En Lomas de Zamora han agregado detalles de alta sofisticación: escaleras mecánicas, por ejemplo. Las ferias ofrecen ocupación, del mismo modo, a líneas de transporte y a colectiveros que transportan pasajeros a toda hora, desde el Gran Buenos Aires o desde zonas muy lejanas.
Estas enormes concentraciones de ventas han tenido la bendición del gobierno. Así el indescriptible ex Secretario de Comercio Guillermo Moreno llevó a los líderes de La Salada en su viaje a Angola, país en el que fueron los únicos que hicieron negocios. Eran los que se divertían en los aviones, en vuelo tirándose con globos con la inscripción Clarín Miente. Lo testimoniaron fotos y videos.
Las ferias no son censuradas, como lo son los manteros. Ocurre que tapan problemáticas estructurales de la economía y el empleo. La mano de obra empleada es, como dicen algunos especialistas, los que vienen laborando desde hace años más los nuevos, nacidos con el desempleo (2 de cada 10 argentinos están desocupados y 3 de cada 10 trabajan regularmente pero lo hacen en negro, sin protección de ninguna naturaleza, en todos los sentidos posibles). No se descarta que se ocupen de los puestos de venta los que lo toman como un segundo trabajo, para compensar la caída abrupta del salario real en los últimos meses y con la devaluación. Y que además sean canales de salida de ropa entregada por empresarios formales para sacarse de encima los stocks sin colocar. Estos conglomerados, además, plantean una evasión fiscal alta y deteriorante. El comercio formal, que padece las Saladas y Saladitas sufre, en la medida que debe cumplir con todas las obligaciones y el pago de impuestos cada vez más sofocantes.
Sociedad complicada la de la Argentina. Es extremadamente dual. Durante parte de los años 2.000 se comprobó, en parte, un proceso de inclusión social ascendente. Pero por otro costado una expansión de la marginalidad donde cumplen funciones los punteros políticos. Desde antes de la crisis con el campo viene creciendo la desigualdad, ahora con el empleo privado congelado y con la posibilidad de acceder solamente al empleo público. Este mundo, aunque sólo en parte es el que se abastece en los conglomerados comerciales que operan subterráneamente. En la década del 80 un ministro nos confesó off the record a un grupo de periodistas que, entonces, la economía negra , la del subsuelo, pero que palpitaba, era tan significativa como la economía en blanco. El off the record ya no tiene mucho sentido respetar. Pero el problema, ese desdoblamiento que hiere a la estructura productiva y comercial del país subsiste. Y ese fenómeno es el que nos sumerge cada día más en la categoría latinoamericanizada.
Esta muestra de la realidad nativa crecerá si se tiene en cuenta que ya hay pronósticos inflacionarios, para el 2014, de 37 a 39% anual. Cada punto de inflación arroja a la pobreza a miles de personas. A esta traba importante habrá que agregarle otra . Inflación y caída del empleo le darán dimensión al proceso recesivo que ya es más que evidente. El Producto Bruto no crecerá o lo hará mínimamente. Las previsiones de los economistas son deprimentes. El consumo frenado sale a la luz con las ofertas de todo tipo y el padecimiento inflacionario se expresa con los carteles en comercios y lugares de comida que dicen Tarjetas de Crédito Suspendidas.