Francisco no lo invitó a subir al Papamóvil, como hizo con el sacerdote Fabián Báez. Pero a José Ignacio de Mendiguren lo recibió en la intimidad de su residencia Santa Marta y a juzgar por el mensaje, todo indica que el Santo Padre no bajó la guardia sobre la situación argentina. Jorge Bergoglio saludó al ex jefe de la UIA y actual diputado de Sergio Massa con tres palabras: “Cuiden a Cristina”. Mendiguren se percató enseguida de la preocupación de Su Santidad por la transición hacia 2015. La entrevista, a fines de diciembre, había sido pactada con la excusa de un libro sobre la importancia de la integración entre Argentina y Brasil, un mercado de 250 millones de almas, que ocupa el 50% de la superficie de América latina, representa el 70% del PBI, y, sin embargo, no logra actuar en bloque. Al recibir el libro, Francisco le contó a De Mendiguren por qué Dios estaba enojado con la construcción de la Torre de Babel. “Los ladrillos eran difíciles de hacer y se consideraban una joya. Cuando se rompían, los capataces lo lamentaban más que la muerte de los obreros. La economía debe servir para el bienestar de los hombres”, dijo. Y le pidió no descuidar a los trabajadores y evitar las crisis.
Precisamente en la UIA miran de reojo cómo viene un 2014 en el que comenzaron a apagarse los motores de la industria automotriz con una caída que estiman entre 6 y 7%. Un síntoma son las autopartistas que están al borde del precipicio.
Los empresarios creen que la construcción, alentada por el plan oficial de viviendas Procrear, no alcanzará para compensar los sinsabores: se preparan para un año sin crecimiento y la duda es cuánto impactará en el empleo. De Mendiguren lo afirma en estos términos: “ Argentina está trabada, con el freno de mano puesto ”.
Axel Kicillof le habría dicho a Cristina, el miércoles en Olivos, que su prioridad es bajar la expectativa de devaluación que se instaló en la sociedad. El equipo económico ya asume que el primer semestre de 2014 será malo, pero se ilusiona con pegar la vuelta en la segunda mitad.
Cómo ajustar sin parar la economía es el dilema de Kicillof.
Para el ministro, el acuerdo de precios que debuta el próximo lunes en todo el país es una medida de alto impacto. Ha explicado que sólo buscan frenar la inflación. Nada más y nada menos. Así, permitió un colchón en el valor de los productos acordados para poder aguantar “un semestre”. Los empresarios de la alimentación destacaron el cambio de política de precios fijados unilateralmente por Guillermo Moreno a la actual de precios acordados. Y aunque aclaran que no coinciden ideológicamente con Kicillof, resaltan “la voluntad de diálogo con las tensiones lógicas.
Es un sendero que aspiramos que vaya hacia la libertad de mercado”, se entusiasmó Daniel Funes de Rioja.
Entre tanto, todas las entidades empresarias, a excepción de la Cámara de la Construcción, decidieron intentar la unidad bajo un mismo paraguas.
El peligro de una crisis es lo que explica que el 7 de enero se reunieran los titulares en la Rural de Palermo. El abanico incluyó otras presencias relevantes: las cámaras de Comercio binacionales como la AmCham de EE.UU., la brasileña y la española cuyas adhesiones tienen el guiño de las respectivas embajadas. Volverán a juntarse el próximo 28 en lo que ya es un frente común ante el avance de lo que ellos llaman “estatismo”, que diferencian del “necesario control y regulación por parte del Estado”.
En lo que es un símbolo, la próxima cita también será en la Rural de Palermo, amparada por la Corte Suprema del intento de la Casa Rosada de tomar posesión del predio.
Allí se comentó el regreso de Cristina, que un día más tarde asombró por haberse expedido con una medida que no involucra más que a unos cuantos camiones de tomate desde Brasil. Es cierto que este Gobierno jamás apeló a este recurso sencillo. Con Moreno al mando, el problema se resolvía ordenando a la gente no comer tomate. Resultado: se fue a $ 40 el kilo.
Consultado, el economista Miguel Bein prefiere hablar de perplejidad tanto en los empresarios como en los sindicatos. En su visión, la explosión de consumo que tuvo la economía argentina llenó la pileta y ahora tenemos que construir una nueva, en un país que se quedó sin dólares, sin energía y sin rutas. “Eso es otra agenda y el trabajo de dos generaciones. Los empresarios se preparan, por ejemplo, para una negociación paritaria donde, a diferencia de años anteriores, el salario ya no es percibido como un motor del crecimiento, sino como costo. Es el fin de la alianza nacional y popular. El debate es cómo será el aterrizaje.
Esto no se soluciona con parches”, comentó.
Pero hay negocios que van viento en popa. Es el caso del avance de Cristóbal López en la provincia de Buenos Aires que inquieta al establishment. El zar del juego no sólo se queda con el 50% del casino del Tigre al adquirir la parte de Santiago Soldati. Acaba de pactar con Alfredo Serra, a quien ya le había comprado el bingo de Olavarría, sumar a su colección los bingos de Gesell y Pinamar. López también cuenta con el bingo de Los Polvorines. Pero la frutilla del postre consiste en trasladar una de esas dos licencias, que funciona a pleno en la temporada veraniega, para levantar un mega bingo en Ezeiza, que factura todo el año. Cristóbal López tiene el aval de Daniel Scioli para desembarcar en la tierra del sheriff Alejandro Granados.
El verano en la Argentina da lugar a este tipo de cosas. Pero para el poder económico la temporada termina el domingo. Lo marca en el calendario la celebración que organiza Fiat en Punta del Este. En Tequila, Cristiano Rattazzi será el anfitrión de banqueros, industriales y figuras difíciles que se mezclarán con una farándula glamorosa en un verdadero fin de fiesta.
