El Ministro de Planificación Federal ha hecho algunas manifestaciones respecto al funcionamiento eléctrico en el verano: ha admitido que se podrían producir cortes por la gran demanda asociada al calor.

El sistema energético argentino ha demostrado en los años recientes que es incapaz de hacer frente a las demandas máximas anuales: en invierno escasea el gas natural y éste es cortado cada vez por períodos más largos a la industria. En verano, en cambio, el sistema que no puede satisfacer la demanda es el eléctrico. Los meses más complicados han sido siempre diciembre y marzo. El disparador es, naturalmente y cada vez más, la demanda de los acondicionadores de aire.

En primer lugar debe puntualizarse que las declaraciones denotan un cambio en los modos de comunicación de los funcionarios del área energética con la ciudadanía. Durante 10 años se sostuvo que nuestro país tenía un sistema energético normal, sin crisis a la vista. Durante más de 10 años se tildó a quienes tenían tan solo un punto de vista diferente como agoreros. El rol de agorero lo toma ahora el propio ministro. Una pregunta sería: ¿en base a qué información técnica el ministro hace su pronóstico?

El ministro ha dicho que este año la demanda estará 1500 Mw arriba de la del año pasado; esto implica un incremento de alrededor del 6,5 % respecto al año anterior. Se trata de un crecimiento normal para un sistema eléctrico y por lo tanto no debería ser tomado como un hecho eximente de la obligación de abastecer “toda” esa demanda en las condiciones de seguridad, calidad y confiabilidad que establecen los contratos de Concesión que ligan al Poder Concedente –en el caso de la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires el Gobierno Nacional- con el Concesionario: las empresas distribuidoras.

Un sistema eléctrico bien diseñado y adecuadamente planificado es aquel que puede hacer frente a la demanda máxima y –aún en esas condiciones- deben existir “reservas técnicas” en el sistema para afrontar la salida intempestiva de algunos componentes (estos pueden ser grupos generadores; salida de servicio de líneas de transmisión; transformadores; etc.).

Tiene que quedar claro que ningún sistema eléctrico es, ni será en el futuro 100 % seguro. El corte por lo tanto es una contingencia posible de cualquier sistema. En este sentido creo que el ministro no se ha referido a esta situación, lo que sería una obviedad.

La realidad es que en los últimos tiempos viene repitiéndose un fenómeno negativo que provoca el malestar de la población con justa causa: el corte del suministro eléctrico en amplias zonas de la red de distribución de grandes ciudades – muchas en la propia ciudad de Buenos Aires y GBA-; y la tardanza excesiva de las empresas prestatarias para restablecer el servicio.

Sobre este tema debería hacerse un comentario y una alerta: las fallas de distribución –cuya forma más típica son los cables que se queman por sobrecarga; transformadores que no soportan la demanda, etc.- cuando se repiten indican una falta de inversión –no ya en generación – sino en la ampliación y reemplazo de las propias redes de sub transmisión y distribución. De la misma forma, cuando una falla tarda mucho en ser reparada puede estar indicando una planta de personal disminuida o también –en algunos casos- problemas gremiales.

En este contexto creo que el gobierno puede estar cosechando en su año 11° de gestión los frutos de su política irracional en materia tarifaria. Es decir, la peor de las combinaciones: demanda exacerbada por la baja tarifa con poca propensión al ahorro y la eficiencia energética e inversión disminuida en la oferta –sub transmisión y distribución- para abastecer esa demanda creciente.