La tranquilidad política duró poco: ya estalló una interna entre Axel Kicillof y el presidente del Banco Central por espacios de poder y por diferencias sustanciales sobre la estrategia monetaria para controlar el dólar.
Juan Carlos Fábrega objeta las ideas cambiarias y monetarias expansivas del Ministerio de Economía. Pero Kicillof logró hasta ahora frenar la intención del titular del BCRA de aumentar la tasa de interés para ordenar el mercado financiero y abortar la incipiente corrida cambiaria.
Fábrega no comparte la excesiva expansión monetaria que exige Economía y quiere instrumentar un progresivo aumento del costo del dinero para desactivar la insaciable demanda de dólares.
Kicillof frena la iniciativa y aumentó la avidez por la expansión monetaria: la última licitación de Lebac volvió a subir la circulación de billetes y ayer el Palacio de Hacienda le arrebató al BCRA 10.500 millones de pesos en adelantos para el Tesoro.
Ambas medidas se habrían tomado pese al malestar de Fábrega pero con aval de Cristina.
Kicillof –además– envió mensajes para que los adeptos de La Cámpora en el BCRA resistan los cambios que pretende llevar adelante Fábrega.
Pero ayer el titular de la autoridad monetaria reunió a sus íntimos yprometió resistir los embates y avanzar en las decisiones adecuadas para evitar un descontrol cambiario.
Fábrega cosechó un espaldarazo político en el Senado y considera que Kicillof tiene una visión errada de lo que ocurre y cómo solucionarlo.
No comulga con la idea del ministro de que no hay que hacer cambios importantes en la política económica.
El ministro se siente fuerte. Avanzó y existen turbulencias con el jefe de Gabinete.
El “cristinismo duro” está jugando a favor de Kicillof en la lucha de poder que se libra en la Rosada.
Tiene en Máximo Kirchner a su principal aliado y una orden de ponerle límites a las iniciativas e ideas de Capitanich.
La ofensiva contra Ricardo Echegaray es parte de esta pelea que se desató a 15 días del cambio de Gabinete. Más de lo mismo. Echegaray lleva adelante una desprolija gestión, llena de denuncias de corrupción. Para preservar su puesto desactivó un plan que apuntaba a colocar hombres de su confianza en todos los cargos de la AFIP, desplazando a calificados funcionarios de carrera, pero está en duda si va a entregar el control de la Aduana.
La cuestión se habló en la Conferencia Industrial, donde Héctor Méndez –en una reunión privada– calificó así la situación: “Existe una gran desorientación en el Gobierno.” En la Unión Industrial, la forma cómo la Casa Rosada utilizó los graves hechos de vandalismo y violencia en Córdoba creó una bisagra política negativa. Se esperaba una reacción sensata de Capitanich.
Hubo un comunicado severo de la central fabril censurando implícitamente la posición del jefe de Gabinete y pidiendo que se “instrumenten mecanismos constitucionales para restablecer el orden”.
La sensación dominante es que el nuevo Gabinete cambió formas, pero sigue con las mismas mezquindades y problemas que llevaron al Gobierno a la derrota electoral.
En la UIA y en ADEBA la decisión de fijar un dólar turista también generó desazón, porque confirmó que el Gobierno continúa con parches y no está dispuesto a enfrentar los problemas de fondo.
Desde que asumió Kicillof, la pérdida de reservas fue de 1.600 millones de dólares. Ocurre que existen expectativas de devaluación que el nuevo ministro no sabe cómo frenar.
Esa impresión se llevaron los líderes de COPAL y de la cadenas de supermercados después del encuentro con Kicillof y Augusto Costa.
La sorpresa para los hombres de negocios fue fuerte cuando el ministro inició el encuentro con una cerrada defensa de Guillermo Moreno.
El ex secretario fue destituido por su colección de fracasos. Kicillof dijo: “Frente a ustedes quiero homenajear la gestión Guillermo.” Hubo caras de asombro que se cargaron de preocupación cuando el ministro afirmó: “Guillermo le puso el pecho a las balas”. Los empresarios enmudecieron.
Daniel Funes del Rioja fue el único que balbuceó. Kicillof ratificó: “Vamos a continuar su política de precios y de administración del comercio exterior.” Después, acusó a los hombres de negocios de “intentar engañar a la gente” y puso como ejemplo envases de distinto contenido de leche Cindor y yogur Danone.
Kicillof utilizó tono de maestro e interpeló: “¿Cómo puede ser que una Cindor o un yogur tengan precios distintos en comercios con apenas tres cuadras de distancia?” Augusto Costa siguió la misma línea de superficialidades para explicar la inflación y exclamó: “Esa deslealtad no figura en ningún libro de economía.” También prometió “profundizar y perfeccionar” la línea de Moreno.
Pero tanta alabanza al ex secretario concluyó con una contradicción en el relato: Costa citó un informe que descalificaba la gestión del ex secretario, ya que “sólo se cumplió el 40% del último acuerdo de precios.” El encuentro decepcionó a los hombres de negocios: el equipo económico piensa combatir la inflación con los mismos métodos que ocasionaron la escalada de precios. La confusión oficial aceleró la remarcación en noviembre y las proyecciones para diciembre son superiores al 3%.
Costa quiere que la realidad se acomode a la perfección de los libros. Alfredo Coto reunió después a los miembros de la Asociación de Supermercados Unidos. Hubo otra cumbre en COPAL. En ese hermético encuentro, Funes del Rioja fue sincero: “Quieren ponerle un parche más grande al problema de la inflación.” Copyright Clarín, 2013.