Los 192 países participantes en la Cumbre Mundial de Cambio Climático, en Varsovia, han sido protagonistas de tensas negociaciones en torno a los desafíos que plantea el calentamiento global para la supervivencia de las especies, si no se adoptan medidas urgentes para cambiar los hábitos de consumo y las políticas de desarrollo que atacan la sustentabilidad de los ecosistemas.

En la reunión convocada por las Naciones Unidas en la capital polaca, se han cruzado acusaciones tanto de representantes de las naciones desarrolladas como de las emergentes por los sistemáticos ataques a la naturaleza. Por ello la necesidad de búsqueda de consensos destinados a frenar la contaminación ambiental y la desertización, entre otras prioridades, cuyas soluciones no son fáciles frente a necesidades diferentes y a las crisis económicas profundas que siguen afectando a naciones ricas y pobres.

La encrucijada es enorme: por un lado está la urgencia planteada por las bruscas alteraciones climáticas, cada vez más destructivas, como lo demostró la reciente tragedia de Filipinas, y por otro asegurar que los países industrializados cumplan con el compromiso de aportar cien mil millones de dólares anuales a partir de 2020, para mitigar el cambio climático y ayudar a los países en vías de desarrollo a adoptar energías no contaminantes. Es decir, el cambio de la matriz energética puede ser el salvavidas del futuro mediato de la humanidad.

En esta coyuntura aparece América latina como una región privilegiada por el gran potencial en energía renovable, a juicio de los expositores, y también donde han crecido significativamente los proyectos de generación hídrica, solar, eólica y geotérmica, en un 127% el año pasado, mientras en el resto del mundo la inversión bajaba en este rubro. En este avance se destaca la Argentina con sus parques eólicos en pleno funcionamiento y otros en construcción y por supuesto el aprovechamiento solar con las plantas fotovoltaica como las existentes en nuestra provincia y la próxima producción de los paneles para cerrar un círculo de liderazgo.

La inmediatez de los efectos del cambio climático obligan a crear conciencia de los enormes riesgos del planeta y por ello alcanzar coincidencias con miras a la próxima Cumbre Mundial del Clima a desarrollarse en Lima, Perú, paso previo a París 2015, una cita clave donde se deberá firmar un acuerdo universal vinculante para el bien de todos.