La carencia de datos precisos y suministrados a tiempo sólo provoca confusión e incertidumbre. Después del parte médico del sábado, en el que se reveló que la Presidenta tiene un hematoma cerebral crónico, sufrió una arritmia y necesita, por lo menos, un mes de reposo absoluto, el vacío informativo invita a los análisis políticos más estrambóticos y las conjeturas más retorcidas. Fuentes cercanas al Frente Renovador que conduce Sergio Massa sostienen que Ella está sobreactuando para influir en el electorado. Que necesita un poco de atención y que este parte médico se la garantiza por lo menos un mes. Que Cristina Fernández busca así escaparle a la derrota, tirársela por la cabeza a Daniel Scioli y Martín Insaurralde y evitar, por supuesto, enfrentar el amargo momento del reconocimiento del fracaso electoral. “Su intención de máxima es provocar el mismo efecto duelo que la ayudó a conseguir el 54% de los votos, pero me parece que esta vez no le va a funcionar”, me dijo uno de los responsables de la campaña del intendente de Tigre. Los hombres de Scioli, en cambio, dicen que el gobernador está muy preocupado. Que el golpe en la cabeza existió, que el hematoma todavía no desapareció y que rezan para que pueda ser diluido con medicamentos y no con una intervención quirúrgica. Un médico que fue muy cercano a Néstor Kirchner y también, hasta hace poco, a la Jefa de Estado, considera que la información suministrada por los miembros de la Unidad Médica Presidencial es poca, mala, e induce a cualquier interpretación científica y política. El, antes que nada, se tomó el trabajo de consultar con dos de los especialistas más importantes de la Argentina. Uno de ellos habría estado el sábado revisando a la Presidenta. El médico me explicó: “Hasta donde sé, el golpe en la cabeza no fue brutal. Y el hematoma no es gigante. Es decir: estaría entre los 5 milímetros y un centímetro. Además, sería superficial, por lo que no requeriría intervención quirúrgica. Solo descanso y medicamentos. Por eso no entiendo para qué informaron que la Presidenta se mantendría un mes en reposo. Cuando uno hace semejante anuncio oficial, tiene que explicar, en detalle porqué. Y, si lo que tiene, en verdad, es lo que me contaron, dos semanas serían suficientes para que se ponga bien” concluyó. ¿Y la arritmia?, le pregunté. “Arritmia, después de los 50 años, tiene todo el mundo. Quizá se la esté provocando algunos de los medicamentos que toma de manera permanente después de la extracción de la tiroides. Pero no creo, sinceramente, que una cosa tenga demasiado que ver con la otra” me respondió.
Él parece estar más preocupado por las consecuencias políticas, por encima de las médicas. ¿Qué significa un mes de reposo para la Presidenta? ¿Implica, por ejemplo, que se hará cargo efectivo del gobierno Amado Boudou? El vicepresidente está imputado en la causa de la exCiccone y su capital político para ejercer la primera magistratura es igual a cero. No tiene el respeto de la opinión pública, pero tampoco el de la mayoría del gabinete de ministros ni de los hombres que deciden junto a Ella, como el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zaninni o el superministro sin cartera, Guillermo Moreno. “Si el diagnóstico que me trasladaron es certero, Cristina no iría a actos públicos, ni cumpliría horarios estrictos ni tendría reuniones en la Casa Rosada. Solo sería consultada cuando tuviera que tomar una decisión política muy importante, pero estaría alejada del estrés de la agenda del día a día y operaría desde Olivos. No traspasaría el mando, mantendría la firma y ejercería sus funciones a pleno, pero a un ritmo mucho más tranquilo” informó. El profesional admitió que mezcla la escasa información confiable que tiene con una genuina expresión de deseo: “No sé si es una opereta para sacarla de los flashes de la derrota y conservar su capital simbólico hasta diciembre de 2015. De lo que estoy seguro es que el peor escenario es que Ella se vea imposibilitada de gobernar. Eso sí que sería una catástrofe”, se despidió. Las encuestas parecen estar del lado de la Presidenta. A pesar de que la derrota de Martín Insaurralde, el candidato que ella eligió a dedo, sería inexorable, y más amplia que la de agosto, su imagen positiva habría aumentado del 30 al 40%.
¿Por qué no podría soñar, entonces, con un regreso con gloria como el que le espera a Michelle Bachelet en Chile, después de la presidencia de Sebastían Piñera? Quizá los días de descanso le sirvan para pensar con la cabeza bien fría. Y lejos de tantas malas noticias.