El jefe de la AFIP no usó la palabra fracaso, porque finalmente es parte del gobierno que impuso la medida. Ricardo Echegaray prefirió ir por el más moderado “no obtuvimos los resultados que esperábamos”, pero si uno mira la cosecha podrá sostener, sin vueltas, que el blanqueo es un fracaso.

Cristina Kirchner decidirá hoy entre prorrogarlo por tres meses o dejarlo caer. No extenderlo le recomentó Echegaray y, según sus declaraciones, es lo que ella haría: viniendo de quien viene el consejo y si no habló a pedido, puede apostarse una carta a la segunda opción.

Echegaray acompaña a los Kirchner desde los tiempos de Santa Cruz y por eso ocupa un cargo tan sensible en la estructura de poder, maneja información igual de sensible y ejerce fuerte influencia sobre las decisiones presidenciales.

Cuando afirmó “no obtuvimos los resultados que esperábamos” podría haber dicho, en singular, los resultados que esperaba Guillermo Moreno, el verdadero promotor de la ley que el kirchnerismo votó en masa. Echegaray no tiene la mejor estima sobre la gestión de Moreno y si de él dependiese hace rato que el secretario de Comercio habría dejado el cargo.

En el supuesto de que la Presidenta acepte su consejo, también habrá tumbado las sugerencias de Moreno y del viceministro de Economía, Axel Kicillof, quienes propician prorrogar el blanqueo.

Hasta el viernes, la suscripción de Cedin había llegado a US$ 260 millones, de los cuales 60 millones así como entraron salieron. Resultado: en el Banco Central quedaron 200 millones.

Esa cosecha apenas representa un 5% de los US$ 4.000 millones que Moreno imaginó y le prometió a Cristina Kirchner.

Poco o directamente nada se logró, entonces, en el intento de aumentar las reservas. Y lo mismo pasó con la idea de estimular las inversiones en la construcción y reanimar el mercado inmobiliario: en 2013, el número de escrituras anotadas cae más del 30% respecto de 2012, un año en el que el sector ya estaba entrampado por el cepo cambiario.

Enterado de cómo venían las cosas, Moreno arremetió contra los bancos, las cerealeras y algunas petroleras. Con el famoso “pongui, pongui”, las presiona para que entren con US$ 1.500 millones, a razón de 500 millones cada sector y a través de los Baade, el otro bono del blanqueo.

Se sabe, al menos, que los bancos nacionales siguen resistiendo el apriete: “El 60 o el 70% no quiere saber nada”, decían el viernes. También tenían información de que Moreno aún no había tocado las puertas de la banca extranjera y suponían, finalmente, que podría apuntar al Nación, el Provincia y el Credicoop, dirigido por el diputado oficialista Carlos Heller.

Los banqueros temen ser sometidos a juicios por un blanqueo con zonas oscuras. Y la gente prefirió no arriesgar sus dólares por unos Cedin de dudoso andamiento.

Todo, en el reino de la desconfianza.