El veterano empresario Oscar Vicente advertía hace un año atrás: “el gobierno necesita inversiones en energía, si quiere que vengan US$ al shale va a tener que cambiar las reglas y dar garantías”. No hay más verdad que la realidad decía la fórmula Aristóteles-Peron y bajo la figura cuasi paradójica de la “Soberanía Energética”, el decreto 929/2013 acaba de bendecir la profecía del petrolero.
Esperable. Mientras los opositores al gobierno, con los incansables ex secretarios a la cabeza salieron a pasarle factura al kirchnerismo por la “dékada perdida” en el rubro energético, las petroleras han saludado alborozadas la liberación de condiciones para invertir en los prometedores no convencionales argentinos. Hoy y aquí, disponer del 100% de las divisas de la exportación no es moco de pavo. “Chevron lo hizo” decía ayer un conocido empresario del sector parafraseando el nunca olvidado latiguillo menemista. Es que US$ 1.200 millones han sido suficiente razón para que Cristina y sus fantásticos hayan abierto, y cómo, una mano que hace tiempo para el mundo de los negocios tiene la forma de un puño.
Del otro lado, del que hoy más importa a la angustiada administración de este país, garuaron aplausos (para que lluevan hace falta otro clima, olvidar aprietes y agravios). Exxon, PAE, Medanito y CGC junto a la Cámara de Empresas Productoras de Hidrocarburos (CEPH), que agrupa a las principales productoras del sector, expresaron que "apoyan esta decisión del Poder Ejecutivo", en una declaración destinada a marcar la cancha bajo una proclama sencilla de entender: aquí estamos, dispuestas disfrutar los mismo que obtuvo Chevron antes de poner su rúbrica por el primer 3% de Vaca Muerta.
El futbol y países generosos como la Argentina suelen dar revanchas. Los mismos actores que cocinaron el desaguisado energético nacional son los que ayer sonrieron para la foto con la compañía que en poco tiempo más acometerá con el fracking milagroso que debería traducirse, por ejemplo, en una producción de 50 mil barriles de petróleo y 3 millones de metros cúbicos de gas natural asociado por día, y achicar una factura de más de US$ 10.000 millones que hoy acogota al fisco y al país. Por la larga carretera del oil&gas, Julio De Vido, Daniel Cameron y Axel Kicillof avanzan sin espejo retrovisor. En este camino han ido forjando subsidios cruzados y no cruzados, la espiral del GNL de ENARSA, la grosera factura energética, el cepo tarifario, el errático gas plus, la caída de reservas de las que ahora sólo parecen responsables Antonio Brufau y sus españoles de Repsol, los mismos que hasta ayer no pudieron impedir el joint Chevron-YPF.
Acuerdo. Cristina encabezó la reunión con los directivos de Chevron.
El CEO de YPF, Miguel Galuccio y su par de Chevron, John Watson, acaban de lanzar una suerte de Batalla del Petróleo Argentino versión siglo XXI. A diferencia de los tiempos de la California de Perón o de la gesta frondizista, tan evocados por estos días, la situación geológica es bien diversa. La declinación hidrocarburífera nacional ha sido evidente y tanto el shale como el tight requieren de notables inversiones para transformar los cuantiosos recursos argentinos en reservas factibilizadas puras y duras. Es cierto que se estiman la friolera de unos 800 tcf de gas no convencional, pero hay que gastar mucho más, para obtener mucho menos, a más de 2.500 m por debajo de la roca madre. En el insospechado cenáculo técnico del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas le ponen cifras y calendarios a lo que, en el mejor de los casos puede venir. “Hacen falta 1.000 pozos para decir que estamos consolidado un mercado no convencional”, aseguran. Hoy YPF suma sólo 15.
Así es de cruel la realidad, podrían decir el campo o la minería, por ejemplo. Sectores para los cuales la elevada tributación y la liquidación de divisas forman parte de su calvario cotidiano. Al primero todavía lo acompañan los precios sojeros de Chicago y le quedan US$ 300/ton después del desplume impositivo. A los mineros, la caída de los metales los ha partido por la mitad y con el actual esquema de tributos y costos argentinos no les conviene construir una mina más: US$ 20.000 millones fueron al freezer, por lo menos hasta 2015.
Pero por suerte está el petróleo y debutará Chevron a lo grande. La gran apuesta de Miguel Galuccio, que mide bien en la opinión de los petroleros. “Queremos que ganen mucho, mucho dinero” dijo intentando sorprender el inefable Axel Kicillof a los empresarios del sector en el Día del Petróleo 2012. Lógico, no es bondad sino necesidad, la asfixia energética hizo lo suyo y esta semana fueron al calefón varios katecismos y proclamas populistas y neotroskas. “Welcome Chevron, we are with you”.
*Director de EnerNews