En un escenario de magro crecimiento económico, pero mayor que el de 2012, las pequeñas y medianas empresas industriales enfrentan el desafío de mantener su expansión a pesar de las dificultades para abastecerse de energía.
“La insuficiente provisión de energía y los altos costos de logística están afectando negativamente el nivel de actividad y la capacidad de expansión de las pymes de mayor grado de desarrollo empresarial relativo”, según el informe anual de la Fundación Observatorio PyME (FOP).
Radiografía
La investigación identifica a Alimentos y Bebidas como el sector pyme donde más impacta (con el 20%) la falta de dotación de infraestructura. Entre ellas, las de mayor porte son las que más impacto sienten. Geográficamente, el foco de empresas se ubica, principalmente, en la región Centro (33%), que incluye a Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, entre otros. Para este grupo, los costos promedio de energía representan 7% del total de los costos de la empresa. Así, estas firmas se vieron afectadas por 10 cortes y 16 caídas de tensión por año.
La disponibilidad de la energía y la confiabilidad de su suministro a un costo previsible es determinante de las nuevas inversiones reproductivas (es decir, nuevas plantas o ampliaciones). Diría que, junto al financiamiento, son las dos condiciones clave del proceso decisorio de una nueva inversión”, grafica el exsecretario de Energía de la Nación, Daniel Montamat.
Además de limitar el crecimiento de ciertas pymes, la provisión energética, y su costo, incide en la decisión de localización de las plantas. “Hace poco, hubo un caso importantísimo en San Juan, de una empresa intensiva en energía que había decidido localizarse allí, pero que, ahora, debido al cambio de regulaciones a nivel nacional no decididas por la provincia, está revisando los planes de potenciales localizaciones alternativas”, sostiene Vicente Donato, director de la Fundación Observatorio PyME.
Encima, los nuevos inversores están en desventaja: “El déficit energético discrimina a los nuevos inversores porque la empresa que ya es consumidora de electricidad o está en la red de gas tiene un suministro deteriorado en su calidad -más cortes de más duración- pero, hasta cierto límite, incluso subsidiado, ya que se toma la base del consumo 2005”, explica Montamat. En cambio, el nuevo inversor, el empresario pyme que quiere instalar una planta nueva o ampliar la existente, por la nueva demanda de energía, queda librado a las imponderables de conseguir la provisión de suministro y pagar precios plenos que lo pueden colocar en desventaja con otros competidores del mismo producto a nivel regional.
Las pequeñas firmas terminan absorbiendo mayores costos energéticos por el uso de combustibles para autogeneración eléctrica o, incluso, debiendo producir en horarios nocturnos para no afectar la provisión eléctrica residencial -con la implicancia de mayores costos salariales en algunos casos- o por el uso de gas envasado en lugar de gas de red”, describe Marcelo Capello, del Ieral. El analista advierte que las pymes que se encuentran en esta situación deben realizar esfuerzos de productividad para compensar las diferencias de costos.
Sin embargo, por su estructura, que suele ser familiar, con las decisiones concentradas en la cabeza de una sola persona, para las pymes, puede llegar a ser complicado llevar a cabo una reconversión productiva. “Esas decisiones, más estratégicas, se postergan y, en consecuencia, las pymes terminan teniendo que resignar contratos que le signifiquen aumentar la producción”, advierte Horacio Lazarte, de la consultora abeceb.com.
Estrategias
Frente a este escenario adverso, algunas pymes lograron sortear las dificultades. Según Donato, se trató de aquellas firmas que, en los dos últimos años, se dedicaron a racionalizar sus procesos productivos para disminuir los costos de producción.
Donato destaca la importancia del Proyecto de Eficiencia Energética, que impulsan la UIA y la Secretaría de Energía de la Nación y que apunta a reducir más de un 10% el consumo energético de las empresas que adhieren a él. Las compañías presentan su situación energética y las mejoras en mente para aumentar la producción a través de una reducción de energía. De ser aprobado, el proyecto es solventado en un 90% por la Secretaría de Energía y el 10% restante corre por parte del empresario.
Para Lazarte, los desafíos de las pymes son: lograr, de ser posible, una reconversión (para, por ejemplo, usar menos electricidad), mejorar la eficiencia (intentar seguir el ejemplo de las empresas grandes) y recurrir a la creatividad, para generar un nicho. Como ejemplo, cita el de una firma dedicada a la refinación de acero que generaba un residuo durante la trefilación. Esta desarrolló una unidad de negocios a partir de este residuo que, luego de un tratamiento químico, es convertido en un insumo para la producción de fertilizantes.
Panorama
Mientras no cambiemos la política energética, la energía va a seguir siendo parte del problema económico”, sostiene Montamat. “La escasez de producción nacional nos obliga a importar gas y combustibles con alto costo y el deterioro de la calidad del servicio eléctrico somete a interrupciones de mayor duración. A su vez, el Gobierno quiere disimular la frazada corta con el sector residencial, con lo que traslada la deficiencia del servicio y la escasez de suministro al sector productivo”, describe. El exfuncionario sostiene que el acceso, la confiabilidad y la sustentabilidad del suministro energético imponen otra política energética y una transición “que llevará tiempo y mucha inversión.
La eficiencia energética tendrá un rol clave para abaratar costos y reducir la tasa de intensidad energética”.
Pyme contactó a empresas que enfrentan restricciones energéticas. Sin embargo, las firmas, según explicaron sus voceros, no desean salir en el marco de una nota que califican como “negativa”.