Cuando uno lee la primera parte del último Informe que YPF presentó a la Comisión de Valores de Estados Unidos sobre los riesgos de la empresa en la Argentina, es como si estuviera advirtiendo a sus accionistas extranjeros que las cosas en el mercado petrolero local están complicadas y pueden empeorar. Un ‘me quiero ir’ implícito, del cual no se puede zafar porque el informe es obligatorio para todos los que cotizan títulos en la bolsa de valores americana. En el Informe se alude a riesgos que comprometen la operación y los resultados y que derivan del contexto político, económico y energético en el que opera YPF. Esos riesgos, se aclara, pueden afectar los precios y los costos; y, por ende, los resultados y los objetivos de inversión y producción de la empresa. Resienten la capacidad de la empresa de acceder al financiamiento, de generar recursos propios y de comprometer socios estratégicos para desarrollar sus exigentes planes de inversión. A confesión de parte, relevo de pruebas. Está claro que el ‘relato’ para adentro ya no se puede usar para el exterior, menos cuando puede haber consecuencias legales para la empresa informante y sus directivos. Esto nos lleva a una primera reflexión: la YPF ahora controlada por el Estado, es la primera víctima de la política fallida que lleva adelante su nuevo dueño.
Resulta interesante observar que cuando se consignan valores monetarios, salvo una tabla resumen del informe que tiene datos del 2012, todos los reportes patrimoniales y financieros se presentan en pesos argentinos, comparando valores nominales del 2012 con los del 2011. Todo el mundo sabe, y el propio informe tiene que aclararlo, que los índices de inflación del INDEC están cuestionados. Presentar informes en una moneda que arrastra inflación crónica sin hacer los respectivos ajustes para poder comparar valores corrientes en moneda constante, puede pasarse por alto en la Argentina, pero resulta engañoso y confunde a los inversores extranjeros que poseen títulos de YPF. Intuyo que el organismo de contralor (la Security Exchange Comission) puede exigir que esas cifras comparativas de los años 2012-2011 sean traducidas a moneda constante o a dólares americanos. Nos cuesta asumir que la inflación, además de distorsionar el sistema de precios relativos en el presente, impide la comparación seria de un mismo dato en el transcurso del tiempo. El peso argentino que pierde poder adquisitivo todos los meses, opera por ley como medio de pago en las transacciones, pero ya casi no sirve como reserva de valor y unidad de cuenta.
Entre la cantidad de cifras que suministra el informe, hay dos que considero muy relevantes para evaluar la viabilidad de los planes productivos de la empresa: la ganancia neta en dólares y su capacidad de endeudamiento. La ganancia neta en dólares del 2012 fue de 793 millones, alrededor del 40% menos que la del 2011 (1232 millones). Cuando uno va a las tablas que dan cuenta del endeudamiento y suma las emisiones en pesos y las emisiones en dólares, la cuenta redondea los 2100 millones de dólares para el 2012.Ahora bien, YPF había presentado un plan (www.ypf.com.ar ) de relanzamiento productivo que comprometía inversiones de entre 5000 y 8000 millones de dólares por año según el escenario que se considere. Si sumamos ganancia (fondos propios) y capacidad de endeudamiento estamos lejos de juntar los fondos del escenario de mínima.
Para colmo, el contexto de riesgos descriptos no augura mejoras de corto plazo. Queda el recurso de aumentar la participación en el plan productivo de los socios estratégicos. Pero los eventuales socios estratégicos también son conscientes de los riesgos de la industria señalados por YPF, a lo que añaden la dificultad de celebrar acuerdos con una empresa denunciada en tribunales de Estados Unidos, Europa y arbitrales (el CIADI) por haber nacido de una expropiación sin indemnización previa. Colofón: o cambia el contexto de políticas que condicionan el giro de YPF y de las otras empresas de la industria energética, o condenamos a YPF a un final de fracaso anunciado. A no equivocarse, muchos en el Gobierno estarán tentados a terminar con esta suerte de reportaje periódico y obligatorio que impone a YPF la cotización de títulos en el exterior. Otra vez estaríamos operando sobre los síntomas de la enfermedad. El destino empresario de YPF impone que ella siga cotizando sus acciones en las bolsas internacionales, como Petrobras, Staatoil y muchas otras empresas controladas por el estado y reconocidas por su autonomía de gestión.