(Opinión) OÑA: "LA EXTRAÑA POLÍTICA DE IMPORTAR Y CORTAR LA LUZ". OVIEDO: "LA CRISIS ENERGÉTICA SE DEVORA HASTA LA SOJA"
La extraña política de importar y cortar la luz
Clarín. Por Alcadio Oña
Cuanto menos curiosa fue la respuesta que el segundo de
Julio De Vido le dedicó, el lunes pasado, a un especialista del
PRO. "Los que critican la importación de energía sueñan con rebobinar a la Argentina al momento cuando era exportador neto a costa de la desaparición de la industria", sostuvo
Roberto Baratta.
Curiosa, porque la importación de gas natural y licuado y combustibles repre- senta una factura costosíma y creciente, que igual a un pacman come dólares escasos.
Curiosa, también, porque el cepo cambiario y la interminable cadena de restricciones que le siguieron apuntan, entre otras cosas, a preservar las divisas necesarias para traer de afuera la producción que aquí falta.
"Algunos pretenden tapar el sol con una falanje", arremetió Baratta contra los críticos de la gestión oficial.
Los bríos del funcionario quedan a la intemperie con sólo mirar las cuentas del INDEC, los cálculos privados y las urgencias de Guillermo Moreno. Y dejan al descubierto que su objetivo consiste en importar confusión.
Pese a que fue un año de estanca- miento económico, en 2012 las compras de gas y combustibles escalaron a US$ 9.266 millones, casi lo mismo que en 2011. Así, el déficit del balance comer cial del sector sumó US$ 2.738 millones. No hay con qué darle a semejantes números, ni relato que valga.
Un escenario aún peor proyectan, sobre 2013, las primeras estimaciones privadas.
Empiria Consultores pone nada me- nos que 13.000 millones de dólares en la cuenta de importaciones, incluído el faltante de combustibles provocado por el incendio de la destilería de
YPF en
La Plata.
Consecuencia adicional, el desequilibrio en el balance de divisas llegaría este año a US$ 7.000 millones.
Otras estimaciones levantan el déficit a 7.600 o hasta 8.000 millones de dólares, si la economía creciera un 3,5%.
Y las más moderadas hablan de US$ 4.000 millones. Entre la punta y base, salta un plus que va de 1.200 a 5.260 millones sobre el resultado del año pasado: a este paso, no habrá plata que alcance.
Mayores o menores según cada cual, por donde se mire asoman costos y de- pendencia del exterior siempre en ascenso. Moreno no puede torcer la pertinaz caída de la producción de petróleo y gas y de las reservas de hidrocaburos, que anidan en la base de la crisis energética.
Así, a falta de mejores armas, su idea fija es cuidar las divisas imprescindibles para tapar agujeros que tomaron forma de estructurales. Se entiende, luego, que hace meses haya puesto la lupa en esas cuentas y reciba reportes diarios del hombre a cargo de la mesa de operaciones del
Banco Central.
Moreno tiene motivos de sobra para andar a las corridas. Justo cuando más las necesita, el BCRA sigue perdiendo reservas en cantidad: US$ 3.000 millones en lo que va del año. Cayeron al nivel que había en mayo de 2007 y no hay manera maquillarlas. Sólo queda apretar a los exportadores de soja, una gimnasia habi- tual en el funcionario.
Un cuadro semejante barre con las expectativas de que el secretario de Comercio deje de pisar el resto de las importaciones o afloje el grifo de la transferencia de utilidades al exterior.
Casi previsible, también pueden sobrevenir otras medidas que endurezcan el cepo cambiario.
Sería toda una incomodidad que, en las vísperas de las elecciones, el Central entrase en zona de riesgo. Para evitarlo, precisa reservas como el agua.
M ientras tanto, el reloj de la crisis energética sigue su marcha.
Datos del sector señalan que en marzo la importación de gas natural desde Bolivia aumentó un 99% respecto del mismo mes del año pasado, y 126% contra marzo de 2011. Para el gas licuado, que llega en barco y es transformado aquí en gas natural, los números cantan 23 y 86%, respectivamente. Encima, todo carísimo.
Para que se entienda mejor, el 23% del gas que se consume en el país viene de afuera. Ya es imposible encubrir un panorama que va de mal para peor, ni achacar a otros lo que pasa después de diez años en el gobierno.
La estatización de
YPF vino revestida con el argumento de que era para recu- perar el autoabastecimiento, que, por otra parte, desapareció durante la era K.
Sin embargo, según el
Instituto General Mosconi, en el último cuatrimestre de 2012 su producción de petróleo retrocedió 5,2% y un 3% la de gas. Esa tendencia continúa en los primeros meses de este año. Y no existen fantasmas ocultos: los datos provienen de la Secretaría de Energía de la Nación.
Los agujeros de la estructura conviven con empresas en cesación de pagos, "la industria" que Baratta quiere proteger. Y le ponen una barrera al avance de la economía, o, dicho de otra manera, a mayor actividad productiva mayor necesidad de aquello que falta. Sería una verdadera paradoja tener que conformarse con un crecimiento modesto.
Y es toda una rareza pretender que los cortes de luz y gas y las importaciones pueden ser una política o algo digno de encomio. Son, limpiamente, el correlato de la ausencia de políticas y del parche sobre parche. Igual que la insostenible, sospechosa montaña de subsidios acumulada estos años.
Llegado este punto, no se trata de re- bobinar nada, ni hay ideologismos que sirvan. Lo que ocurrió fue una notable descapitalización del país, que en toda la línea saldrá muy costoso remontar: le toque a quien le toque.
La crisis energética se devora hasta la soja
La Nación/ Jorge Oviedo
La crisis energética, que según
Julio De Vido no existe, avanza como un monstruo de película de terror de baja calidad: todo lo devora. Ya hizo desaparecer la capacidad exportadora y el autoabastecimiento. Consumió el superávit de las cuentas públicas. Para mantener el consumo alto y las tarifas congeladas, hubo que batir récords importadores que paga el Tesoro. Y como la cuenta se paga en dólares, que tampoco alcanzan, hay cepo cambiario.
Ahora la solución es agregarle más biodiésel hecho con aceite de soja al gasoil para importar menos. La explosión en la destilería de
YPF en Ensenada bajó su capacidad y peligra el abastecimiento de combustibles.
La petrolera parcialmente reestatizada debe ahora exportar productos más baratos, como el crudo, e importar los destilados más costosos. Para colmo, la Argentina es deficitaria en gasoil, el combustible ampliamente consumido por el transporte y el campo. El cepo se hizo porque faltan dólares para pagar una factura colosal de importaciones de combustibles y ahora hay que importar más.
La idea es ponerle 10% de biodiésel al gasoil, en lugar de 5%, y en todas las categorías del combustible, comunes y premium. Es una frazada corta. El biodiésel también se exporta y genera divisas. Aunque en los últimos tiempos las políticas comerciales del Gobierno causaron sanciones y represalias que dificultan las ventas.
Axel Kicillof autorizó en 2012 la importación temporaria de porotos de soja si las aceiteras locales no tuvieran suficiente para producir. Importar insumos para exportar producto. Pero la Argentina podría llegar al colmo si por la crisis energética termina importando soja para poder producir suficiente biodiésel para sostener las exportaciones y abastecer el mayor consumo interno.
El Gobierno estaba desesperado antes de la explosión de la destilería de YPF por conseguir bajar el gasto que le ocasiona la crisis energética. Necesita garantizar el abastecimiento de gas en el próximo invierno y librarse de gastos en un año electoral: todo el dinero posible debe ser para apuntalar la campaña.
Decidió en marzo que a los productores locales de gas que aumenten su producción los premiará con un precio mejor, aunque mucho menor de lo que le paga a Bolivia y la mitad o menos de lo que cuesta importarlo por barcos. El objetivo es arreglarle los números al Tesoro. Lo dice la resolución 1/2013 de la
Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas.
Los interesados deben presentar un plan contando cuánto más que lo que ya producían entregarán. Por el excedente, cobran más. La letra chica tiene particularidades: si por alguna razón no logran aumentar la producción, hay penalidades. Básicamente, se comprometieron a que haya más gas y eso hizo que el Tesoro destine el dinero a otra cosa. Si no producen el gas, tienen que conseguirlo. Importarlo, por ejemplo.
Mucho riesgo para algunos, pero no para otros. "A los que tienen pozos listos, les viene bárbaro; también a YPF, que tiene la mayor caída de producción, no le costará mucho mostrar una reversión, porque en 2011, por ejemplo, hizo un solo pozo, lo dijo la Presidenta", afirman en el sector.
Habrá algo más de gas, pero no es ni la salida de la crisis. "A alguno le hacen un paro de meses, como hubo, y tiene que correr a pagar barcos de GNL carísimos. Difícil asumir semejante peligro", afirman.
El Gobierno tiene suerte: por ahora, las temperaturas se mantienen inusualmente altas. Pero nada alcanza para revertir la declinación de YPF. El Gobierno armó ahora un fondo para inversiones petroleras. Primero puso en el presupuesto 2013 que se quedaría con reservas del Banco Central para pagar el llamado cupón atado al crecimiento del PBI, cuando todo el mundo ya sabía que no habría crecimiento que obligara a pagarlo. Ahora la plata "le sobra". Un banquero señaló: "Si se la dieran sólo a YPF, me dejaría tranquilo, está auditada por la SEC norteamericana y es más difícil hacer cosas raras". Pero no, los 2000 millones de dólares podrían ir en parte a Enarsa, un pozo negro donde han desaparecido miles de millones de dólares en gastos sin control ni auditorías suficientes.
El dato es que, esta vez, Julio De Vido no tendrá nada que ver. Todo lo manejarán su colega de Economía, Hernán Lorenzino, y Kicillof. El mismo dúo que acaba de decidir que De Vido no está ni como invitado en una comisión para decidir cómo invertir en trenes. "Si investigan los subsidios en transporte y energía desde 2003, lo de Fariña, Elaskar y Lázaro Báez parecerá un cuento para niños", dicen en el sector..