En las últimas décadas ocurrieron grandes cambios en la geografía económica mundial, ya que el avance del PBI de los países muestra disparidades.
Entre 1990 y el 2012 el PBI mundial creció un 252 por ciento, pero las diferencias entre países son grandes. En 1990 las “economías avanzadas” representaban el 69 por ciento del PBI mundial, magnitud que aseguraba no sólo el poder económico de estas naciones sino también fortalecía su predominio político.
Pero hoy el PBI global se reparte por mitades entre las “economías avanzadas“ y las “economías emergentes”, ya que entre 1990 y hoy la participación de estos últimos países en el PBI mundial trepa de apenas el 31 por ciento al 50 por ciento.
Son importantes 19 puntos que pasan de un grupo de países a otro: esto refleja el retroceso de los países del G-7 que descienden del 56 al 38 por ciento, perdiendo así 18 puntos. La reducción de la participación de la UE en el PBI mundial explica nada menos que 10 puntos de esta caída, al pasar de 29 por ciento en 1990 a 19 por ciento hoy.
La región que más avanzó fue Asia, con 15 puntos más; en la actualidad esta región aporta el 26 por ciento del PBI global, cuando en 1990 esta magnitud era apenas 11. Destaquemos un hecho revelador de estos grandes y acelerados cambios: mientras en 1990 las naciones asiáticas en desarrollo tenían un PBI que era apenas el 38 por ciento del PBI de la UE, en la actualidad este PBI asiático es 37 por ciento mayor al europeo.
América Latina registra una reducción en su importancia relativa en el PBI mundial, ya que de 9,5 por ciento en 1990 su participación cae al 8,7 por ciento en la actualidad.
Son sólo tres las naciones latinoamericanas que aumentan su participación en el PBI mundial entre la década del noventa y la actualidad, por orden de magnitud de este aumento son Panamá, Chile y Perú; qué significativo que estas tres naciones miran al Pacifico.
En estos días escuchamos voceros oficialistas insistir con la errónea idea de que “el mundo se nos cae encima”.
Con esta muletilla se intenta infundadamente explicar nuestro estancamiento, ya que el PBI que había crecido a casi el 9 por ciento en el 2011, el año pasado creció el 1,9 por ciento.
Como la “única verdad es la realidad” y no “el relato”, veamos qué ha venido ocurriendo recientemente en el mundo. Lo primero que se observa es que el “mundo no se cayó”, ya que el PBI global creció el 3,2 por ciento el 2012 y este año se espera un crecimiento mayor. Las diferencias son grandes cuando se consideran las economías avanzadas y las emergentes: mientras las primeras apenas han crecido en el 2012 un 1,3 por ciento, las otras crecieron nada menos que el cuádruple. No a todas las economías avanzadas les fue igual: mientras Estados Unidos y Japón crecieron, las naciones europeas o crecieron poco o están afrontando serios problemas recesivos, por eso se prevé que la UE no crecerá este año. Pero el importante conjunto de naciones emergentes registró en el 2012 un crecimiento del 5,1 por ciento, como siempre liderado por Asia, donde China creció al 7,8 por ciento y para este año se espera un crecimiento mayor en el orden del 8,2 (las tasas “chinas” siguen vigentes).
América Latina creció más que las economías avanzadas, ya que su PBI aumentó un 3 por ciento, y se pronostica un desempeño mejor para este año con un 3,6 por ciento. Es interesante echar una mirada al mapa del crecimiento del PBI de América Latina, ya que hay diferencias entre los países y además son muchos los que registran crecimientos superiores a esta media regional del 3 por ciento. El lote de países que crecieron en 2012 por encima del promedio latinoamericano está encabezado por Panamá (con una tasa “china” del 8,5 por ciento). Le siguen Perú, Venezuela, Bolivia, Chile, Costa Rica, Haití, Colombia, Ecuador, Surinam, República Dominicana, México, Honduras, Nicaragua, Uruguay y Guatemala.
Por debajo del promedio regional encontramos a Argentina (1,9%), El Salvador, Brasil, Trinidad-Tobago y Paraguay.
En el mundo las distancias se acortan rápidamente entre las naciones industrializadas y los países emergentes donde vive más del 80 por ciento de la humanidad. Estos países bien administrados hoy constituyen el motor del crecimiento mundial: esto asegura que el mundo no se nos caerá encima y seguirá pujante la demanda de alimentos. Es un equivocado diagnóstico ubicar en el exterior las causas de nuestro estancamiento, evitando así diseñar otra política económica que potencie nuestro crecimiento, basada en la realidad y no en el relato.