El Gobierno lanzó una amplia campaña publicitaria para que los pequeños y medianos ahorristas se sientan atraídos por el 19% anual de renta que ofrece la nueva serie de Obligaciones Negociables que lanzó YPF.
Ya en el primer día de salida al mercado, la petrolera había conseguido colocar la totalidad del primer tramo del bono por $ 100 millones y se aprestaba a colocar $ 200 millones más en lo que resta de la semana.
La publicidad y una larga lista de voceros ligados al oficialismo, devenidos expertos en inversiones, ponen el acento en confrontar dos datos de la realidad: estos bonos dan 19% mientras que un depósito a plazo fijo en un banco, para un pequeño ahorrista, difícilmente sobrepase el 15% anual.
Pero, para no llevarse sorpresas, hay algunos otros datos de la realidad que deberían tenerse en cuenta a la hora de tomar una decisión de este tipo de ahorro en la Argentina.
Un trabajo de Ariel Setton, economista de grupo Fénix (www.arielsetton.com.ar), contempla una interesante comparación sobre el peso que tienen las comisiones de los bancos y agentes de bolsa sobre el rendimiento final de la colocación.
Dependiendo de los montos a colocar ($ 1.000, $ 5.000, $ 10.000 o $ 50.000) y de las entidades que se elijan para adquirir el bono, la renta final al cabo del año puede variar entre el mencionado 19% y 11,74%. La brecha no es menor, pero hay algo más.
A diferencia de lo que pasa con las colocaciones a plazo fijo, en acciones o en bonos públicos, que están exentos del impuesto a los Bienes Personales, los títulos de YPF cuentan.
Además, los bonos de YPF , como la gran mayoría de las colocaciones financieras en pesos, no le ganarían a la inflación, con lo que el resultado final de esas y muchas opciones de inversión terminaría siendo negativo en términos reales.
Los bonos de YPF al 19% o los plazos fijos al 15,5% o 16% anual como se pueden conseguir por montos grandes, no se salvan de perder la carrera frente a una inflación medida por las provincias y consultoras privadas del 25 al 30% anual.
Ese resultado de invertir en pesos y terminar retrasado frente al aumento general de precios viene siendo una constante de los últimos tiempos con una diferencia importante.
Hasta octubre de 2011, la renta de las tasas de interés perdía contra la inflación pero le ganaba a un dólar cuyo precio variaba por debajo de lo que se obtenía en plazo fijo. Así, los ahorristas calculaban la ganancia de su colocación en términos de dólar.
A quince meses de vigencia de los controles cambiarios, los ahorristas sienten que perdieron la carrera del dólar (el que apostó ganó: el paralelo acumuló una suba de 65%), que no pueden comprar dólares a $ 5, que la brecha cambiaria superior a 50% les golpeó sus ahorros en términos de dólares y que la inflación les va mellando las posibilidades de recuperarse.
Un informe reciente del Estudio Bein & Asociados pone el foco sobre el tema sosteniendo que “quizás la transferencia (de ingresos) más grande es la producida desde los tenedores de depósitos hacia los tomadores de crédito. O dicho de otra forma, de los que ahorran a los que consumen e invierten generando incentivos encontrados para una dinámica estable de la macroeconomía”.
En otras palabras, a los muchos desequilibrios que tiene la economía argentina (atraso cambiario, déficit energético, balance de combustibles deficitario, falta de horizonte, señales de estancamiento y freno con caída en la creación de empleo privado), hay que sumarle esta suerte de subsidio que los ahorristas privados conceden vía la inflación a los tomadores de crédito.
Una muestra también es YPF. Su presidente Miguel Galuccio, que tiene un diagnóstico positivo sobre el futuro , anunció la semana pasada que la nafta y el gasoil seguirían subiendo en función de las necesidades de la compañía y no del congelamiento por 60 días que impulsa el Gobierno.
Así, si bien para las necesidades de YPF $ 300 millones es una cantidad de crédito insignificante, el hecho de tomarlo a tasas reales negativas cuando tiene la posibilidad de mantener actualizados los precios, implica una ventaja financiera.
Desde ya que se trata de un ejemplo en una operación reducida pero que refleja la sanción para aquellos que decidan mantener pesos en su poder.
El resultado tiene varios costos, entre otros, señala el informe de Bein, que “en Argentina a más de 10 años del colapso de la Convertibilidad, el crédito al sector privado representa apenas 16% del PBI”.
Los depósitos en pesos crecieron en forma vigorosa en los últimos años, en parte por la apuesta de que le ganaban al dólar.
Ahora, a partir de la resistencia a la baja que muestra el paralelo, pareciera que los depositantes están pensando mucho las cosas para ver cómo seguir.
Entre tanto, YPF salió victoriosa de la prueba de conseguir financiamiento a 19% anual en pesos.
Los ahorristas, bancan.
La oferta en el segundo día de licitación de obligaciones negociables de YPF alcanzó los 100 millones de pesos, elevando a 190 millones la suscripción desde su lanzamiento, según datos provistos por bancos colocadores. La segunda emisión de bonos de la petrolera para ahorristas y pequeños inversores ya lleva cumplido casi la tercera parte del monto máximo a colocar. La emisión estaba prevista en 100 millones de pesos, ampliable a 300 millones, extensión que comenzó a correr ayer. Las entidades estiman que hoy se completarán los 300 millones, dado que el mayor número de operaciones se prevé para los últimos días. La suscripción de ON finaliza mañana.
El segundo día de la emisión de la ON se inició con la ampliación a 300 millones. Las operaciones mantuvieron el promedio del primer día, pero se realizaron compras por montos más elevados. El Hipotecario colocó en los dos días 30 millones de pesos, con un promedio de suscripción de 30.000 pesos. El Banco Provincia colocó 19,6 millones de pesos en 726 operaciones por un monto promedio de 27.000 pesos. Las suscripciones van desde 1000 a 250.000 pesos.
Una primera etapa es siempre de consulta y comparación entre los agentes colocadores, en especial ante la multiplicidad de bancos y agentes de Bolsa que intervienen y de propuestas que existen. Tal como sucedió en la primera licitación que se realizó el año pasado –con menor cantidad de colocadores– las entidades ajustan sobre la marcha sus habituales costos, a través de bonificaciones, para no erosionar la rentabilidad de pequeños ahorristas. “El negocio para los bancos, además de lo que les pague YPF, es atraer nuevos clientes a los cuales ofrecerles otros instrumentos financieros sobre los que sí les cobrarán sus respectivos gastos”, señaló a Página/12 el economista Ariel Setton. Según el prospecto de la operación, la petrolera pagará a cada banco como “incentivo” el 1,5 por ciento del monto final que coloquen.
Casi la totalidad de los bancos y agentes de Bolsa cuentan con varios items bonificados cuando la colocación es inferior a los 10.000 pesos. Esto permite reducir el impacto del costo, ya que se trata en su mayoría de sumas fijas. Los costos que algunos bancos mantienen tienen que ver con la custodia –0,014 por ciento sobre el saldo de la cuenta comitente– y la renta que cobran las Cajas de Valores (0,35 por ciento más IVA). Varios bancos absorben este costo, como el Galicia, el Hipotecario (hasta los 30.000 pesos), el BBVA Francés (sin importar el monto).
Para la adquisición de los bonos el ahorrista no requiere ir con el dinero. Alcanza con tener cuenta en el banco. En caso contrario, se puede abrir una caja de ahorro en el momento, que por un año –plazo del bono– la mayoría lo bonifica. Esta cuenta es necesaria para que se paguen mensualmente los intereses. Salvo el Citi (cobra 0,25 por ciento del monto adquirido en obligaciones negociables por única vez), todos bonificaron este gasto. De esta manera, la dispersión que existe entre las entidades es mínima, va de una tasa de 19 por ciento efectiva (igual a la tasa nominal que ofrece el instrumento) a 18,5 por ciento en el caso de montos superiores a los 30.000 pesos.