Si finalmente se consigue extraer, procesar y exportar el abundante potasio que duerme en la geología del sur mendocino, quienes lleguen a la meta podrán contarle a los suyos las peripecias que debieron atravesar. Más emparentadas con los avatares de la política criolla que con las curvas omnipresentes del negocio minero puro y duro.

A esta altura, el gobierno argentino pagaría de buen grado para que alguien baje de youtube las imágenes del CEO de Vale, Murilo Ferreira, y de la presidente Cristina Kirchner, ensalzando un proyecto que hoy está varado y a la espera de mareas favorables.

El gigante brasilero lo tiene muy claro: tal como está el proyecto minero, la más grande de las inversiones en marcha en el país (las de Pascua Lama se reparten con Chile), los números no cierran. Y por eso analistas financieros y bursátiles del mundo han aplaudido el parate de las obras, pese a la fortuna ya enterrada en el progreso del complejo. En tiempos de la minería mundial de “revaluación de activos”, es difícil convencer a los inversores de que lo negro es blanco y Potasio Río Colorado (PRC) no ha logrado despejar sus incertidumbres.

Hay factores que desalientan a Vale, como el estado de sus balances, la proyección del mercado global del potasio o la influencia de la incomparable inflación argentina. Pero resolver la cuestión del corredor ferroviario requiere de la decisión política del gobierno nacional que hasta ahora ha sido mero espectador de las ínfulas de Neuquén y Río Negro en la materia.

El virtual Plan B del gobernador de Mendoza Francisco Pérez para cambiar la traza del ferrocarril hasta Bahía Blanca -cuya viabilidad es la mayor incógnita para el emprendimiento- lejos de llevar tranquilidad a quienes siguen el caso, les ha dado nuevas pistas acerca de cómo se mueven ciertas cosas en Argentina 2013. ¿Quién puede asegurar que en el nuevo recorrido, por otras provincias y municipios no aparecerán pretensiones similares de superficiarios y gobiernos locales que compliquen el desarrollo?

Hay algo que no cierra en PRC. El proyecto es estratégico y de interés nacional, pero no hay una decisión política de garantizar su progreso. Dejar a una empresa minera a que resuelva el puzzle de centenares de intereses de particulares y de la política local poco tiene que ver con la promoción genuina de una inversión de esta magnitud.

En las recientes cumbres de San Pablo y de Santiago, el gobierno de Brasil ha instado a su par argentino a tomar el toro por las astas. El socio mayor del Mercosur no comprende cómo el status de país federal que ostenta Argentina puede complicar así las cosas. Brasil es una República Federativa, pero esas cosas no nos pasan, ha sido el mensaje de los funcionarios de Dilma Rousseff.

PRC, como se ha dicho es a esta altura, si se suma la larga travesía de Rio Tinto en el proyecto, una ardua e interminable carrera de obstáculos. La gran política, el poder político, tiene ahora la palabra y la oportunidad de demostrar que pueden vencer esa inercia argentina de transformar las oportunidades en crisis.