N o lo dicen en público, porque le temen a las represalias de la Casa Rosada y a las persecuciones de la SIDE. Pero es el comentario más repetido en todas las reuniones privadas de los hombres de negocios: la mala gestión del Gobierno está complicando la marcha de la economía. En la Unión Industrial Argentina se percibió cierto alivio económico en el bimestre julioagosto, fruto de las mejoras salariales pactadas con los sindicatos.
Pero la inflación, el clima belicoso y los continuos desaciertos de los funcionarios volvieron a planchar el repunte.
Ahora hay dudas sobre la fuerte recuperación que se proyectaba para el año próximo. Un informe que manejan los bancos nacionales de Adeba indica lo siguiente: "Las estimaciones han bajado y 2013 será otro año de crecimiento bajo, con alta inflación".
La UIA apunta sus dardos contra los inadecuados manejos de Axel Kicillof y, también, la parsimonia de Mercedes Marcó del Pont. En la cúpula fabril existe una gran decepción con la titular del Banco Central, porque en el Gobierno hace todo lo contrario de lo que predicó en sus largos años de intelectual desarrollista.
También critican las furiosas internas en el Gabinete, que desplazaron a Julio De Vido, y acusan a Guillermo Moreno por la inflación y la fuerte caída de la inversión. Pero en el movimiento empresario también dicen que los intentos de Cristina Kirchner de manipular la Justicia y no respetar los contratos privados crean un clima poco propicio para proyectos de inversión y planes para el futuro.
La Asociación Empresaria Argentina (AEA) emitió un severo documento el último fin de semana reclamando por la independencia judicial. Ayer, su titular, Jaime Campos, afirmó : "La independencia del Poder Judicial es condición necesaria para establecer la previsibilidad que requieren los empresarios para invertir y generar empleos".
En los diálogos secretos de los dirigentes se insiste en que el gobierno va contra el Grupo Clarín, pero que tiene una lista de compañías a las que atacará para subordinar su futuro a los intereses políticos del "cristinismo".
Durante la Conferencia Industrial de la UIA, los hombres de negocios afirmaban que los cambios y la intromisión estatal en el mercado de capitales apuntan contra Techint. En la lista de la Casa Rosada se encuentran sólo empresarios nacionales, como Carlos Blaquier y Luis Pagani, y se salvan los ejecutivos de las "multis" y los contratistas cercanos al Gobierno.
La reforma para permitir la intervención de la CNV fue bendecida por la propia Cristina Kirchner, y Roberto Feletti se limitó a instrumentar una directiva de Olivos. Un grupo calificado de caciques industriales tuvo en la Jornada fabril un encuentro breve pero reservado con la Presidenta. Participaron, entre otros, Ignacio De Mendiguren, Luis Betnaza, Juan Carlos Sacco, Federico Nicholson, Eduardo Eurnekián y Jorge Brito.
En el encuentro se planteó el temor que genera la legislación que autoriza al Estado a intervenir y administrar, sin acción legal previa, cualquier compañía que cotiza en Bolsa o emite una Obligación Negociable.
Cristina Kirchner respondió con una evasiva y eso fue interpretado como un aval claro a la iniciativa de intervención estatal en las empresas. En la campaña electoral la Presidenta desplegó un discurso seductor hacia los hombres de negocios y la mayoría creyó sus promesas proempresarias. Hasta ahora hizo lo contrario. Fueron pocos, solitarios y no escuchados los que advirtieron que el nuevo gobierno de Cristina se volcaría hacia el estatismo, el control de la actividad privada y la injerencia sobre los contratos de particulares.
Desde diciembre, la Presidenta confirmó esa dirección y el avance de la CNV forma parte de la misma estrategia. Se sostiene que la ofensiva también es política y que en la mira de la Casa Rosada estaría destronar de las cúpulas empresarias a Adelmo Gabbi y al propio financista Jorge Brito.
Con Néstor Kirchner, ambos integraron el selecto grupo de influyentes, pero ahora sienten un desprecio de la Casa Rosada semejante al que padeció el ultra-K Sebastián Eskenazi.
La opinión real de los empresarios, difiere mucho de lo que expresan en público. Le temen a la persecución de la SIDE y a los ataques de la AFIP. Pero en sus reuniones secretas manifiestan un diagnóstico común: La Presidenta tiene una visión conspirativa de los hechos económicos, que impide una solución racional de los inconvenientes.
El brutal avasallamiento al Poder Judicial complica el panorama y le mete ruido a la economía.
Nadie cree que la Presidenta pueda lograr su proyecto de re-reelección. El año electoral y la indefinición política para el 2015 generan una incertidumbre que afectan la inversión.
Existe una pésima gestión de gobierno que agrava los problemas propios de la economía. Los ministros no generan políticas y están paralizados por temor a los reproches de Cristina.
Han quedado seriamente deterioradas las bases del modelo económico y eso se refleja en un agotamiento del crecimiento. El dólar se atrasó, hay déficit fiscal y, a fuerza de controles, el superávit comercial es ficticio.
El actual modelo genera desinversión e inflación. Así, será difícil crecer en forma sostenida como necesita la Argentina.
Los hombres de negocios creen que las condiciones internacionales seguirán siendo muy positivas para el país.
Hace tiempo existe un cambio en los precios de intercambio, que después de un siglo benefician a la Argentina.
Por eso el titular de la UIA advirtió días atrás: "No podemos perder otra vez el tren del desarrollo".
Cristina Kirchner y José De Mendiguren, la semana pasada