La falta de reservas de petróleo y el alza de sus precios ocasiona que el tema energético haya cobrado mucho interés durante los últimos años en Centroamérica. La capacidad instalada pasó de 4 mil 129 MW en 1990, a 11 mil 865 MW en 2011, mientras que la generación neta pasó de 14 mil 175 GWh a 42 mil 115 GWh en el mismo periodo. Los países con mayor capacidad instalada al 2011 eran Costa Rica (2 mil 650 MW), Guatemala (2 mil 591 MW) y Panamá (2 mil 296 MW). En su conjunto, la capacidad instalada de la región creció 187 por ciento y su generación neta creció 197 por ciento entre 1990-2011, mientras que en Latinoamérica y el Caribe, en promedio, el crecimiento de la capacidad instalada fue del 86 por ciento.
Asimismo, el índice de electrificación se incrementó cerca de 45 por ciento en 1985, al 87 por ciento en 2010. A este mismo año, Costa Rica (99 por ciento), El Salvador (91 por ciento) y Panamá (90 por ciento) tenían índices por encima del 90 por ciento, mientras que Guatemala (85 por ciento), Honduras (81 por ciento) y Nicaragua (74 por ciento) eran los países con menor nivel de electrificación. En Latinoamérica y el Caribe, de acuerdo al World Energy Outlook 2011, el índice de electrificación era de 93.2 por ciento.
Sin embargo, a pesar de este significativo progreso, la biomasa tradicional, es decir leña, todavía representa entre el 33 por ciento y el 50 por ciento del consumo de la energía. Este es uno de los indicadores más gráficos de la pobreza energética y de la social. De acuerdo a la International Energy Agency en 2008, más de 8 millones de centroamericanos no tenían acceso a la electricidad, la mayoría viviendo en las áreas rurales de Honduras, Nicaragua y Guatemala. La inversión en electrificación rural es importante para alcanzar el promedio latinoamericano, pero representa varios billones de dólares que no son fáciles de reunir.
La demanda de energía creció significativamente en todos los países en la medida que las economías crecieron y también el tamaño de la población. Es interesante ver la intensidad energética medida como el consumo total de energía por cada millón de dólares del PIB. Los países más ineficientes son Nicaragua y Honduras mientras los más eficientes (más que el promedio Latinoamericano) son Costa Rica y Panamá. Los gobiernos están haciendo esfuerzos para promover inversiones en nuevas fuentes de energía basadas en recursos renovables. Sin embargo, estos esfuerzos son todavía insuficientes para cubrir la demanda insatisfecha de energía eléctrica sobre todo en áreas rurales.
Nuevos desarrollos en energía renovable (principalmente solar fotovoltaica) dirigidos por empresas pequeñas y medianas han estado sucediendo. Estos negocios están proveyendo soluciones para los hogares rurales de bajos ingresos (solo dos de estas empresas benefician a 260 mil personas en Nicaragua y Guatemala, aproximadamente 4 mil 700 personas por año) a través de alianzas o asumiendo la función de las instituciones microfinancieras. Algunos son iniciativas privadas mientras que otros tienen el apoyo de ONG locales y de la Banca Multilateral. De esta manera cientos de comunidades pobres de la región se benefician de estas iniciativas que podemos catalogar como en la Base de la Pirámide, especialmente en áreas donde la red de distribución de energía no existe y es poco probable que llegue en el corto o mediano plazo.
Estos modelos de negocios innovadores están siendo estudiados con detenimiento en INCAE. Ellos enfrentan grandes oportunidades pero también grandes retos, y ofrecen importantes lecciones tanto al sector público como al privado. Además, estas iniciativas están introduciendo una dinámica diferente en un terreno que ha sido tradicionalmente trabajado por el Estado. Vamos a hablar de estos en un futuro artículo.