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Debate
(Opinión) OÑA: INVERSIÓN EXTRANJERA. ¿A QUÉ LE TEME KICILLOF?
06/11/2012
PorAlcadio Oña

Inversión extranjera: ¿a qué le teme Kicillof?

Clarín

Brasil, Chile, México, Colombia y Perú, entre otros, están recibiendo cantidades de inversiones extranjeras directas (IED), o sea, capitales que no son considerados especulativos sino productivos. También Uruguay, medidas en relación a su PBI. Bajo cualquiera de los parámetros, a la Argentina llega muy poca .

Evidentemente, en aquellos países el debate sobre la conveniencia o implicancias de la IED quedó cerrado hace tiempo. Aquí, en cambio, “es una cuestión conceptual que no está saldada ”: al menos, de acuerdo a Axel Kicillof, viceministro y estratega de la política económica de Cristina Kirchner.

Según un informe de la Cepal, durante el primer semestre entraron a Brasil US$ 43.175 millones, el 46% de las inversiones que desembarcaron en América latina y el Caribe. A Chile, 12.275 millones; a México, 9.622 millones y 7.792 millones a Colombia. Detrás de ellos y de Perú, sexta en ránking, la Argentina recibió 5.388 millones.

La brecha se amplia considerablemente si se toma el año pasado completo. Sólo unos pocos ejemplos: para Brasil, el número canta US$ 66.660 millones ; 17.299 millones en el caso de Chile y 8.671 millones en el de la Argentina.

Con las dudas de alguien que todavía no ha terminado de madurar sus ideas o quizás directamente descalifica el ingreso de ese tipo de capitales, Kicillof afirmó en un encuentro con diputados: “Me parece un debate sano para dar . Sabemos que entre los desarrollistas, estructuralistas e industrialistas y al interior de los propios peronistas ha habido una discusión sobre el rol de la inversión extranjera en materia estratégica y de crecimiento industrial”.

En realidad, bajo ciertas reglas, entre la mayoría de ellos la discusión ya fue zanjada a favor de abrirles las puertas.

Desde luego, en Brasil la tienen definitivamente clara. Sólo en lo que va de este año, el 50% de la IED fue a la industria : plataformas petroleras para operar en el mar, barcos, astilleros, autos, energía eólica, informática, Internet y telecomunicaciones. “Se instalarán 6 plantas automotrices nuevas, todas destinadas a producir marcas que allí no estaban”, dice un especialista.

Es muy probable que la reticencia de Kicillof derive de cuanto menos tres factores: uno es el ideológico; otro, la transferencia de utilidades al exterior de las multinacionales y, por último, el temor a la extranjerización de la economía.

El factor ideológico, si es que existe, le compete a él por entero.

La repatriación de las ganancias efectivamente pesa, implica dólares y, según comenta la Cepal, ha sido grande estos años de crisis en Estados Unidos y Europa. Pero durante la gestión de Cristina Kirchner la fuga de divisas alcanzó a US$ 70.000 millones y no toda, sino una parte, corrió por cuenta de las transnacionales. Frente a este cuadro, el Gobierno optó por imponer un rígido cepo cambiario y bloquear el giro de utilidades.

Finalmente, la extranjerización de la economía gozó de muy buena salud en la era K: de las 500 compañías que más facturan, 324 son multinacionales. Además, aún economistas heterodoxos consideran que el fenómeno es hijo de la globalización a escala planetaria y, por lo tanto, difícil de torcer con políticas intervencionistas.

En un momento cuando los países de la región se disputan la inversión extranjera, pareciera ser hora de que, al interior del Gobierno, den el “debate sano” que aventura Kicillof.

A cuento de eso mismo, la propia Cepal, que para nada es un centro de economistas neoliberales, expone una serie de “beneficios potenciales” . Entre otros, la incorporación de tecnología, conocimiento e innovación, la capacitación de recursos humanos y la creación de encadenamientos productivos.

Podrían añadírseles producciones con mayor valor agregado y, por lo común, trabajo de calidad y mejor pago.

Nada de todo eso sobra en la Argentina, más bien escasea .

Pero si el Gobierno piensa que una apertura generalizada al capital extranjero es contraproducente e implica pérdida de soberanía en las decisiones, le queda la alternativa sugerida por otros economistas: elegir sectores los que quiere potenciar y plantear la asociación con empresas nacionales.

Claro que aún esta vía demanda estrategias de acción precisas y un conjunto de políticas articuladas . Más, desde luego, un programa de desarrollo interno proyectado hacia el mediano y el largo plazo, en vez de medidas siempre de corto plazo o parches de ocasión.

De todos modos, no será fácil atraer inversores dispuestos a hundir plata por mucho tiempo, en los dominios de la incertidumbre . YPF es la prueba misma.

Las dudas se multiplican cuando, de un día para el otro, pueden sobrevenir el cerrojo cambiario, los bloqueos a la distribución y transferencia de utilidades, el cierre de importaciones o hasta dificultades para viajar al exterior. Añadidos van el retraso del dólar, un proceso inflacionario que al Gobierno no parece preocuparle y problemas recurrentes en el abastecimiento de energía.

Algunas de estas razones y la magnitud del propio mercado interno, explican por qué las compañías prefieren a Brasil, donde también sacan partido de las ventajas arancelarias del Mercosur, o mudan sus centrales regionales desde aquí a San Pablo.

Kicillof puede recelar de la inversión extranjera, pero en la globalización, y hoy con la crisis en el corazón del mundo, los movimientos de capitales son tan grandes que quizás valdría la pena dilucidar “la cuestión conceptual” .


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