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Debate
(Opinión) OÑA: INCREÍBLE. EL INDEC RECONOCE LA INFLACIÓN REAL
30/10/2012
Por Alcadio Oña

Increíble: el INDEC reconoce la inflación real

Clarín

Hay un índice que a veces se empeña en cantar una inflación parecida a la real, y lo elabora el mismo INDEC que dibuja otros precios de la economía. En los últimos doce meses, el costo de la construcción subió 25,7% .

Según la estadística oficial, ese 25,7% refleja el fuerte aumento registrado en el costo de la mano obra, derivado, a su vez, de los incrementos salariales. Pero, al fin, es lo que se encareció levantar un edificio de departamentos, luego, el precio de los departamentos, y construir una vivienda familiar.

En las formas, Ana Edwin, la directora del INDEC, depende del ministro de Economía, pero en los hechos reporta a Guillermo Moreno. Y está visto que a los controladores el índice de la construcción se les escapó del radar, o le dan poca importancia.

El indicador muestra números que meten cierto escozor, al menos comparados con varios que salen de la misma cocina. Como la trepada del 29% en albañilería; el 23,8% para instalaciones eléctricas o el 21% de la pintura.

Otros, de semejante o mayor volumen, aparecen en el rubro materiales . El precio de los sanitarios escaló casi 36%; las mesadas de granito, 30,7%; un 23,1% los ladrillos y 18% el cemento. Nada, en realidad, de lo que pueda prescindirse fácilmente.

Construir lo que sea o esté al alcance del bolsillo implica, en general, contratar camiones volcadores, volquetes o alguna camioneta. Llegado este punto, los interesados se encontraron con aumentos que van del 32,5 al 47,4% .

No es casual, entonces, que todo se traslade al costo de levantar un edificio: para el INDEC, hacer una torre de 14 pisos sale ahora un 26,6% más que un año atrás. Y eso, que desde luego desemboca en el precio de los departamentos , no incluye el IVA, ni los gastos financieros, ni el valor del terreno.

Peor les va a quienes aspiren a construirse una vivienda familiar . Esta vez, el salto alcanza nada menos que al 31,6%. Y como el caso de la torre, deben añadirles los extras.

Inevitablemente, muchos de estos incrementos les pegan a cualquiera que pretenda arreglar su casa, incorporar o cambiar equipamientos o agregar un cuarto.

Por culpa de cifras como esas, el acceso a la vivienda queda cada vez más lejos de las posibilidades de los sectores medios y bajos. Y no se trata de un bien suntuario, tal cual saben de sobra aquellos que llevan años mirándolo a la distancia.

Con inusual contundencia para las estadísticas oficiales, el propio INDEC cuenta que desde la caída de la convertibilidad el costo de la construcción subió un impresionante 563% , difícil de igualar hasta para mejoras salariales considerables.

Así se explica, al menos en parte, que mientras la economía creció a tasas históricas y cayó el desempleo, el déficit habitacional siga empinándose sin pausa: desde 2003, se sumaron 560 mil hogares al cuadro general.

Según distintas fuentes, la brecha total ya asciende a alrededor de tres millones de unidades. A tres por cada una, hay 9 millones de personas en esa situación.

El correlato puede advertirse, sin necesidad de dramatizar, en datos extraídos de un informe de SEL Consultores, un instituto especializado en el análisis de indicadores socio económicos. Dice que en los centros urbanos del país más de la mitad de la población alquila o es propietaria, pero vive en condiciones de hacinamiento o enfrenta “carencias graves”. Como es obvio, el llamado inquilinismo también va en aumento.

Cualquiera conoce que el escasísimo crédito hipotecario que existe es costoso e inaccesible. Muchos tienen ingresos inestables o tan reducidos que ni por error pueden calificar en los bancos o se ven sometidos a gravosas maniobras financieras.

Casi ni hace falta decir que la peor parte aterriza sobre las capas más pobres. El informe de SEL señala que en el piso de la pirámide social el déficit de viviendas alcanza 1,2 millones de personas.

Así haya existido herencia acumulada, lo cierto es que el panorama completo revela que los planes del Gobierno han resultado insuficientes. O que algunos fondos se perdieron en el camino y la plata fue administrada de un modo cuanto menos poco visible en los hechos.

Este año estaban presupuestados $ 2.500 millones para el programa Techo Digno : hasta el 21 de octubre pasado, apenas se había usado el 53% de la partida. Este sería otro ejemplo.

El kirchnerismo podrá alegar que ha logrado mejorar la distribución del ingreso, aunque, justamente, la mala distribución de la riqueza generada por la economía anida en la base de un problema que todavía luce dentro de la zona de exclusión. Y vale, para el caso, agregar que el trabajo en negro, precario, sin coberturas sociales y de sueldos bajos se estacionó en el 34,4% del mercado laboral.

Hay algo más en las estadísticas del INDEC. El 25,7% de la construcción abre una distancia de quince puntos contra el 10% del índice de precios al consumidor o el módico 10,7% que el organismo asigna al encarecimiento de los alimentos. Cuesta explicar que en la misma economía haya precios que suban tanto y otros tan poco.

Salvo, tal vez, por una razón de otro tipo. El llamado costo de vida sirve de base para calcular las tasas de pobreza e indigencia y, a la vez, intentar demostrar que estos indicadores han quedado reducidos casi a su mínima expresión. Este es, precisamente, un punto que permite entender por qué el tandem Moreno–Edwin desatiende el costo de la construcción y se concentra en manipular el índice de precios al consumidor .


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