El mensaje al Congreso presentando el Presupuesto 2013 es muy pesimista, ya que expresa que vivimos en un “contexto internacional en franco deterioro”, puntualizando los problemas en Grecia, Portugal, España e Italia.
Pongamos estas afirmaciones alarmistas en perspectiva, señalando que estos países representan apenas el 4 por ciento del PBI mundial y el 2 por ciento de la población. El PBI mundial esta creciendo al 3,3 por ciento, impulsado por los países emergentes que crecen al 5,3 por ciento; estas 151 naciones representan ya la mitad del PBI mundial, pero, atención, que en estos países vive el 85 por ciento de la población del planeta. Los 27 países emergentes del Asia, donde vive más de la mitad de la gente, tienen en conjunto un PBI 5,5 veces mayor a estos 4 países europeos en crisis. Ahora el crecimiento del PBI es del 6,7 % en Asia, 5,2 % en África y 3,2 % en América Latina.
Esto significa que hay más de 6000 millones de personas que siguen demandando más proteínas animales, ya que el desarrollo económico modifica la dieta alimenticia.
Hace 25 años un chino consumía apenas 20 kilos anuales de carne, hoy consume más de 50, y lo mismo está ocurriendo en el resto del mundo emergente.
El mundo globalizado muestra escenarios coyunturales que preocupan, pero no al punto de perder la perspectiva de largo plazo que es la que debe definir las decisiones estratégicas de un país .
La globalización, que fue avanzando desde la década del ochenta, ha modificado la geografía económica mundial. Baste decir que en 1980 los países desarrollados representaban el 70 por ciento del PBI planetario, mientras que esta importancia se ha reducido hoy a la mitad; las naciones emergentes han crecido tan aceleradamente que desde 1980 a hoy treparon de un 30 por ciento del PBI mundial al 50 por ciento. En 1980, de las cinco economías más grandes tres eran europeas (Alemania, Francia e Italia) y las otras dos eran Estados Unidos y Japón. Estados Unidos sigue manteniendo el primer lugar seguido por China, India, Japón y una única nación europea (Alemania); desde 1980 China multiplicó el tamaño de su economía 45 veces y Europa apenas 4,5 veces.
Esta es la oportunidad histórica para la agroindustria de los países que son eficientes productores de alimentos ; los términos de intercambio que enfrentamos son los mejores desde 1950: basta comparar el precio internacional de la soja hoy (550 dólares) con el del 2003 (220).
Podrá haber cimbronazos futuros, pero la buena noticia es que seguirá esta onda larga de crecimiento de los emergentes . Además de esta relación favorable de precios, que hubiera asombrado a Raúl Prebisch, enfrentamos las tasas de interés internacional más bajas desde hace 60 años. América latina está recibiendo crecientes aportes de inversión externa destinada a incrementar la producción, y es así como el año pasado ingresaron 153.000 millones de dólares, lo que representa un incremento del 130 por ciento sobre el promedio del período 2000-2005. Se registraron aportes muy significativos: Brasil recibió 67.000 millones de dólares, Chile 17.000, Colombia 13.000 y Perú 7600, pero de nuestros país se fueron al exterior 80.000 millones de dólares en los últimos 7 años.
Son varias las explicaciones de estos comportamientos diferentes, pero hay una que debe tomada en cuenta sin demoras y es la inflación .
Este fue el flagelo de América Latina en el pasado. Pensemos que en la década del noventa la inflación de la región fue de nada menos el 52 por ciento anual, mientras que ahora está en apenas 6 por ciento. La inflación más alta dentro de los 186 países del planeta se registra en Bielorrusia (60% anual), seguida por Venezuela, Sudán, Irán, Etiopía y Guinea (alrededor del 25%). Nuestras cifras del INDEC están alejadas de estos guarismos, pero la realidad nos ubica en el lote de estos países que lideran la inflación.
Es bueno cuidarse de la eventualidad de una presunta generalización de la crisis, por eso conviene comenzar por aceptar que “la única verdad es la realidad” y no cometer el error de creerse la propia falsificación de esta realidad y olvidarse de la inflación . Con precios internacionales tan favorables es una exageración hablar de “contexto internacional en franco deterioro”.