Los tiempos recientes están siendo dominados por la insistencia en una acrecentada importancia de la cuenca del Pacífico.
Se justifica en gran parte esta persistente moda aparente en la inserción de los intereses de China en América Latina y los vínculos asiáticos con la economía norteamericana, además de la europea. Los mitos de la globalización también contribuyen al refuerzo del mito transformacional. En materia de seguridad, el Pentágono está posicionando el grueso de la flota en los puertos del Pacífico, como si se esperara un nuevo Pearl Harbor. Esta tónica, sin embargo, contrasta con la historia de cinco siglos y los datos del presente que refuerzan la permanencia del ligamen atlántico.
Por de pronto, hay que considerar que de establecerse una plena zona de libre comercio entre los países del NAFTA y la Unión Europea, el resultante bloque sería la región económicamente mayor del planeta, sin competencia de cualquier alianza establecida por los países del hemisferio occidental con partes con Asia. Solamente entre Estados Unidos y la UE, el conjunto económico sería el mercado más grande y el más próspero, comprendiendo más del 54% del PBI en valor absoluto y el 40% en poder adquisitivo.
Volviendo la mirada hacia el sur, aunque el vínculo comercial entre Europa y América Latina es, comparativamente, modesto, la dependencia latinoamericana de Europa y EE.UU. no tiene par . Y sin América, el español no sería la “segunda lengua” del mundo, con más estudiantes que otro idioma, con excepción del inglés.
Mientras se critican ciclos de aparente desdén de EE.UU. hacia América Latina, como el actual, las aguas vuelven siempre a su cauce y se efectúa un “redescubrimiento” del socio (o la víctima) natural. Si EE.UU. puede ser acusado frecuentemente de considerar a Europa como aliado garantizado y socio económico fiable, lo cierto es que cuando la problemática europea dispara las alarmas (como es el actual caso de la crisis de la eurozona ), Washington reacciona y sabe distinguir dónde están sus prioridades y sus intereses.
Por todo lo anterior, se comprueba fehacientemente que este vínculo triangular sigue teniendo más valor que la vaga red tendida a ambas orillas del Pacífico , como resultado de diversos factores estratégicos y económicos. Ni el ascenso de los BRIC ni la detectable inserción comercial asiática en América Latina serán suficientes para borrar más de medio milenio de existencia común, compartiendo valores que difícilmente dejarán de pesar en la permanencia del triángulo atlántico. Si hay una macroregión idónea para las “alianzas estratégicas”, ésta es la que comprende desde Alaska a Tierra de Fuego, desde San Petersburgo a Santiago de Chile, del Bósforo a California, de Panamá a Gibraltar.