Sujetos y objeto de enconadas luchas ideológicas las Empresas Transnacionales (ETNs) han sido en la región motivo de pormenorizado análisis como íconos del capitalismo occidental e instrumentos centrales en los planes de dominación por parte de los principales centros de poder mundial.
Sin embargo, desde el fin de la guerra fría, lejos están de ser encuadradas bajo esta simbología plagada de malévolas intencionalidades.
Por el contrario, son consideradas actores económicos determinantes en la construcción de interdependencia global mediante inversiones (IE) y transferencia tecnológica. Las ETNs (energéticas, tecnológicas, financieras, manufactureras, agroalimentarias) apoyadas por los respectivos gobiernos, constituyen vectores portadores de know how (I+D) y generan cadenas globales de valor ; durante las dos últimas décadas, la expansión de sus operaciones ayudó a remover barreras comerciales, trabas a la libre circulación de capitales y extendió, aún más, el largo manto del capitalismo mundial.
En la actualidad las principales ETNs del mundo no son patrimonio de las economías desarrolladas sino que admiten en su exclusivo club firmas pertenecientes a las ascendentes economías en desarrollo entre las que ocupan un privilegiado lugar ETNs de “potencias emergentes”como China e India. En tal sentido, las ETNs asiáticas de economías en desarrollo muestran una creciente presencia en América Latina. En este contexto, desde comienzos de siglo es empíricamente verificable el posicionamiento regional de ETNs chinas – en su mayoría estatales- con inversiones localizadas en sectores como el minero, producción agroalimentaria, exploración petrolífera, infraestructura portuaria, ensamblaje automotriz, electrónico y en el sector financiero. Mediante diversos instrumentos que incluyen alianzas empresarias, acuerdos gubernamentales y/o tratados de libre comercio (TLCs), sus operaciones en el exterior son financiadas por bancos también estatales. Como resultado, las ETNs asiáticas en general y las firmas chinas en particular, entretejen redes de vinculación entre Asia y América Latina que favorecen la recepción de IED de origen asiático y consolidan interfases asociativas de las que también se benefician translatinas.
Más allá de los debates sobre el tipo de inserción que las ETNs asiáticas proponen para la región como proveedora de materias primas, es evidente que fomentan el desarrollo de infraestructura para la integración y determinan una división interna del trabajo que busca satisfacer la demanda asiática presente y futura. Es de esperar que este entretejido de “redes” atenúe el carácter complementario de las relaciones económicas entre economías asiáticas y América Latina y potencie el comercio intra-industrial y la transferencia efectiva de tecnología.