El régimen de excepción caducaba el 31 de diciembre de 2010, pero lo cierto es que la Secretaría de Energía manifestó que hasta 2014 la insuficiencia de gas para la generación de electricidad seguirá siendo un problema. Dentro de este contexto, se permite a las centrales térmicas seguir utilizando fueloil de muy baja calidad, teniendo plazo hasta fines de 2013.
El fueloil es un residuo derivado del petróleo, de muy baja calidad y con alto contenido de azufre, que se está importando desde Venezuela, y que genera emisiones de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno que superan ampliamente los parámetros ambientales. Esto no es una novedad; vale recordar la caída de lluvia ácida (presencia de ácido sulfúrico en la lluvia) en Buenos Aires en 2007, que fue denunciada ante la Defensoría porteña por vecinos de Palermo, Belgrano, Colegiales, Recoleta y Retiro ante la aparición de manchas blancas sobre las veredas. Ahora, la temporada invernal aumentó la demanda eléctrica y hace que se recurra al uso de antiguas maquinarias que son altamente contaminantes, que reemplazan el gas por el fueloil.
Transcendió que la nueva YPF en manos de Miguel Galuccio comenzaría a disminuir la calidad de fueloil y, de esta manera, podría aumentar la producción destinada al mercado interno. Se trata de un nuevo retroceso en materia energética, debido a que no se ha podido cumplir con las regulaciones ambientales fijadas en la ley 24.065, destinadas a la protección de las cuencas hídricas y los ecosistemas involucrados, respetando los estándares de emisión de contaminantes vigentes.
Estamos ante un riesgo ambiental y, sobre todo, está en peligro la población que habita cercana a las usinas. Aspirar al logro de una energía sustentable parece difícil en este contexto, ya que se quieren resultados inmediatos ante la demanda energética.
Es hora de que las cuestiones ambientales, que a menudo tardan muchos años en ser percibidas, y que afectan la calidad de vida y la salud de los habitantes, dejen de ser postergadas por coyunturales intereses políticos en juego. Tanto las autoridades ambientales de la Nación como las de la Ciudad de Buenos Aires deben aprontarse a dar solución a este problema que ya se hace crónico.