Hugo Moyano parece haberle sacado las primeras luces de ventaja política a la CGT de los “Gordos” e “independientes” que aguardan que la bendición que les regaló el lunes Cristina Fernández, les alcance para coronar su construcción el 3 de octubre.
Por lo pronto, la central obrera del líder camionero se puso en marcha. A la otra CGT, producto de arduas gestiones kichneristas para juntar cabezas distintas, le espera en cambio recorrer un trecho largo e incierto hasta octubre. Esa incertidumbre estaría dada por la heterogeneidad del agrupamiento gremial. También, por las sorpresas de una economía que languidece y a la cual muchas decisiones de Cristina sólo ayudan a agravar.
La audiencia de la Presidenta con los “Gordos” e “independientes” fue lo mínimo que demandaban los sindicalistas arrimados a los K para que Moyano no pueda apropiarse de la comarca sindical. El camionero se hizo reelegir en su CGT con una mayoría de congresales (según sus cómputos), comenzó a delinear un mensaje político-sindical y progresó, como primera decisión, sobre un flanco débil del Gobierno para el que carece de respuestas: la inflación.
Ese sprint sobre los “Gordos” e “independientes” forzó una declaración del jefe de UPCN, Andrés Rodríguez, quien también habló, después de entrevistarse con Cristina, de la “desprolijidad”de algunos números que elabora el INDEC.
La CGT de matriz menemista que viró ahora hacia los K enfrenta varias dificultades. No están, por empezar, del todo convencidos del beneficio que implicaría esta alianza incondicional con Cristina. La reunión del lunes en la Casa Rosada fue una señal cantada de la Presidenta para neutralizar, siquiera simbólicamente, la reasunción de Moyano en la CGT. Pero sus anuncios y sus palabras habrían dejado que desear. Apenas hubo una convocatoria al Consejo del Salario Mínimo, sin mención para las asignaciones familiares, Impuesto a las Ganancias y obras sociales. Además Cristina esgrimió la idea de la unidad sindical, algo por lo que no hizo nada desde que quedó en soledad en el poder. Su acción estuvo orientada, sobre todo, en aislar a Moyano.
José Lingieri (Obras Sanitarias) y Gerardo Martínez (UOCRA) ensalzaron aquel enunciado presidencial, aunque preguntaron, en soledad, sobre su significado.
¿Volver a negociar con Moyano? Toda una utopía.
Tampoco la CGT de “Gordos” e “independientes” tiene definido su liderazgo. El metalúrgico Antonio Caló faltó, llamativamente, a la cita en la Rosada. Se dieron un montón de explicaciones. Lo cierto fue que a Caló le llovieron reproches luego del último cónclave, tras el cual se proclamó candidato único.
Tampoco está clara la futura conducta de Jorge Lobais, el secretario general de los textiles. Su gremio junto a la Unión Ferroviaria fueron los últimos apretados por el Gobierno para vaciar la proclamación de Moyano en Ferro. Los congresales textiles asistieron al plenario moyanista y consagraron al líder camionero. Lobais se unió al grupo que habló con Cristina.
No podrá permanecer mucho tiempo más con un pie en cada orilla.
El moyanismo asegura que el dilema de Lobais es el de varios secretarios generales de sindicatos que están con la CGT de los K. Y que esos dirigentes correrán riesgo, con el tiempo, de un posible desgranamiento en sus organizaciones. Se verá.
Las tareas prioritarias del secretario General de la CGT serían ahora dos. Ampliar, en la coyuntura, la base gremial. Se intentará un acercamiento con Pablo Micheli , líder de la CTA, alejado después de la movilización de Plaza de Mayo donde se le impidió hablar.
Machacar con la inflación , casi el único tema que la oposición ha tomado con seriedad entre manos. Los moyanistas dicen tener gente entendida en el tema. Pero se tenderán puentes con Graciela Bevacqua, ex directora del Indice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC, echada por Guillermo Moreno.