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Debate
(Opinión) FRANCISCO OLIVERA: "UN ABNEGADO PETROLERO DISPUESTO A HACER MAGIA". PAGNI: "YPF, ESKENAZI Y EL JARDÍN DE LAS DELICIAS"
15/07/2012
Francisco Olivera

Un abnegado petrolero dispuesto a hacer magia

LA NACION
Hay un especialista petrolero del Gobierno que trabaja en un plan para YPF. Fue un encargo del Ministerio de Planificación y pretende constituir una alternativa viable y alineada con lo que Cristina Kirchner llama "los intereses del país". Es probable que Miguel Galuccio, presidente de la petrolera estatizada, no esté todavía al tanto. Pero tampoco puede decirse que la Casa Rosada haya decidido desprenderse del ex ingeniero de la firma Schlumberger. Simplemente, así se mueve el kirchnerismo: nadie tiene, con excepción de la jefa del Estado, la suma del poder público.

Las peleas de YPF emergieron antes de que se hubiera presentado el plan de 100 días que la empresa pretende anunciar junto con banqueros y eventuales socios. ¿Qué no habría dado un analista petrolero por estar en aquella reunión en la que Galuccio, después de mostrar curvas de precios y demanda en una presentación, sacudió al directorio con la idea de subir los precios de los combustibles? ¿Lo consultaste con la Presidenta?, le preguntaron.

El petrolero explicó entonces por qué era necesaria semejante decisión. El único modo que tiene hoy YPF de conseguir ingresos, mientras convence a los inversores de que se ha vuelto una empresa confiable, es equilibrar sus números por la vía del downstream. La propuesta incomodó en el Gobierno. La aceptaron, pero agregaron que debía aplicarse más adelante. Pasaron dos meses entre el inicio de esa discusión y el alza en los surtidores, concretada hace diez días. Fue una de las razones que llevaron a Galuccio a amagar dos veces con la renuncia.

No fue el único incómodo. Cansado de los tironeos, Teodoro Marcó, un abogado que venía de trabajar durante dos años en la petrolera Maxus, un activo que YPF tiene en Estados Unidos desde 1995, renunció la semana pasada al cargo de director de Empresas Participadas. Marcó, que reportaba directamente a Galuccio, es ya un ejecutivo de prestigio que eligió el desempleo.

Algunos gerentes de YPF podrían compartir vivencias con Mercedes Marcó del Pont. Hace dos semanas, la presidenta del Banco Central se enteró del plan para obligar a los bancos a destinar el 5% de sus depósitos a créditos a empresas horas antes de que lo anunciara la Presidenta. Lo había diseñado Axel Kicillof, viceministro de Economía. El mismo que sorprendió semanas atrás a Galuccio con una presentación sobre YPF, delante de Cristina Kirchner..., sin Galuccio.

Será una convivencia interesante. El ingeniero ha decidido instalarse en la Argentina y no confrontar. Deberá seguramente hacer docencia. Apenas intervenida YPF, Kicillof recibió a proveedores con una crítica hacia Repsol y los Eskenazi: Estos importaban hasta arena, se ofuscó. El hallazgo retórico llegó a Cristina Kirchner, que lo repitió el 4 de mayo en el Salón de la Mujer: "YPF importa arena. Es imposible que no haya en algún lugar de nuestro país la arena que necesita YPF. Le voy a encargar al INTI, junto con investigadores y el personal de YPF, que se dedique a buscar un lugar donde haya arena". Nada es imposible, pero habrá que esforzarse. No se trata de entrar con camiones en Pinamar: la arena proppant, usada en el sector petrolero para fracturar el suelo en los pozos, es un insumo que no se produce en la Argentina y que las empresas importan históricamente de Brasil.

No es la primera vez que ocurre. Tal vez si acostumbrara a escuchar más seguido a Daniel Cameron, el secretario de Energía que está en funciones desde 2003 casi sin voz ni voto, la Presidenta estaría también al tanto de que la demanda de electricidad es inelástica respecto del ingreso de los usuarios y que ese alza no debería ser necesariamente, como ella dijo en público el 30 de junio, "una clara muestra de la democratización del crecimiento, que ha llegado a los sectores que siempre han tenido la ñata contra el vidrio". Pero bastaría en realidad con ver los datos de Fundelec: ni la crisis del tequila en 1995, ni la asiática en 1997, ni la devaluación brasileña en 1999 convivieron con descensos en el uso de electricidad. La demanda de energía suele reaccionar más tarde o de manera más tenue a los cimbronazos de la economía. En los últimos 20 años cayó sólo dos veces: 2% en 2002 (mientras el PBI se desplomaba casi 12%) y 1,3% en 2009, con la crisis internacional.

No hay dudas de que el desafío petrolero será grande. De ahí, probablemente, el temblor que ejecutivos del management anterior de YPF percibieron en las manos de Roberto Baratta, subsecretario del Ministerio de Planificación, el día en que el Gobierno entró en el edificio de Macacha Güemes para desplazar al directorio. Cumplo órdenes, se excusó Baratta, que leía el decreto de expropiación acompañado por el escribano general de la Nación. Fue la señal que les faltaba a los españoles: esa tarde, los pocos que quedaban decidieron irse rápidamente a Montevideo en avión, casi sin razonar, por temor a ser detenidos.

Era la culminación de un proceso que, un año antes, había empezado por motivos que Galuccio debería atender: Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, fue quien inauguró los enfrentamientos con Sebastián Eskenazi por el precio de la nafta súper. La estrategia comercial del banquero venía exasperando al jefe político del Indec: dejar los valores más bajos en lo que Eskenazi llamaba "estaciones testigo", y privilegiar la premium para ganar rentabilidad. No fueron casuales, desde entonces, los carteles de "No hay súper" en los surtidores.

Para la nueva etapa, los nuevos gerentes deberán además tener en cuenta una ecuación peligrosa. Cada vez que YPF queda rezagada en precios respecto de sus competidores recibe, como es natural, un aluvión de automovilistas que prefieren pagar menos y a los que se vuelve difícil abastecer. No fue por distracción que los Eskenazi hubieran bajado, en marzo, de 95 a 93 los octanos de la súper según la medición ROM (research octane number, la de las estaciones) y que técnicos de YPF hayan impulsado ahora, en tres reuniones en la Secretaría de Energía, una nueva reducción en la otra medida, "octanos por motor" (MON, en inglés): de 84 a 82, a cambio de un aumento del 5% en el combustible volcado al mercado. Con una menor calidad se refina más rápido. Sería, de todos modos, retroceder casi 15 años. Ya en 1998, aunque la ley no lo exigiera, las petroleras subieron el ROM de 93 a 95.

Para Galuccio será un frágil equilibrio. Deberá rogarles a las petroleras que, como le cuesta tanto convencer sobre este tipo de medidas, no vuelvan a subir precios. El último aumento fue en rigor un seguimiento a Shell, la más cara del mercado, que lo había aplicado sólo para la Capital Federal. YPF lo hizo dos días después, pero para todo el país. La angloholandesa retrucó horas después con nuevos incrementos en el interior. No aún en la Ciudad de Buenos Aires. Si lo hace, Galuccio deberá volver a empezar. La última ironía del kirchnerismo es haberse convertido en rehén de Juan José Aranguren.
Carlos Pagni

YPF, Eskenazi y el jardín de las delicias

LA NACION
Con la gestión Eskenazi, YPF tuvo un gran despliegue cultural. A través de la fundación de la empresa, Enrique Eskenazi, el patriarca del grupo, asoció su nombre al teatro, la música y la plástica.

Sin embargo, la disciplina con la que este mecenas más se comprometió fue la jardinería. Desde que ingresó a YPF, en 2008, destinó 300.000 pesos por mes al Rosedal de Palermo. Los rosales se renovaron, el riego mejoró, la señalización fue más moderna. Cristina Kirchner inauguró el prodigioso jardín de Eskenazi y hasta toleró que Mauricio Macri compartiera la ceremonia.

Sin embargo, la vocación floral de YPF desapareció con la llegada de Miguel Galuccio, quien abandonó los canteros. Para Enrique Eskenazi fue un doble dolor. No sólo moría su sueño paisajístico. También perdía un ingreso: la empresa contratada para embellecer el paseo, Mantenimientos y Servicios S.A., es de su familia. Providencial pasión por las rosas la de este empresario, que le permitía llevarse a la casa el 15% del presupuesto de la Fundación, y convertir al Rosedal en el jardín de las delicias.

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