Hace muy pocos días una mala noticia presumiblemente afectó negativamente el humor de Fidel y Raúl Castro. Esto ocurrió cuando la petrolera española Repsol informó a las autoridades cubanas -y a sus accionistas- que el pozo de exploración que había bajado -en consorcio con la empresa estatal noruega Statoil- en aguas cubanas del Golfo de México, supuestamente las más promisorias, dio resultados negativos. Resultó seco, entonces.
Toda una desilusión para el régimen de la Isla, que desde hace rato ya apuesta a que su zona económica exclusiva contiene hidrocarburos, lo que podría asegurarle una ansiada independencia energética. También un fracaso para la propia Repsol, que en el 2004 descubriera petróleo en las cercanías, aunque no en cantidades que posibiliten una explotación comercial del yacimiento. Una nueva decepción ahora. La segunda, entonces.
No obstante, Pdvsa salió prestamente -una vez más- a tratar de morigerar el daño con un anuncio. En efecto, la empresa petrolera nacional de Cuba: “Cubapetróleo” (CUPET) anunció que la compañía venezolana perforará un nuevo pozo en una zona cercana a la recientemente explorada por Repsol con resultados negativos, utilizando al efecto la misma plataforma Scarabeo 9, que fuera construida en China por la empresa italiana Saipem, cuidando especialmente de no violar en modo alguno el embargo norteamericano a Cuba. Se trata ahora del pozo Cabo de San Antonio.
Para CUPET, el fracaso exploratorio anunciado por Repsol no anula, para nada, las buenas perspectivas que ellos asignan a la zona, como lo demuestra ahora el renovado interés expresado por Pdvsa. Para Cuba, habría allí unos 20.000 millones de barriles de crudo. Pero hasta ahora no se han encontrado. Para los norteamericanos podría haber apenas una cuarta parte de la estimación cubana, que creen es demasiado optimista.
También la empresa petrolera estatal malaya Petrofina y la rusa Gazprom habrán de recurrir pronto a los servicios de la mencionada plataforma Scarabeo, para explorar con ella en algunas otras localizaciones, siempre en el Golfo de México, en ese caso en las áreas que ya les han sido adjudicadas.
Cuba, cabe recordar, recibe diariamente unos 150.000 barriles de crudo venezolano. Lo hace a precios subsidiados, con los que satisface su demanda y necesidades internas, pudiendo procesar un saldo, que destina entonces a la exportación. Cuba curiosamente los repaga con servicios humanos. Con médicos y otros profesionales cubanos que residen en Venezuela.